lunes, 18 de diciembre de 2023

¡¡HABLEMOS DE LA CARIDAD… POR FIN!!

 

En un país libre en el que el gobierno de turno es elegido democráticamente por el pueblo hay dos formas de ayudar a las personas que lo necesitan:

1.      1. Ejercer la caridad

2.      2- Votar a partidos políticos que tengan como objetivos:

a)      Que ningún ciudadano pase necesidades

b)      Velar porque no se vulneren derechos fundamentales

De las dos opciones, la primera es la menos efectiva ya que se ejerce de arriba a abajo, es decir, hay alguien “superior” y con capacidad que trata de ayudar, puntualmente, al inferior incapacitado económicamente. Tanto uno como otro saben que esa limosna no va a solucionar su problema a menos que se trate de un problema inmediato que, normalmente, suele reaparecer al poco de ser resuelto.

La caridad es, por tanto, el “aplacaconciencias” de mucha gente e incluso una forma más de ostentación de otra mucha gente. La caridad suele estar fomentada por quienes no desean la igualdad de oportunidades a sabiendas de que sus privilegios presentes no suelen ser fruto de su sapiencia, esfuerzo o excelencia sino más bien de su suerte. Suerte por haber heredado, suerte por haber nacido en el seno de determinada familia, suerte de haber podido recibir una educación, suerte de haberse criado en un entorno social concreto… suerte, en definitiva.

La iglesia católica ha fomentado siempre la caridad, lo cual está muy bien ya que, objetiva y básicamente, la caridad ayuda a personas que están necesitadas, pero curiosamente, jamás ha fomentado simpatías hacia partidos políticos que han apostado por acabar con la pobreza y fomentar la igualdad de oportunidades desde el estado. Más bien todo lo contrario. Siempre ha primado su consabido apego al poder, a la riqueza, a las ideas reaccionarias. Cierto que, puntualmente, ha habido y hay personas, dentro de la iglesia católica, con un corazón sensible, honrado, caritativo y sobre todo a prueba de mostrar indiferencia ante lo injusto, pero por desgracia, ha sido sin el beneplácito explícito del poder eclesiástico, es más, en sin fin de momentos en la historia, el clero ha mostrado su desaprobación ante el ejercicio de la bondad altruista queriendo revertir las misiones solidarias en tareas de evangelización exclusivamente.

Por resumir, dejo claras una serie de consignas, sobre todo para que en caso de que traten de engañarte, lo consigan únicamente con tu consentimiento:

-          Si ejerces la caridad pero votas o apoyas a partidos que abogan por políticas liberales… no eres ni una buena persona ni un buen cristiano (ni siquiera en navidad, por muchas lucecitas que haya en tu ciudad o por mucha lagrimita fácil que se derrame por tu mejilla al ver por enésima vez la película “Cuento de navidad”)

-          Si el partido al que votas se muestra en contra de sueldos decentes para los ciudadanos y ciudadanas, para que puedan vivir decentemente en un país del primer mundo como es España, no eres ni buena persona ni un buen cristiano.

-          Si apoyas la privatización de la sanidad y la educación con lo que eso implica para las personas con menos recursos, ni eres buena persona ni eres un buen cristiano.

Y no es que yo esté a favor de que la gente siga los preceptos del cristianismo, es solo que, según decía el propio Lucas (uno de los 4 evangelistas de los evangelios canónicos) en su famosa parábola del buen samaritano, hasta el mismo Jesús llamaba hipócritas a los fariseos que presumían de ser caritativos y misericordiosos pero a la hora de la verdad, miraban a otro lado. Estamos ya cargados de tanto hartazgo, que uno se pregunta cómo no se les cae la cara de vergüenza a esos cristiano-católicos que, por una parte ejercen la caridad y por otra abogan por políticas carentes de equidad y humanidad, llenas de clasismo y elitismo y sin el menor atisbo de compasión, comprensión, tolerancia y justicia social.

Menos fariseos y más samaritanos.

Fdo. Diego Bueno 

jueves, 7 de diciembre de 2023

¡¡HABLEMOS DE CONVIVIR CON LA DISCAPACIDAD INTELECTUAL… POR FIN!!

 


Estoy completamente seguro de que cuando las personas ajenas al mundo de la discapacidad piensan en ella, en un porcentaje altísimo, se olvidan de un detalle de vital importancia. Seguramente muchas familias con hijos o hijas con discapacidad en edades tempranas, tampoco reparan en el detalle del que os voy a hablar.

Se trata del hecho de que cuando nuestros/as hijos/as llegan a la adolescencia biológica (que no es, forzosamente, equivalente a la adolescencia mental), por una cuestión obvia de diferencias de gustos e intereses, dejan de tener contacto (en mayor o menor medida pero de forma implacable siempre) con otros jóvenes sin discapacidad. Estos se relacionan entre sí mientras que los adolescentes con discapacidad quedan apartados. Se trata de algo lógico y entendible ya que los cambios propios de la adolescencia se van produciendo a muy distintos ritmos y velocidades. A medida que los niños y niñas crecen, las diferencias, entre quienes tienen o no tienen una discapacidad, se acentúan. Ese hecho pasa a convertirse en un asunto no menor ya que, precisamente, a esas edades, la socialización, la pertenencia a grupos y el intercambio de experiencias entre iguales es fundamental para el crecimiento y madurez personal de cada individuo, sin embargo, no se puede ni se debe obligar a nadie a integrar a otros en grupos que se forman de manera espontánea, principalmente, por confluencia de intereses, gustos e inquietudes. La educación reglada debe hacer su labor de integración (de no exclusión) con objeto, entre otras cosas, de que el mundo de la discapacidad no sea ajeno al resto del alumnado pero otra cosa es lo que ocurre fuera de los centros educativos.

Dado que es necesario que nuestro hijo o hija se relacione con otras personas de similares intereses, la solución habitual (siempre que la economía familiar lo permita) es apuntarlos/las a asociaciones de ocio específicas para personas con discapacidad con objeto de proporcionarles esa posibilidad indispensable para su crecimiento. El problema es que en esas asociaciones, a las cuales todos alabamos por la labor que ejercen, nuestros hijos e hijas se ven abocados a tener que compartir, convivir y relacionarse, únicamente, con personas con discapacidad. No sé si ustedes lo han pensado alguna vez pero imagínense que hacen un viaje de vacaciones de una semana junto a un grupo de personas con discapacidad intelectual. Les aseguro que van a tener que vivir situaciones de todo tipo. Debemos pensar que la discapacidad intelectual va mucho más allá del idílico mundo retratado en la película “Campeones”, por poner un ejemplo conocido, es decir, siendo una realidad lo que ahí se presenta, no se presenta toda la realidad. Hay una realidad oculta que no por ser desagradable es menor real. Me refiero a personas con discapacidad cuyo nivel cognitivo les impide tener un mínimo control emocional y/o que suelen padecer, de forma mucho más enfatizada, una mala educación por parte de la familia. Hablo, concretamente, de problemas de conducta, de insultos, de palabrotas, de acoso, de incoherencias, de obsesiones, de gritos desmedidos, problemas para dormir, problemas para comer, problemas para conversar, manías, problemas físicos, neurológicos, psicológicos etc. Si cualquiera de nosotros pasara una semana de vacaciones con personas con discapacidad intelectual, les aseguro que tras esa semana necesitarían un tiempo para descansar mentalmente.

