domingo, 16 de junio de 2024

¡¡HABLEMOS DEL AUGE DE LAS EXTREMAS DERECHAS… POR FIN!!

 


Muy probablemente, al ver que este escrito es más extenso de lo que te gustaría, te quedes con el titular y no sigas leyendo. Esa actitud forma parte de la saturación de información que vivimos actualmente y que nos hace quedarnos solo con los titulares.

Espero que muchas de las personas que lean esta reflexión se sientan identificadas con el fondo de lo que trato de plasmar con estas palabras.

Uno no pretende “arreglar el mundo” y mucho menos valiéndome de mi nula capacidad para influir en otras personas. Tampoco me mueve la pretensión de servir de ejemplo de absolutamente nada. Me limito a ser un observador de unas realidades que, me consta, mucha gente también las intuye, las percibe e incluso las padece.

No es casualidad que en las últimas elecciones a nivel europeo se haya constatado un auge de las derechas y más concretamente de las extremas derechas. Sí, efectivamente ya son muchas extremas derechas en Europa y en el afán de suavizarlas y blanquearlas cara a la galería, crean nuevas extremas derechas a cuál más cruel y radical. De esa forma, la extrema derecha primigenia termina pareciendo cosa de niños comparado con las “nuevas”. Aunque muchas personas con ideología de izquierdas se vean asombradas por semejantes resultados electorales, he de decirles que esos resultados son la consecuencia lógica de la moral imperante a día de hoy. Habría, en principio, que definir tanto los preceptos como las causas de esa moral.

La revolución que supuso la llegada de internet a todos los hogares, así como el uso masivo de dispositivos de todo tipo, fue bestial e incluso traumática en algunas facetas dado que tenías, literalmente, el mundo en tus manos. ¡Cambió todo! Algunos cambios para bien y otros para mal. Es lo que suele ocurrir con las herramientas. Bien usadas son muy útiles, sin embargo, todos sabemos que un cuchillo puede ser usado para algo más que para pelar papas. El control del fuego por parte de la especie humana supuso toda una revolución en la evolución de la humanidad, pero a la par nacieron pirómanos y personas que usaban el fuego como arma de destrucción.

Por suerte, a día de hoy, somos más libres (digan lo que digan los conspiranoicos), sin embargo, todo tiene un precio y el precio de la libertad es elevado si no es ejercida por una sociedad madura, sensata, con conciencia social y con profundas raíces democráticas.

El hecho de vivir en sociedades que hace ya mucho tiempo que tienen cubiertas, sobradamente, las necesidades básicas (techo, familia, agua, comida, ropa, acceso a la educación y sanidad etc.) así como la interconexión y el anonimato que nos permiten las redes sociales, la mensajería instantánea y las webs de todo tipo, hace que cambien bruscamente los valores, la ética personal y, en definitiva, la moral social. Son factores comunes de nuestras sociedades; el egoísmo, la alienación, la desnaturalización, la manipulación, el individualismo, la radicalización y el poner en práctica la “Ley del interés egoísta”[1] que no solo no es repudiada, sino que es plenamente aceptada por la gran mayoría de personas.

Observo una mayor falta de escrúpulos en demasiada gente.

Observo, en paralelo, el daño de frases mal interpretadas provenientes de la cultura estadounidense. Frases del tipo:

- “be yourself” (“se tú mismo/a”) (aunque seas un mal nacido). Los demás deben entenderte, tolerarte y aceptarte por muy estúpido/a que seas. Son esas personas que justifican una mala acción con el consabido “es que yo soy así”. ¡Pues cambia, miarma!

- “A winner is a dreamer who never gives up” (“Un ganador es un soñador que nunca se rinde”) es decir, implícitamente te está diciendo que estás obligado a “ganar” y si no lo haces terminas frustrado/a. La gente termina ignorando que al competir no siempre se gana. No se repara en que este tipo de frases estimula la competición como contrapartida a la colaboración. La competitividad crea estrés, ansiedad y frustración a mansalva cuando se extralimita de forma obsesiva la competitividad sana.

- “If you can dream it, you can do it” (“Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”)

Por mucho que yo lo sueñe no voy a batir jamás el récord de los 100 metros lisos. Frases como esta hacen mucho daño en demasiadas personas que la interpretan como mensajes engañosos.

- “Don't worry. Be happy” (“No te preocupes. Se feliz”) ¿Cómo no voy a preocuparme ante lo injusto? ¿Cómo vamos a permanecer impasibles ante la falta de compasión o de empatía? ¿Dónde queda la conciencia social o la sensibilidad hacia el prójimo?

Yo, yo y yo. El triunfo de la individualidad, el abandono de la conciencia social supuestamente innecesaria en sociedades con las necesidades básicas cubiertas.