Bien pues a eso es a lo que abocamos a nuestros hijos e hijas con discapacidad, es decir, a verse en la obligación de pertenecer a grupos en los que solo hay personas con discapacidades muy diferentes unas de otras y con muy distintos niveles de afectación.

Escribo todo esto porque me doy cuenta de que no suele abordarse este tema. Se trata de otro tabú más que se oculta y que entiendo que tiene difícil solución.

Simplemente trato, con este escrito, de despertar la empatía, la admiración, la concienciación y el entender que cuando estamos ante de una persona con discapacidad intelectual, estamos ante alguien que debe convivir, no solo con su propia discapacidad, sino con la de las personas con las que se relaciona, con todo lo que ello supone de extra de tolerancia, de hartazgo a veces, de frustración, de incomprensión y de soledad. Aun así, pelean cada día por socializar y ser felices.

Fdo. Diego Bueno


jueves, 30 de noviembre de 2023

¡¡HABLEMOS DEL COLECTIVO DE EMPRESARIOS ESPAÑOLES... POR FIN!!


 

En estos casi cuarenta y cinco años de democracia en España son muchos los avances sociales que se han venido produciendo, acelerados, en parte, por el excesivo retraso que arrastrábamos respecto a otros países europeos con mayor historial democrático. Hablamos de avances sociales, económicos, morales o legislativos. Avances respecto a la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, respecto a la sensibilidad, protección y empatía hacia colectivos históricamente marginados etc.

En este contexto es, cuanto menos, curioso que haya un colectivo en la sociedad cuyos avances, o bien no se han producido, o han sido escasos. Me refiero a los empresarios.

El mundo empresarial en España, en demasiados casos, sigue anclado en los años del franquismo. Años en los que había unos roles claramente establecidos con una marcada diferenciación entre clases sociales. Una de las clarísimas divisiones de la sociedad era la que clasificaba a los individuos en función de si eran empresarios o trabajadores por cuenta ajena. Cada uno de esos colectivos poseía unos derechos y unos deberes tan marcados como diferentes. Se velaba por mantener esos roles a toda costa, aunque ello supusiera discriminación o maltrato hacia los trabajadores.

A día de hoy, por desgracia, la mayoría de empresarios sigue pensando que deben ocupar un estatus social más alto que sus empleados, siguen sin tener claro en qué consiste trabajar en equipo, siguen desconfiando de sus subordinados y siguen queriendo considerarlos como inferiores, ciudadanos de segunda, potenciales ladrones o básicamente, “chusma”.

El empresario sigue tratando de aprovecharse del estatus que le sigue otorgando poder sobre sus empleados. Sigue contaminando la palabra “libertad” dado que las personas no somos ni debemos ser libres para lo inmoral, lo dañino o lo ilegal.

El empresario, aun sin capacitación, (o incluso con ella) sigue usando el “ordeno y mando”, sigue creyéndose más y mejor que el resto de mortales, sigue haciendo ostentación de bienes y de supuestas capacidades y sigue alardeando de trabajar mucho y bien de tal forma que la buena marcha de su empresa siempre será mérito suyo y en cambio, la mala marcha será culpa de sus trabajadores, del gobierno de turno, de las circunstancias macro o microeconómicas o del mismísimo San Pancracio.

Al empresario le sigue costando un mundo delegar, sigue queriendo obtener beneficios desproporcionados respecto a sus trabajadores (que se note bien la diferencia), sigue pensando que eso de pagar impuestos altos (como corresponde a ingresos altos) es un robo a “su trabajo”.

El empresario sigue defraudando al estado con facturas falsas, con trabajadores contratados que no cotizan, con dinero negro que se maneja como si tal cosa. Las grandes empresas siguen usando paraísos fiscales para engañar al estado a la vez que los miembros de los consejos de administración presumen públicamente, de llevar pulseritas con la banderita de España.

El empresario sigue mirando mal a aquel trabajador que se niega a trabajar horas extras sin cobrarlas o a aquel que exige que se cumplan normas de seguridad. Sigue pensando que el trabajador “debe” ganarse su puesto regalándole su tiempo, su esfuerzo o su seguridad.

Por aprovecharse aun más, quieren incluso, ahorrarse el coste del aprendizaje de sus propios trabajadores y por eso abogan por integrar en sus empresas a alumnos de formación profesional que les hagan el trabajo gratis, ahorrándose no solo dicho coste, sino también la contratación y por tanto el sueldo de trabajadores. Todo ello con el beneplácito, la aquiescencia y el complot del propio sistema educativo y de los centros de formación profesional que publicitan supuestas bonanzas de la formación dual para manipular y engañar al alumnado y sus familias con la falsa promesa de un puesto de trabajo.

Los empresarios, en demasiados casos, siguen tratando a los trabajadores como simples objetos numerados a su servicio. Siguen extorsionando, usando artes mafiosas o estrategias de división entre los propios trabajadores. Siguen intentando manipularlos o engañarlos y siguen ejerciendo bullying en demasiados casos. Siguen sin cumplir normas básicas de protección ambiental, de seguridad o de ética profesional.

Los empresarios continúan vendiendo el humo de que crean empleo para contribuir a la sociedad, cuando en realidad tratan de crear el menor empleo posible (algo lógico y lícito, por supuesto).

Al empresario sigue sentándole mal que los trabajadores tengan vacaciones o que puedan darse de baja por enfermedad o que tengan reducción por cuidado de hijos o por personas a su cargo o por embarazo etc.

Siguen queriendo (y consiguiendo en muchos casos) engañar a la sociedad exportando mensajes falsos que, por desgracia, mucha gente se cree. Incluso cuando el trabajador es explotado, acusan al propio trabajador por firmar contratos estando de acuerdo con esa explotación. El colmo del cinismo.

Toda esa línea de pensamiento la siguen manteniendo a pesar, incluso, de que a veces va en contra de sus propios intereses. Se trata, obviamente, de una cuestión social, de guerra de clases o de añoranza de “tiempos mejores”.

Como puede observarse… se trata de un colectivo que ha evolucionado muy poco en cuanto a mentalidad. Un colectivo que no explota más a sus trabajadores y subordinados, simplemente, porque no pueden, porque vivimos en un estado de derecho y la ley no les permite abusar aún más, pero no por falta de ganas de cometer más abusos (tal como queda demostrado a lo largo de toda la historia de la humanidad).

Me parece significativo ese estancamiento en la mentalidad empresarial. No tiene parangón si lo comparamos con otros colectivos en España. En lo que se refiere a nuestros empresarios, seguimos estando a demasiada distancia de los países europeos más avanzados.

Si alguien que lea esto tiene dudas acerca de la veracidad de mis afirmaciones, les conmino a que hablen con trabajadores de pequeñas y medianas empresas. Y conste que, por desgracia, hay demasiados trabajadores que hablan demasiado bien de sus explotadores (algo muy español y muy andaluz incluso a día de hoy). Siguen existiendo las marmotas y el “servilismo mamón” del que hablaba el fallecido D. Juan Carlos Aragón en su chirigota “Los Yesterday”.

Fdo. Diego Bueno

jueves, 31 de agosto de 2023

HABLEMOS DE "EL ACTO DEL BESO DE RUBIALES NO ES TAN GRAVE"... POR FIN!!

 


El acto en sí no lo es, ya que por desgracia ocurre cada día en cualquier discoteca de España por ejemplo. Por eso se inventó eso de “hacer la cobra”. El problema no es querer besar a una chica. El problema es cogerle la cara para que no tenga escapatoria posible. Es como ese acto, que siempre he odiado, de la gente que te arrastra la barbilla para que les prestes atención o que constantemente te están tocando en el codo reclamando la misma atención que Iker Jiménez presta a sus invitados. Como si la atención pudiera robarse o exigirse, como si un beso sin consentimiento tuviera valor más allá de la demostración de poder de un hombre sobre una mujer o de un jefe sobre una empleada o de un gilipollas salido y baboso sobre una chica que en ese momento no puede defenderse por el contexto en que se encuentra. Para muestras de cariño ya se vale el abrazo, no obstante, el pico en sí no es un acto tan grave como dicen que decimos. ¡Lo que ocurre es que el beso no va solo! Va acompañado de unos gestos fuera de lugar, de un comportamiento inaceptable en un cargo como ese y sobre todo, de una repercusión a nivel internacional. Estamos hablando de un campeonato del mundo, de muchas televisiones retransmitiendo la imagen de un país. Estamos hablando, asimismo, de un cargo de representatividad muy bien pagado por cierto y muy tenido en cuenta a nivel mundial. Eso es lo que convierte en grave el acto del beso. Eso y el coger la cara para que no haya escapatoria, eso y el tratarse de mujeres, eso y no ser la primera vez. El pico en sí no es tan grave pero lo que vino después lo agravó exponencialmente como, por ejemplo, el intento de compra de voluntades mediante chantajes o mediante subidas de sueldo y renovaciones en público.

Precisamente porque no ha matado ni violado a nadie, nadie pide para él ni el paredón, ni siquiera la cárcel. Lo que se le pide son unas disculpas sinceras, un reconocimiento de errores y una dimisión por la imagen dada y el daño causado. Ni siquiera se pedía una dimisión irrevocable. Con poner su cargo a disposición hubiera bastado. Todos hemos sido educados en el machismo y tenemos normalizados muchos comportamientos machistas de los que no somos conscientes a veces, por eso, en alguna ocasión, todos cometemos algún error. Otra cosa es cometer errores de comportamiento ocupando ese tipo de cargos y sin necesidad alguna. Uno debe ser consciente de en qué contexto se encuentra para saber qué es lo correcto y lo que no. No obstante, no pasa nada. Se pide perdón, se analiza, se aprende y se corrige en la medida de lo posible. Así es como avanzamos. Pero no. Por desgracia estamos hablando de una persona prepotente, machista y con actitudes chulescas (como muchas otras que parece ser que hay incrustadas en las federaciones, en algún partido político, en administraciones públicas, en consejos de administración de grandes empresas…). Hay muchos rubiales todavía en España. Sin la suficiente humildad y honestidad como para reconocer errores, aprender, pedir perdón de verdad y dimitir cuando es evidente la cagada a nivel internacional.

Ah y a quienes piensan que hay otras cosas más importantes, personalmente, me parece lo suficientemente importante el tema porque estamos hablando de machismo y por tanto, de desigualdad, estamos hablando de educación, de imagen de un país a nivel internacional, de empañar un triunfo histórico a nivel mundial, de buenos modales, de principios, de ética, de saber estar, de normas sociales de comportamiento básicas, de humildad… Además, todo esto es compatible con hablar igualmente de los precios de la gasolina o el aceite y de lo que sea menester. Comprendo que a los machistas casposos les moleste el tema pero por suerte, los tiempos del “caudillo” ya pasaron y por consiguiente una mujer ya puede jugar al fútbol si le da la gana (no como antes, que era vilipendiada y objeto de burlas) y una sociedad puede indignarse con ese tipo de comportamientos, no como antes que había que estar callados/as porque no había libertad de expresión ni de reunión.

Ha venido muy bien este debate social a pesar de que es cansino por repetitivo. El incidente ha servido para concienciar a gente que se colocaba de perfil ante temas como el machismo y a la vez, para que muchos y muchas machistas salgan de sus cavernas y queden identificados/as.

Fdo. Diego Bueno


sábado, 8 de julio de 2023

HABLEMOS DEL NEGACIONISMO DEL POSITIVISMO... POR FIN!!

 


ÍNDICE

1.      Introducción
2.      Psicología positiva
3.      Las tres dimensiones de la felicidad
   3.1       La vida placentera
   3.2       Construir una buena vida
   3.3       Una vida significativa
4.      La bondad
5.      ¿Cómo fomentar el optimismo aprendido?
6.      La persona más feliz del mundo
7.      El modelo PERMA
8.      Fortalezas
         A) Sabiduría y conocimiento
         B) Coraje
         C) Humanidad
         D) Justicia
         E) Templanza
         F) Transcendencia
         G) La autenticidad
9.      Algunas consignas clarificadoras
10.    Conclusiones
11.    Bibliografía. Libros recomendados


1.     Introducción

En todas las épocas de la humanidad han existido los/las negacionistas, es decir, gente que, en su afán por renunciar al progreso humano, o por alzarse como salvadores del mundo ante el supuesto engaño masivo o simplemente mentes cerradas y limitadas, ha apostado por el continuismo incluso negando lo evidente, lo demostrado, lo científicamente avalado. Aún hay asociaciones de “terraplanistas”, antivacunas y, en general, anti-todo. Es ese tipo de personas desconfiadas que para más inri, presumen de ello. Suelen pensar algo así como…”podréis engañar a los imbéciles, pero a mí no” o… “No se si me quieren engañar pero por si acaso…”. La diferencia respecto a otros tiempos es que actualmente, gracias a internet, redes sociales, mensajería instantánea y por supuesto, medios de comunicación tradicionales (incluidas las barras de bar), cualquiera tiene voz y es capaz de llegar a mucha gente. Esta característica implica el riesgo de que haya quienes aprovechen para lanzar mensajes populistas capaces de crear tendencias. En muchas ocasiones se trata de tendencias envenenadas que pueden llegar a afectar y hacer daño a muchas personas, máxime cuando esas tendencias se traducen en votos hacia ciertas opciones políticas que tienen el poder de hacer de nuestras vidas algo indeseable. Recientemente en la historia tenemos ejemplos clarísimos del éxito de mensajes populistas lanzados en ciertos momentos de flaqueza por supuestos salvadores de la humanidad. Debemos pensar que hay demasiadas personas que se quedan solo con los titulares de las noticias y que estamos tan saturados de información que sería imposible contrastar todo lo que nos llega. Todo eso lo saben los “listillos” que buscan hacer negocio de ello, los negacionistas o los “conspiracionistas”. No nos olvidemos del goce que en sí produce el alzarse como descubridor de una gran mentira. Llega al punto de que mucha gente (generalmente personas desconfiadas, llenas de miedos o sin fe en lo humano) termina dando crédito a cualquier noticia o pensamiento que vaya en contra de la línea científica o la línea mayoritaria. Y lo hacen porque sí. Generalmente sin argumentos o, como mucho, dando crédito a gurús que enarbolan la bandera de un supuesto pensamiento crítico. Claro que hay médicos antivacunas. “Hay de to”, que se dice por aquí por el sur de España. Incluso todo el mundo debe ser libre de creer en lo que quiera, claro que sí. Hay quienes aún se creen, por ejemplo, la historia de Adán y Eva y un dios que igual que aboga por el “ojo por ojo…”, nos pide que pongamos la otra mejilla. Generalmente los manipuladores y demás negacionistas, suelen caer en contradicción y suelen mostrarse como incongruentes.