Es el mismísimo concepto de felicidad el que está sesgado, el que está siendo adulterado. Se confunde la felicidad con el placer hasta convertir el hedonismo en religión. En nuestra sociedad altamente tecnológica, los individuos se han convertido en seres cortoplacistas, disfrutadores del momento, consumidores voraces y compulsivos buscadores del placer instantáneo. El resultado son egos inflamados a modo de enfermedad que se manifiesta en la búsqueda desmedida del placer, confundiendo el desarrollo personal con la explotación de uno mismo. El individuo se consume a sí mismo en un movimiento auto expansivo, sin ser consciente de que está perdiendo su individualidad y carácter. Se desatan comportamientos narcisistas y exhibicionistas con caldo de cultivo en las redes sociales que sirven de estímulo a quienes empiezan a abrirse al mundo (adolescentes). La gente quiere ser “youtuber”, “influencer”, “tiktoker”, etc. Son el paradigma del éxito y nadie entra en un análisis reflexivo y profundo sobre la autenticidad de esas vidas de “felicidad” permanente. El usar y tirar se aplica a las personas sin miramientos, sin escrúpulos.

Por otra parte, las grandes palabras están siendo manipuladas, mal usadas. Sabemos que los humanos pensamos y procesamos la información usando palabras. El pensamiento abstracto en lo más profundo de nuestro cerebro se manifiesta en base al empleo de palabras que dan nombre a sentimientos, deseos, emociones etc. La palabra “amor”, mal usada, banalizada, hace que su significado devalúe su esencia. Deja de ser eso que todo lo mueve, que todo lo guía, que nos hace sentir humanos. Se llama amor a cualquier cosa. Se lanzan “te quiero” y “te amo” a las primeras de cambio. Pierden valor los besos o los abrazos que se dan con la misma grandilocuencia que falsedad. Nos encontramos, igualmente, a personas que han interiorizado la risa permanente como parte de su comportamiento o su actitud vital sabedoras de que eso puede facilitarles las relaciones de todo tipo. Como si una risa permanente fuera real o posible. La palabra “libertad” pasa a convertirse en la capacidad para decidir si me tomo una cerveza o tres.

Observo que dejan de existir los grandes amores de verdad, los grandes amigos/as de verdad, los grandes compañeros/as de verdad. La gente va a lo suyo. Saturados de información, buscamos la inmediatez en todo. Nos quedamos en los titulares con lo que eso implica para ser fácilmente manipulados mediante noticias falseadas y cuando en ciertos momentos paramos y analizamos, buscamos remedios inmediatos contra la inmediatez. Nos apuntamos a yoga de 6 a 7 de la tarde, damos paseos por el campo o la playa durante tres horas un sábado y poco más. Sin embargo, aunque todo eso está bien, no es el remedio a lo que estamos viviendo. Yo no sé cuál es el remedio. Esto es tarea para las personas especialistas en sociología, psicología, filosofía e incluso teología. Lo que sí sé es que hay un deterioro de lo social, de lo humanista, entendiendo el humanismo como una actitud vital que concibe de forma integrada los valores humanos. Los más significativos de esos valores, en clara decadencia a mi modo de ver, son:

- La tolerancia. La gente cada vez tolera menos. Es cierto que nadie tiene por qué aguantar conductas que dañan (sobre todo si se prolongan en el tiempo) pero igualmente es cierto que las relaciones humanas deben tener como base la tolerancia dada la premisa que dice que todos somos imperfectos. Nos encontramos con relaciones de pareja que duran lo que dura la fase de enamoramiento sin permitir llegar al verdadero amor. Amistades, relaciones entre compañeros/as, vecinos/as, usuarios de transportes públicos etc. La gente aguanta poco. O tienen la piel muy fina o son crueles y denotan falta de sensibilidad. Son esas personas que llaman gordo/a a quien está gordo/a (como si no existieran los espejos), los que insultan públicamente a quienes opinan distinto, los que se burlan de otras personas sin reparar en el daño que causan, etc.

- La compasión. Observo que el individualismo y el egoísmo tienen como consecuencia la falta de compasión, la crueldad, la falta de escrúpulos. Cada vez veo a más personas que no se ponen en la piel de los más débiles, que desconfían y eso les hace ser crueles. La violencia y la crueldad tienen su origen en la falta de confianza en uno mismo y por tanto en el resto, así como en la idea de que no me importa lo que le ocurra al prójimo si yo estoy bien y cumplo mis objetivos.

- La amabilidad. Cada vez hay más personas a las que les cuesta sonreír, ser amables, educadas. Ya no les da vergüenza no decir buenos días o pedir las cosas por favor. Ya no se avergüenzan de no mirar a los ojos al interlocutor. Ya no tratan de crear un ambiente agradable a su alrededor. Van a lo suyo y lo demás y las demás personas les importan poco.