En cualquier caso, esto no va de: “Mi palabra contra la tuya y las dos son igualmente válidas y en eso consiste la libertad de opinión y pensamiento”. Siento deciros, a los que así pensáis, que os guste o no, la tierra no es plana. Y no es que lo diga yo, dado que yo no soy nadie absolutamente en nada. Además del sentido común, que ese sí que puede ser subjetivo, lo dicen las evidencias científicas, los estudios serios de los más reputados científicos y los argumentos contrastados a lo largo de muchos años.

2.     Psicología positiva

Centrándonos en el tema que me ocupa en esta ocasión, quiero resaltar que existe una rama en psicología que se llama “Psicología positiva” y que es, ante todo, ciencia pura y dura. En la jerga popular es bastante común asociar la psicología positiva solamente con las emociones positivas y el optimismo, reduciendo y desvirtuando el sentido de esta ciencia. Nada tiene que ver con los unicornios cargados de figuritas en rosa pastel y brillos de purpurina barata, ni con los Mr. Wonderful, ni con lo “pasteloso”, en general. Todo eso no es más que marketing cuyo objetivo es crear un mercado que origine beneficios económicos y, ¿por qué no decirlo?, personas que se pueden llegar a sentir felices de usarlos. En cualquier caso, nada tiene que ver con el tema que quiero tratar, que no es otro que las ventajas “DE-MOS-TRA-DAS” de la psicología positiva y los intentos de desacreditación de los aprovechados de turno, sabedores de que la técnica consistente en lanzar improperios y descalificaciones suele tener una gran acogida entre cierto tipo de público, generalmente sin estudios, generalmente desconfiado de todo, generalmente sin criterio propio. Se trata de un público que busca, justamente eso, tener un criterio propio, destacado y diferenciador contra la mayoría. No deja de ser un intento de refuerzo de un “yo” dañado por una autoexigencia innecesaria así que se muestran ávidos de ir a contracorriente como sea y de la forma que sea, entre otras cosas porque piensan que eso les hace ser más “guays” y únicos. Exactamente igual que hacen las de los unicornios y las mariposas, pero con mensajes opuestos. Una vez más se demuestra que los extremos se suelen dar la mano.

Existen varias definiciones de lo que es la psicología positiva. Personalmente me gusta esta de Christopher Peterson[1]:

“La Psicología Positiva es el estudio científico de lo que hace que la vida valga más la pena. Es la llamada de la psicología científica y práctica para estar tan preocupados por las fortalezas como por las debilidades. Tan interesados en construir cosas mejores en la vida como en reparar lo que está peor. Y tan relacionado con crear vidas plenas en gente normal como en curar la patología

Tal como se puede comprobar en la reseña, no estamos hablando de un científico cualquiera. El señor Peterson es uno de los psicólogos más reconocidos en el campo de la psicología positiva. Fue miembro del Comité Directivo de Psicología Positiva y de la junta directiva de la Asociación Internacional de Psicología Positiva, miembro senior del Centro de Psicología Positiva y profesor del programa de Maestría en Psicología Positiva Aplicada de la Universidad de Pennsylvania. Fue coeditor de Psicología aplicada: salud y bienestar y editor de la serie de libros de psicología positiva para Oxford University.

Es destacado por su labor en el estudio del optimismo, la salud, el carácter, el bienestar y uno de los fundadores de la psicología positiva. Es autor de más de 300 publicaciones académicas. En 2003, el Instituto de Información Científica lo nombró entre los 100 psicólogos más citados en los últimos 20 años. En 2010, ganó el premio Golden Apple a la enseñanza sobresaliente, el premio a la enseñanza más prestigioso de la Universidad de Michigan.

Sin embargo, la definición “oficial”, sin duda, nos la ofrece el reconocido como “padre” de la psicología positiva: El señor Martin Seligman[2]:

“La psicología positiva es el estudio científico del funcionamiento humano positivo y el florecimiento en múltiples niveles que incluye las dimensiones biológica, personal, relacional, institucional, cultural y global de la vida.”.

Se encarga de estudiar las bases del bienestar psicológico y de la felicidad, así como de las fortalezas y virtudes humanas. La psicología positiva toma una perspectiva científica para estudiar lo que le da valor a la vida, y qué factores contribuyen para vivir una vida plena, reconociendo las particularidades que existen entre diferentes culturas. Este enfoque es denominado también, por algunos autores, como salutogénico[3].

Tradicionalmente, la psicología ha dedicado mucho esfuerzo a estudiar los aspectos negativos y patológicos del ser humano (ansiedad, estrés, depresión, etc.), dejando de enfocarse en el estudio de aspectos positivos, como la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, el bienestar psicológico (felicidad), la resiliencia, etc.

La psicología positiva complementa, sin la intención de reemplazar o ignorar, las áreas tradicionales de la psicología. Al enfatizar el estudio del desarrollo humano positivo, este campo ayuda a equilibrar otros enfoques que se centran en deficiencias y que pueden producir una comprensión limitada. Aunque el enfoque incluye el estudio del comportamiento y procesos individuales, también se incluye el estudio de las relaciones, los grupos y las organizaciones. Algunos investigadores del campo de la psicología positiva también han colaborado con economistas y sociólogos para explorar los factores sociales y económicos que pueden estar relacionados con el bienestar.

Una de las características que definen a la psicología positiva, respecto a sus antecedentes históricos, radica en que, en su origen, se establece que se enmarcará dentro del método científico. De esta forma, los hallazgos obtenidos, así como las aplicaciones, tendrán la garantía de haber sido validadas científicamente, entendiendo que, como todo conocimiento científico, está sujeto a revisión.

Por consiguiente, y a diferencia de lo que opinan esos gurús malintencionados que se dedican a denostar con palabras malsonantes a las personas y profesionales que abogan por la aplicación y el uso de la psicología positiva, queda más que demostrado científicamente que es de enorme utilidad. Su utilidad y aplicación es muy variada, ya sea como forma de crecimiento personal, como ayuda para cambios actitudinales que nos hagan sentir más reconfortados con nosotros mismos, como forma para combatir los vaivenes que nos da la vida, como estrategia para mejorar nuestra autoestima y nuestra resiliencia o, simplemente para sentirnos mejor, más felices, en mayor armonía, más plenos.

Martin Seligman nos explica que la felicidad no siempre depende de nuestra posición económica y social, nuestras creencias o nuestro físico. La felicidad en realidad es una combinación única de lo que él llamó “fortalezas distintivas”, como el sentido de humanidad, la templanza, la tenacidad, la compasión y la capacidad de llevar una vida significativa.

Hablar de Martin Seligman es hablar de una nueva era en la psicología. En los años 90, siendo presidente de la Asociación Americana de Psicología, dio una conferencia para señalar que la psicología necesitaba dar un nuevo paso, era necesario estudiar, desde un punto de vista científico, todo aquello que hace feliz al ser humano con objeto de poder ayudar a las personas a construir una realidad más satisfactoria.

Tras un incidente doméstico con su pequeña hija de 6 años, Seligman llegó a la conclusión de que, si pudiera ser capaz de controlar su mal humor, todo iría mejor para todos. Este fue el inicio de la psicología positiva como ciencia ya que de ahí surgieron los posteriores estudios.

De este modo, y basándose también en las nociones de la felicidad enunciadas en su momento por Confucio, Mencio y Aristóteles, junto a teorías modernas sobre la motivación, concluyó que la felicidad puede construirse trabajando tres dimensiones muy concretas:

3.     Las tres dimensiones de la felicidad

 

3.1 La vida placentera

Seligman no se refería, con este término, al hedonismo sino, más bien a promover emociones positivas y que sean duraderas en el tiempo. Lo primero, por supuesto, es cubrir las necesidades primarias (alimentación, reconocimiento, seguridad etc.). Luego es necesario que se encuentre un equilibrio entre nuestro pasado, nuestro presente y nuestras expectativas de futuro y para ello, la propuesta es:

-          Agradecer

-          Perdonar

-          Atención plena en el aquí y ahora

-          Esperanza y confianza en el futuro.

 

3.2 Construir una buena vida

Disfrutar de una buena vida no es tan fácil como pudiera parecer. Felicidad no es sinónimo de riqueza, posición social o éxito profesional. Es saber alcanzar nuestro máximo potencial humano y desarrollarlo para sentirnos más plenos y más libres.

Martin Seligman, junto al doctor Christopher Peterson, todo un experto en el campo de la esperanza y el optimismo, creó un sistema de clasificación de las fortalezas humanas con objeto de trabajarlas a diario:

a)      Sabiduría y conocimiento: se refiere a las fortalezas cognitivas que le otorgan al individuo la capacidad para adquirir y usar su conocimiento:

-          Curiosidad e interés por el mundo

-          Amor por el conocimiento y el aprendizaje

-          Juicio, pensamiento crítico, mentalidad abierta

-          Ingenio, originalidad, inteligencia práctica

-          Perspectiva: le permite al individuo abordar preguntas importantes y difíciles sobre la conducta y el sentido de la vida. Se utiliza para el bien o el bienestar de uno mismo y el de los demás.

-          Coraje

 

b)      Valentía: disposición a actuar voluntariamente, tal vez con miedo, en una circunstancia peligrosa. Es la determinación para enfrentarse a situaciones arriesgadas o difíciles.

-          Perseverancia y diligencia

-          Integridad, honestidad, autenticidad

-          Vitalidad y pasión

 

c)      Amor y humanidad: son las fortalezas interpersonales que se basan en el cuidado y el acercamiento a los demás.

-          Amor, apego, capacidad de amar y ser amado

-          Simpatía, amabilidad, generosidad

-          Inteligencia emocional, personal y social

 

d)      Justicia: son las fortalezas cívicas que promueven una vida social saludable entre grupos de personas como la familia, comunidad, nación y mundo.

-          Ciudadanía, civismo, lealtad, trabajo en equipo

-          Sentido de la justicia, equidad

-          Liderazgo

 

e)      Moderación: son las fortalezas que protegen a las personas de los excesos.

-         Capacidad de perdonar, misericordia: el perdón es olvidar la falta que ha cometido otra persona y no guardarle rencor o castigarla.

-         Modestia, humildad: capacidad de conocer las propias limitaciones y debilidades, y de actuar en consonancia.

-         Prudencia, discreción, cautela

-         Autocontrol, autorregulación

 

f)       Trascendencia: Son fortalezas emocionales que ayudan a construir conexiones más elevadas y/o íntimas y permanentes con las demás personas

-          Apreciación de la belleza y la excelencia, capacidad de asombro

-          Gratitud

-          Esperanza, optimismo, proyección hacia el futuro

-          Sentido del humor, actitud positiva y capacidad de bromear y reírse a pesar de los problemas.

-          Espiritualidad, fe, sentido religioso.

Martin Seligman decía que “La psicología no solo se centra en los comportamientos no saludables. También ayuda en la educación, el trabajo, las relaciones e incluso en los deportes. Los psicólogos y las psicólogas trabajan para ayudar a las personas a construir fortalezas en todos estos dominios”

3.3 Una vida significativa

Según Abraham Maslow[4], la vida significativa se situaría en la cúspide de su pirámide:



Justo ahí es donde orientamos nuestras propias fortalezas y virtudes desarrolladas para contribuir a la felicidad de los demás. Estamos hablando, lógicamente, de altruismo que coincide con la definición de bondad de Seligman: “El arte de saber elevarnos más allá del mero placer personal para ponernos al servicio de quienes nos rodean.”

4.     La bondad

(“La bondad consiste en querer lo mejor para el otro, regocijarte de sus éxitos y felicidad”. -Chökyi Nyima Rimpoché-)

Debo aclarar que el ejercicio de la bondad no es nada fácil en estos tiempos. No porque cueste mayor esfuerzo sino porque hay demasiada gente que desconfía de los demás y cuando ven que alguien trata de ejercer la bondad, empiezan a mirar de reojo y a intentar dar explicaciones a las acciones de bondad que nada tienen que ver con esta. Hablamos de comentarios del tipo… “algo busca”, “se quiere ganar mi confianza para luego darme la puñalada”, “no me creo que haya hecho o dicho esto o aquello”, “dudo que no haya obtenido algún beneficio con su acción” etc.

Tengo que decir que es perfectamente compatible el ejercicio de la bondad y del altruismo, con buscar el propio beneficio. Las personas no ejercemos la bondad de forma permanente, de la misma forma que no buscamos el beneficio egoísta permanentemente. Sin embargo, la bondad es incompatible con la desconfianza. Para el ejercicio de la bondad es necesario abrir corazón y alma y eso supone confiar aun a riesgo de, en alguna ocasión, sentir desconsuelo ante la frustración que supone no cumplir con las expectativas.

Los experimentos científicos realizados por el profesor Seligman y su equipo sobre la satisfacción de las personas ofrecieron resultados interesantísimos. Mientras intentaban averiguar hasta qué punto la búsqueda del placer hedonista, la emoción positiva, la vida placentera, la búsqueda de compromiso o el estado de flujo ayudaban a las personas a obtener satisfacción, descubrieron que el compromiso y la búsqueda de significación son más importantes que la búsqueda del placer. Comprobaron que el placer sólo importa, desde un punto de vista de contribución a la felicidad, cuando se disfruta de una vida de compromiso y a la que le has encontrado significado y sentido.

En conclusión, la vida plena sería el resultado de los tres componentes: placer, compromiso y significado. Si algo falta, hay “vacíos”.

Ni Seligman ni yo creemos en esas personas que parecen vivir en un constante estado de optimismo ingenuo y felicidad constante, sin embargo, tampoco es lógico y sano caer en el desánimo persistente y el pesimismo. El estado ideal del ser humano es un optimismo realista, aprendido y positivo, capaz de ver en los reveses un desafío temporal y limitado.

Tras años de trabajo, Seligman descubrió que todo ser humano puede sucumbir a lo que él llamaba “indefensión aprendida”[5]. De la misma forma, encontró que también somos capaces de poseer un “optimismo realista”[6] (recomiendo la lectura de este libro de Ángel Alcalá) no natural, que adquirimos de la observación y del aprendizaje que extraemos de la experimentación directa con la realidad.

Este optimismo aprendido controla los procesos de interpretación que realiza nuestra mente, tanto los que se realizan sobre el pasado como los que se realizan sobre el presente. También influye a la hora de establecer nuestras expectativas futuras y en el grado de frustración que puede provocarnos su incumplimiento.

Dando por hecho y por sabido que el optimismo aprendido es la capacidad de reacción ante los reveses asumiendo nuestra capacidad personal, sabiendo que son temporales, particulares y que requieren esfuerzo y habilidad para ser superados, la gran pregunta sería:

5.     ¿Cómo fomentar el optimismo aprendido?