- La honestidad. Cada vez hay más personas deshonestas. Es la consecuencia del “todo vale por servir a mis intereses”. No importa traicionar a amigos ni hacer gala de una doble moral ni contradecirse según el foro en el que se habla. Si sirvo a mis intereses personales es lícito todo eso. Es el entorno adecuado para los trepas, los lameculos, los descastados, los traidores y traicioneros. No importa engañar, mentir, coaccionar, chantajear etc. No hay escrúpulos ni cargos de conciencia.

- La empatía. Ponerse en el lugar del otro para tratar de entenderlo/a implica un esfuerzo y requiere una educación. Demasiada gente va a lo suyo y cada vez les cuesta menos escuchar a la otra persona y tratar de sentirse como esa persona se siente. Observo que a los niños y niñas se les enseña a mirar por y para sí mismos. Faltan límites, se les deja actuar a su libre albedrío y ya sabemos que los niños y niñas son egoístas por naturaleza tal y como corresponde a cerebros inmaduros. Buscan el camino fácil para obtener lo que necesitan y una de esas necesidades consiste en que sus padres les pongan límites. Si nadie les corrige esas conductas se convertirán en personas sin herramientas ante la frustración y en adultos egoístas, individualistas, hedonistas y solitarios/as.

Esos conductores de coches BMW, Audi o mercedes, principalmente, que no usan los intermitentes, que se cuelan para no esperar colas o que usan un modo de conducción agresiva… no son votantes de partidos de izquierdas.

Esa gente que en pleno siglo XXI sigue defendiendo la innegable crueldad de la “fiesta” de los toros… No son votantes de partidos de izquierdas

Los negacionistas, los “trumpistas” y los conspiranoicos… no son votantes de partidos de izquierdas

Los empresarios, en general (muy poquitos se salvan), esos que tratan de explotar a trabajadores y se quejan, pero eso sí, con el Mercedes en la puerta y su chalet en la costa… no son votantes de partidos de izquierdas.

Los trabajadores analfabetos y por tanto manipulables fácilmente con consignas propias de niños de 4 años (aunque ellos jamás aceptarán eso), esos que escupen hacia arriba… no son votantes de partidos de izquierdas.

Los ultra patrióticos no votan a partidos de izquierdas

Esa gente que defiende el liberalismo económico a pesar de ejercer en organismos y centros públicos… no votan a partidos de izquierdas

Las fuerzas de seguridad del estado y los ejércitos, es decir, la gente que usa armas… no suelen votar a partidos de izquierdas

Los católicos y sobre todo los ultra católicos, en su intento de mantener poder y privilegios… no votan a partidos de izquierdas.

Los del ojo por ojo, los que entienden la justicia como venganza, los de los castigos a los niños incluso con violencia física… no votan a partidos de izquierdas

Los hombres y mujeres machistas y los violadores en manada… no votan a partidos de izquierdas

Los políticos del pelotazo y todos sus cuñados, “amigos/as” y agregados… no votan a partidos de izquierdas.

La gente ostentosa no vota a la izquierda

La gran mayoría de abogados y jueces… no votan a partidos de izquierdas

Los ladrones de guante blanco… no votan a partidos de izquierdas

Los monárquicos... no votan a partidos de izquierdas

Quienes se creen tocados por la varita de dios y en su prepotencia se creen mejores que el resto… no votan a partidos de izquierdas

La gente superficial que dedica demasiado tiempo, esfuerzo y dinero a la estética, a la imagen, a las marcas de ropa, etc… no vota a partidos de izquierdas.

Observo que estamos en pleno retroceso respecto a normas básicas de convivencia y abogo por la reposición de aquel programa infantil que veíamos de pequeños. Me refiero obviamente a “Barrio Sésamo”. Creo que se necesitan consignas claras, nítidas, concisas y concretas del tipo: “Matar o robar está mal”, “Cuando el semáforo está de color rojo hay que parar y esperar a que se ponga de color verde para poder continuar nuestro camino”, “Las cosas se piden por favor” “Ser amables es bueno para todo el mundo” etc.

Para que la sociedad sea más justa y equitativa, para construir espacios de convivencia agradables y sanos y para que las relaciones (amorosas, laborales y de todo tipo) entre personas sean más auténticas, honestas, colaborativas, empáticas y tolerantes se hace necesario revisar la moral social y combatir desde la EDUCACIÓN todo lo que nos deshumaniza. Mientras eso no se lleve a cabo seguirán en auge los partidos políticos de extrema derecha aupados por una sociedad radicalizada.

 

Fdo. Diego Bueno



[1]Doctrina que dice que lo único que cualquiera puede desear o buscar en última instancia (como un fin en sí mismo) es su propio interés.


HABLEMOS DE: "EL MAL EN INTERNET"… POR FIN!!

  HABLEMOS DE "EL MAL EN INTERNET"… POR FIN!!    Internet, en general y las redes sociales, en particular, nos han acercado tanto...