Seligman nos aconseja poner en marcha la técnica de “Las Tres Bendiciones” para fomentar el optimismo realista. Además, aconsejo las siguientes pautas:

-          Fortalecer la autoestima y el convencimiento de que tenemos la capacidad para superar las dificultades propias de la vida. La forma en que las percibimos y valoramos nos marcará la diferencia entre un afrontamiento positivo o la resignación. Por tanto, en que seamos positivos, seremos menos propensos a sentirnos indefensos y buscaremos los mejores recursos para seguir adelante.

-          Fortalecer nuestro control interno. Esto nos ayudará a asumir que está en nuestras propias manos la posibilidad de cambiar el curso de las cosas negativas y extraer lo mejor de cada situación. Para ello, aprende a diferenciar lo que puedes controlar y lo que no; asume la crítica como oportunidades de crecimiento y asume la responsabilidad de tus acciones.

-          Aceptar desafíos. La idea es que salgamos de nuestra zona de confort y nos atrevamos a afrontar retos del tipo que sea. Mira a ver qué te gustaría hacer, qué te atrae, qué posibilidades tienes de llevarlo a cabo y ¡HAZLO! Doy fe de que funciona. Esto te ayudará a fortalecer la autoestima y tener una mayor confianza en ti mismo/a.

-          Aprender de los errores y los fracasos. Muchas personas desisten de sus objetivos ante el primer fallo. Sin embargo, los errores nos enseñan a hacerlo mejor en los próximos intentos. Por tanto, ante cualquier equivocación, analiza la situación y corrige lo que tengas que corregir.

-          No te compararse con nadie. Cada persona tiene su propia historia, sus ritmos y sus velocidades. Valora tus propias fortalezas y acepta tus debilidades y flaquezas. Trabájalas para convertirte en la mejor versión de ti mismo/a.

   Debemos evitar confundir el optimismo realista con el optimismo ingenuo, el cual nos lleva a ver todo color de rosa porque sí, sin ningún fundamento; y en donde la verdadera realidad se evita para que no afecte a esa perspectiva perfecta del mundo que hemos fantaseado. Para ello, la experiencia y el contacto directo con la realidad son fundamentales, de ahí que las personas que han tenido que pasar por experiencias y situaciones duras a lo largo de la vida y han salido airosas psicológicamente hablando, tienen mayor capacidad para el optimismo realista y, por consiguiente, para valorar y agradecer y, de esa forma ser más felices.

   Todo lo contrario ocurre con la vida aburguesada y acomodada, instalada en zonas de confort que llevan a quitar valor a todo lo que se tiene o que renuncia al placer venido del esfuerzo por conseguir metas. Esta es la explicación de por qué, no siempre, quienes más tienen son más felices.

6.     La persona más feliz del mundo

Mattieu Ricard[7], doctor en biología molecular y monje budista, fue nombrado el hombre más feliz del mundo hace ya algunos años. Afirma que: “cuando el altruismo es nuestro estado mental principal – nuestro funcionamiento por defecto -, este se manifiesta a través de la bondad hacia quienquiera que entre en nuestro centro de atención. Es sinónimo de buena voluntad, buena disposición e inclinación a ayudar”.

A mi humilde entender, esta es la clave. Esto es lo que a muchas personas nos mueve. No quiere decir que tengamos éxito en todos nuestros intentos. Quiere decir que hay una fuerza, un espíritu, un empuje que nos lleva a ejercer la bondad. No se trata de salvar al mundo, ni tan siquiera ha de tener trascendencia. Se trata, más bien, de que en nuestro día a día, en nuestro entorno, con las personas con las que nos relacionamos de la forma que sea, exista esa fuerza, ese objetivo perpetuo de bondad. Es posible complementar la bondad con la estupidez de la misma forma que es posible no complementarla. Lo que sí afirmo es que la bondad ha de ser una elección consciente y esa decisión sí que es incompatible con ser persona ilusa. Las personas ilusas y las personas desconfiadas tienen mucho más complicado ser bondadosas, por una parte porque, como he dicho antes, la bondad ha de ser elegida de forma consciente y por otra porque a veces muchas personas eligen la bondad por miedos, por convencionalismos sociales, por mantener un estatus que alimente su autoestima o porque no tienen otra opción. En todos estos casos no hay altruismo y sin altruismo no hay bondad.

Ricard no está nombrado el hombre más feliz del mundo así como así. En investigaciones en la Universidad de Wisconsin hallaron que cuando Ricard medita, logra una espectacular activación de la corteza prefrontal izquierda. Esta área del cerebro se relaciona con las emociones positivas. Así pues, meditar en el amor, la compasión y ser altruista no solo hace felices a los demás, sino que repercute directamente en nuestro propio nivel de felicidad y bienestar.

El propósito de la psicología positiva, tal como hemos dicho anteriormente, es el estudio de las condiciones y procesos que permiten el desarrollo óptimo de las personas, los grupos y/o las instituciones. Para tal desarrollo óptimo, a veces, hay que desaprender para volver a aprender y hay que tener claros los objetivos, las herramientas y las pautas a seguir para sentirnos mejor. Ojalá todo el mundo confiara en la psicología positiva porque, sin duda, todo nos iría mejor a todos.

No existen ni panaceas ni milagros. Existe la voluntad de esfuerzo, existe el método y existen las herramientas y aun así, dependiendo de cada persona, todo puede prolongarse en el tiempo. Lo que es indudable es la influencia en la mejora personal.

Los aportes de la psicología positiva han tenido un gran impacto en distintos campos de la intervención psicológica. Especialmente en las áreas clínicas, de la salud y educativa.

En el área clínica se desarrollan estrategias terapéuticas que tratan de favorecer una experiencia emocional positiva. La intervención está orientada hacia la prevención y tratamiento de los problemas derivados de la ansiedad, la depresión, la agresión y el estrés, entre otros.

En el área de la salud, el propósito de la psicología positiva, es estudiar las fortalezas y las virtudes humanas, así como los efectos que estas tienen sobre los individuos y la sociedad, lo cual sirve para la prevención, básicamente ya que constituye una especie de barrera contra trastornos de tipo psicológico y contribuyen al aumento de la capacidad resiliente.

En el área de la educación, la psicología positiva se enfoca en las fortalezas o cualidades positivas de las personas (educadores y educandos). Se ha evidenciado que aquellos docentes que enfatizan en las experiencias positivas sobre el desarrollo de habilidades en los discentes, hacen que estos tengan mayor probabilidad de experimentar altos niveles de autoeficacia y otras características de desarrollo psicológico positivo.

7.     El modelo PERMA

El otro gran aporte de Martin Seligman a la psicología es el “Modelo PERMA”; el cual describe la elección libre de las personas para aumentar su bienestar. Por tanto, recoge las bases y los indicadores para conseguir sentirse bien, positivos y mantener esa actitud y sensación el mayor tiempo posible, tanto en el día a día como en el total del tiempo de vida.

PERMA es un acrónimo que agrupa los cinco elementos principales sobre los que gira este modelo:

P: Positive emotions ( Emociones positivas): Consiste en aumentar las emociones positivas pero sin eliminar las negativas sino, más bien como estrategia para batallar con ellas.

E: Engagement (compromiso): Debemos establecer un compromiso con nosotros mismos para, en el aquí y ahora, tratar de seguir pautas saludables.

R: Relationships (relaciones): Implica el fomento de relaciones sanas ya que es un factor fundamental de bienestar.

M: Meaning and purpose (significado y propósito): Este factor significa búsqueda de propósito a la vida así como pertenencia a algo más grande que uno mismo.

A: Accomplishment (logro): Implica éxito y consecución de objetivos. Significa el establecimiento de metas, las cuales, una vez alcanzadas nos harán sentir competentes, útiles y autosuficientes.

8.     Fortalezas

Tanto Aristóteles como Santo Tomás de Aquino[8] , cuya tumba tuve el placer de visitar en el convento de los Jacobinos de Toulouse (Francia), ya dejaron constancia en su momento de lo que ellos llamaron “las dimensiones para el bien” o, dicho de forma más entendible, “las virtudes del ser humano”. Seligman y Peterson, se basaron también en estas teorías para desarrollar un listado de dimensiones que pueden medirse para poder decirnos cuáles son nuestras fortalezas de carácter y que son las siguientes:

A) Sabiduría y conocimiento

¡Ojo!, porque uno puede disponer de un potencial intelectual por encima de la media, sin embargo, el CI no nos hace sabios. De hecho, una de las características que definía precisamente a Albert Einstein (claro ejemplo de CI por encima de la media) era esta misma fortaleza: la de la sabiduría. Este concepto necesita de la integración de conceptos como la creatividad, la curiosidad sin límites, el deseo de aprender o la necesidad de mantener siempre una mente abierta.

B) Coraje

Imprescindible para manejarnos por la vida. Nos otorga algo más importante que la propia valentía, como es la motivación para afrontar la adversidad cotidiana. Implica persistencia, integridad, tenacidad, entusiasmo y vitalidad por superarnos y crecer.

C) Humanidad

Quien posee humanidad y por consiguiente una ética basada en la compasión, cooperación, respeto y ayudas, crea puentes y esperanza entre las personas. Esta dimensión simboliza a quienes se preocupan por los demás de manera activa.

Define a quienes les encanta conectar con las personas cercanas de manera auténtica. Define, asimismo, a las personas empáticas, a quienes se interesan por las necesidades y realidad personal de los demás. Son esas personas que saben dar afecto, que escuchan, que apoyan, que son amables, educadas, alegres, cariñosas y transforman la realidad siempre a mejor.

D) Justicia

Ninguna sociedad avanzada y sabia podría existir sin el sentido de la justicia. Esta es otra de esas fortalezas de carácter que todos deberíamos desarrollar de manera íntegra. Nos sirve para asumir nuestra responsabilidad social y nuestro compromiso con nosotros y los demás. Defendemos lo que es noble, lo que es adecuado para el conjunto mediante la lealtad y el respeto.

E) Templanza

Templanza es una de esas palabras que no usamos con demasiada frecuencia a pesar de la enorme importancia que tiene como fortaleza de carácter. La templanza es útil y necesaria.

Define a quienes no caen en los excesos, a las personas que saben regularse y mantener el autocontrol y el equilibrio. Supone, igualmente, aplicar la  calma en momentos de tormenta, saber hacer uso del perdón, de la piedad y no del odio, el rencor o la ira.

F) Transcendencia

Esta última de las fortalezas de carácter enunciadas por Seligman y Peterson no puede ser más inspiradora. Ser trascendente o aplicar la trascendencia significa tener un propósito y querer aspirar a la excelencia.

Implica la autorrealización que nos lleva a interesarnos y apreciar aspectos como la esperanza, la belleza, la coherencia, la espiritualidad…

Trascender es ir más allá de lo visible para zambullirnos en la inmensidad del conocimiento y sentirnos tan libres como responsables.

G) La autenticidad

Las personas auténticas están en sintonía con sus valores y sus actos. Dicen lo que hacen y hacen lo que piensan. Son personas coherentes y fieles a sí mismas. No vemos artificialidad en ellas, son sinceras, humildes y saben qué es lo más importante en cada momento. Esta fortaleza actúa como una especie de brújula ya que gracias a ella no nos dejamos condicionar ni dominar. Básicamente, las personas auténticas, siguen lo que les dicta su corazón.

*Desde un punto de vista neurológico, las últimas investigaciones al respecto muestran que estas fortalezas humanas pueden actuar como amortiguadores contra las enfermedades mentales

9.     Algunas consignas clarificadoras

 

-          La positividad es posible y deseable entrenarla y adoptarla como forma de observar el mundo gracias a la psicología positiva, siempre y cuando, esté acompañada de dosis de realidad y responsabilidad.

-          Desarrollar un pensamiento optimista no significa dejar de sentir dolor o tristeza, sino entender que estas emociones y estados de ánimos forman parte de un proceso por el que hay que pasar.

-          Todos conocemos a personas pesimistas que creen que los problemas o las situaciones negativas son lo único que tiene importancia. Todo su mundo gira alrededor del victimismo, la queja, los conflictos y la negatividad. Todo eso es clarísimamente mejorable gracias a la psicología positiva.

-          Casi todo puede superarse con el tiempo, el esfuerzo y una buena gestión emocional. En toda la casuística humana es posible obtener un aprendizaje y en cualquier caso podremos ver la situación de otra forma o buscar alternativas.

-          La psicología positiva nos ayuda a relativizar, a centrarnos sin acudir a los extremos. Ni todo es tan malo ni tan bueno.

-          La psicología positiva favorece el desarrollo de la autoconfianza y la valoración de uno mismo, origen de muchos de los conflictos (para con el mundo y para con ellas mismas) de muchas personas.

-          «Los hábitos de pensamiento no tienen por qué persistir para siempre. Uno de los hallazgos más significativos de la psicología en los últimos veinte años, es que los individuos eligen su forma de pensar». -Martin Seligman-

-          La gestión que hacemos de nuestras relaciones interpersonales está directamente relacionada con nuestra salud mental, en particular con la autoestima y las estrategias de solución de problemas que solemos usar. En este sentido, la “indefensión aprendida” (ausencia de esperanza e inacción) nos impide movilizar nuestras “herramientas” para intentar salir de las contrariedades o lo que es lo mismo. Nos hace bajar los brazos y rendirnos (antesala de la depresión)

-          Los sentimientos y emociones, como el amor, el coraje, la valentía, la insistencia o el desarrollo de la inteligencia social, se pueden aprender/mejorar. Esto ayuda a reestructurar los pensamientos negativos y a su vez, conduce a salir airosos en situaciones que ponen a prueba nuestra fortaleza mental.

-          Centrar nuestra atención en aspectos positivos tanto de nuestra vida como de nosotros mismos nos hará sentir mejor.

-          “La felicidad auténtica tiene que ver con vivir una vida llena de agradecimiento”. -Martin Seligman-

-          “Nuestras fortalezas y virtudes trabajan en contra de la desgracia y en contra de los trastornos psicológicos, y son la clave para aumentar la resiliencia.” -Martin Seligman-

-          “Los hábitos de pensamiento no tienen por qué persistir para siempre. Uno de los hallazgos más significativos de la psicología en los últimos veinte años, es que los individuos eligen su forma de pensar.” -Martin Seligman-

 

10. Conclusiones

 

-          A todos esos gurús que hablan en tono despectivo (incluido el insulto) de la psicología positiva, de la posibilidad de intervención en nuestra propia positividad para cambiar y mejorar hacia una vida más plena, armoniosa y feliz, les digo que se informen bien antes de lanzar consignas dañinas que impiden que muchas personas puedan o quieran crecer.

-          A esos otros que están informados y que aun así se apuntan a ganar sus “minutos de gloria” en redes sociales a costa de incautos… allá ellos y allá los/las incautos/as.

-          A quienes se ríen de la psicología positiva sin saber siquiera de qué se trata, a quienes confunden términos, a quienes leen unas cosas y entienden otras, a quienes deciden renunciar a la mejora personal (“porque yo soy así”) o incluso al altruismo para no sentirse tontos/as ni manipulables… allá cada cual. Decidir es libre. Ellos/as se lo pierden y, obviamente, pagan las consecuencias.

-          A todas las personas, en general, mi consejo es que cuando sintáis que dejáis de ser vosotros mismos o veis en vosotros actitudes o comportamientos que no os gustan, que se alejan de lo que queréis ser o que os hacen vivir en estrés o con ansiedad, es muy probable que haya alguien o algo que os está afectando negativamente, que contamina vuestro aire y lo llena de toxicidad. En esos casos, mi humilde consejo es, en primer lugar, que os apartéis de esas personas o situaciones. Mi segundo consejo es que recurráis a la psicología positiva para activar de nuevo lo mejor de vosotros y mi tercer consejo es que tratéis de mejorar vuestra inteligencia emocional con el objetivo de que no os vuelva a pasar y podáis detectar cuanto antes la entrada en vuestra vida de personas o actividades indeseables ya que en muchas ocasiones, suelen venir muy bien disfrazadas y dan lugar a confusiones que, generalmente, se pagan caras. Hay muchos casos de maltrato o trato inmerecido continuo, constante y prolongado en el tiempo que, indudablemente, os pueden hacer mella. Es más, en muchas ocasiones, no lo detectaréis hasta que por motivos circunstanciales no os alejéis de esa persona o situación. 

-          Mi último consejo es que confíen en los profesionales, que confíen en los científicos de bien, que duden de los rumores, que desconfíen de quienes usan términos despectivos para tirar por tierra lo científicamente demostrado, que se informen en la medida de sus posibilidades. La felicidad y el bienestar están en juego.

 

11.  Bibliografía. Libros recomendados

 

1.      La auténtica felicidad, Martin E. P. Seligman

2.      Practicar la felicidad, Tal Ben Sahar

3.      Fluir (Flow): una psicología de la felicidad, Mihaly Csikszentmihalyi

4.      Una nueva tierra: un despertar al propósito de la vida, Ekhart Tolle

5.      Superar la adversidad: el poder de la resiliencia, Luis Rojas Marcos

6.      59 segundos: piense un poco, cambie mucho, Richard Wisheman

7.      ¿Está lleno su cubo? Estrategias para potenciar sus emociones positivas, Donald O. Clifton

 

 

Fdo. Diego Bueno

 

 

 



[1] Nombre:             Christopher Peterson

Nacimiento           18 de febrero de 1950 en Göteborg, Suecia

Fallecimiento       9 de octubre de 2012 en Michigan. Estados Unidos

Nacionalidad        Europea

Educación             Universidad de Colorado en Boulder, Universidad de Pensilvania

Alma mater          Universidad de Pensilvania

Ocupación            Psicólogo, Escritor, Científico, Filósofo y Profesor.

Obras destacadas: “Character Strengths” and “Virtues”, A Prime in Positive Psychology, Personality 

 

 

[2] Martin Seligman es un psicólogo y escritor estadounidense. Se le conoce principalmente por sus experimentos sobre la indefensión aprendida y su relación con la depresión. En los últimos años se le conoce igualmente por su trabajo e influencia en el campo de la psicología positiva. ​ (Wikipedia)

Nacimiento: 12 de agosto de 1942 (edad 80 años), Albany, Nueva York, Estados Unidos

Educación: Universidad de Pensilvania (1967), Universidad de Princeton

Alumna destacada: Susan Nolen-Hoeksema

Películas: El dulce sabor del éxito

Premios: Joseph Zubin Award (1997), APA Award for Lifetime Contributions to Psychology (2017)

[3] La salutogénesis es el origen de la salud y se centra en los factores que respaldan la salud y el bienestar humanos, en lugar de los factores que causan la enfermedad (patogénesis). Más específicamente, el "modelo salutogénico" se ocupó originalmente de la relación entre la salud, el estrés y el afrontamiento a través de un estudio de sobrevivientes del holocausto. A pesar de pasar por la dramática tragedia del holocausto, algunos sobrevivientes pudieron prosperar más adelante en la vida. El descubrimiento de que debe haber poderosos factores causantes de la salud condujo al desarrollo de la salutogénesis. El término fue acuñado por Aaron Antonovsky,​ profesor de sociología médica. La pregunta salutogénica planteada por Aaron Antonovsky es:

¿Cómo se puede ayudar a esta persona a avanzar hacia una mejor salud?

Las teorías de Antonovsky rechazan la "dicotomía del modelo médico tradicional que separa la salud y la enfermedad". Describió la relación como una variable continua, lo que llamó el "health-ease versus dis-ease continuum”. ​ La salutogénesis abarca más que los orígenes de la salud y ha evolucionado para tratar las causas multidimensionales de niveles más altos de salud. Los modelos asociados con la salutogénesis generalmente incluyen enfoques holísticos relacionados al menos con las dimensiones física, social, emocional, espiritual, intelectual, vocacional y ambiental. (Wikipedia)

[4] Abraham Maslow fue un psicólogo estadounidense conocido como uno de los fundadores y principales exponentes de la psicología humanista. Se trata de una corriente psicológica que postula la existencia de una tendencia humana básica hacia la salud mental, que se manifestaría como una serie de procesos de búsqueda de autoactualización y autorrealización.

[5] http://www.ub.edu/psicologia_ambiental/unidad-4-tema-8-4-2

[6] https://www.amazon.es/Optimismo-Realista-Reflexiones-pr%C3%A1cticas-dificultades/dp/841821175X

[7] Matthieu Ricard (Aix- les-Bains, 15 de febrero de 1946) es un monje budista francés que reside en el monasterio Shechen Tennyi Dargyeling en Nepal.

Es hijo del renombrado filósofo francés Jean-François Ricard y de la pintora Yahne Le Toumelin, por lo que creció rodeado de las ideas y personalidades de los círculos intelectuales franceses. Viajó por primera vez a la India en 1967.

Estudió en el Licèe Janson de Sailly de París. Obtuvo el doctorado en biología molecular en el Instituto Pasteur bajo el patrocinio del premio Nobel de Fisiología o Medicina François Jacob. Después de terminar su tesis doctoral en 1972, Ricard decidió abandonar su carrera científica y concentrarse en la práctica del budismo tibetano. Vivió en el Himalaya y fue discípulo de Kangyur Rinpoche, un maestro de una ancestral escuela budista de la tradición Nyingma.

 

[8] Santo Tomás de Aquino fue un presbítero, fraile, teólogo, filósofo y jurista católico perteneciente a la Orden de Predicadores, es considerado el principal representante de la enseñanza escolástica​ y una de las mayores figuras de la teología sistemática.​


HABLEMOS DE: "EL MAL EN INTERNET"… POR FIN!!

  HABLEMOS DE "EL MAL EN INTERNET"… POR FIN!!    Internet, en general y las redes sociales, en particular, nos han acercado tanto...