ÍNDICE
1. Introducción
2. Psicología positiva
3. Las tres dimensiones de la
felicidad
3.1 La vida placentera
3.2 Construir una buena vida
3.3 Una vida
significativa
4. La bondad
5. ¿Cómo fomentar el optimismo
aprendido?
6. La persona más feliz del mundo
7. El modelo PERMA
8. Fortalezas
A)
Sabiduría y conocimiento
B)
Coraje
C)
Humanidad
D)
Justicia
E)
Templanza
F)
Transcendencia
G)
La autenticidad
9. Algunas consignas clarificadoras
10. Conclusiones
11. Bibliografía. Libros
recomendados
En todas las épocas de la humanidad han existido los/las
negacionistas, es decir, gente que, en su afán por renunciar al progreso
humano, o por alzarse como salvadores del mundo ante el supuesto engaño masivo
o simplemente mentes cerradas y limitadas, ha apostado por el continuismo
incluso negando lo evidente, lo demostrado, lo científicamente avalado. Aún hay
asociaciones de “terraplanistas”, antivacunas y, en general, anti-todo. Es ese
tipo de personas desconfiadas que para más inri, presumen de ello. Suelen
pensar algo así como…”podréis engañar a los imbéciles, pero a mí no” o… “No se
si me quieren engañar pero por si acaso…”. La diferencia respecto a otros
tiempos es que actualmente, gracias a internet, redes sociales, mensajería
instantánea y por supuesto, medios de comunicación tradicionales (incluidas las
barras de bar), cualquiera tiene voz y es capaz de llegar a mucha gente. Esta
característica implica el riesgo de que haya quienes aprovechen para lanzar
mensajes populistas capaces de crear tendencias. En muchas ocasiones se trata
de tendencias envenenadas que pueden llegar a afectar y hacer daño a muchas
personas, máxime cuando esas tendencias se traducen en votos hacia ciertas
opciones políticas que tienen el poder de hacer de nuestras vidas algo
indeseable. Recientemente en la historia tenemos ejemplos clarísimos del éxito
de mensajes populistas lanzados en ciertos momentos de flaqueza por supuestos
salvadores de la humanidad. Debemos pensar que hay demasiadas personas que se
quedan solo con los titulares de las noticias y que estamos tan saturados de información
que sería imposible contrastar todo lo que nos llega. Todo eso lo saben los “listillos”
que buscan hacer negocio de ello, los negacionistas o los “conspiracionistas”.
No nos olvidemos del goce que en sí produce el alzarse como descubridor de una gran
mentira. Llega al punto de que mucha gente (generalmente personas desconfiadas,
llenas de miedos o sin fe en lo humano) termina dando crédito a cualquier
noticia o pensamiento que vaya en contra de la línea científica o la línea
mayoritaria. Y lo hacen porque sí. Generalmente sin argumentos o, como mucho,
dando crédito a gurús que enarbolan la bandera de un supuesto pensamiento
crítico. Claro que hay médicos antivacunas. “Hay de to”, que se dice por aquí
por el sur de España. Incluso todo el mundo debe ser libre de creer en lo que
quiera, claro que sí. Hay quienes aún se creen, por ejemplo, la historia de
Adán y Eva y un dios que igual que aboga por el “ojo por ojo…”, nos pide que pongamos
la otra mejilla. Generalmente los manipuladores y demás negacionistas, suelen
caer en contradicción y suelen mostrarse como incongruentes.
En cualquier caso, esto no va de: “Mi palabra contra
la tuya y las dos son igualmente válidas y en eso consiste la libertad de
opinión y pensamiento”. Siento deciros, a los que así pensáis, que os guste o
no, la tierra no es plana. Y no es que lo diga yo, dado que yo no soy nadie
absolutamente en nada. Además del sentido común, que ese sí que puede ser
subjetivo, lo dicen las evidencias científicas, los estudios serios de los más
reputados científicos y los argumentos contrastados a lo largo de muchos años.
Centrándonos en el tema que me ocupa en esta ocasión,
quiero resaltar que existe una rama en psicología que se llama “Psicología
positiva” y que es, ante todo, ciencia pura y dura. En la jerga popular es
bastante común asociar la psicología positiva solamente con las emociones
positivas y el optimismo, reduciendo y desvirtuando el sentido de esta ciencia.
Nada tiene que ver con los unicornios cargados de figuritas en rosa pastel y
brillos de purpurina barata, ni con los Mr. Wonderful, ni con lo “pasteloso”,
en general. Todo eso no es más que marketing cuyo objetivo es crear un mercado
que origine beneficios económicos y, ¿por qué no decirlo?, personas que se
pueden llegar a sentir felices de usarlos. En cualquier caso, nada tiene que
ver con el tema que quiero tratar, que no es otro que las ventajas “DE-MOS-TRA-DAS” de la psicología positiva y los
intentos de desacreditación de los aprovechados de turno, sabedores de que la
técnica consistente en lanzar improperios y descalificaciones suele tener una
gran acogida entre cierto tipo de público, generalmente sin estudios,
generalmente desconfiado de todo, generalmente sin criterio propio. Se trata de
un público que busca, justamente eso, tener un criterio propio, destacado y
diferenciador contra la mayoría. No deja de ser un intento de refuerzo de un
“yo” dañado por una autoexigencia innecesaria así que se muestran ávidos de ir a
contracorriente como sea y de la forma que sea, entre otras cosas porque
piensan que eso les hace ser más “guays” y únicos. Exactamente igual que hacen
las de los unicornios y las mariposas, pero con mensajes opuestos. Una vez más
se demuestra que los extremos se suelen dar la mano.
Existen varias definiciones de lo que es la psicología
positiva. Personalmente me gusta esta de Christopher Peterson:
“La Psicología
Positiva es el estudio
científico de lo que
hace que la vida valga más la pena. Es la llamada de la psicología científica y
práctica para estar tan preocupados por las fortalezas como por las
debilidades. Tan interesados en construir cosas mejores en la vida como en
reparar lo que está peor. Y tan relacionado con crear vidas plenas en gente
normal como en curar la patología”
Tal como se puede comprobar en la reseña, no estamos
hablando de un científico cualquiera. El señor Peterson es uno de los
psicólogos más reconocidos en el campo de la psicología positiva. Fue miembro
del Comité Directivo de Psicología Positiva y de la junta directiva de la
Asociación Internacional de Psicología Positiva, miembro senior del Centro de
Psicología Positiva y profesor del programa de Maestría en Psicología Positiva
Aplicada de la Universidad de Pennsylvania. Fue coeditor de Psicología aplicada:
salud y bienestar y editor de la serie de libros de psicología positiva para
Oxford University.
Es destacado por su labor en el estudio del optimismo,
la salud, el carácter, el bienestar y uno de los fundadores de la psicología
positiva. Es autor de más de 300 publicaciones académicas. En 2003, el
Instituto de Información Científica lo nombró entre los 100 psicólogos más
citados en los últimos 20 años. En 2010, ganó el premio Golden Apple a la
enseñanza sobresaliente, el premio a la enseñanza más prestigioso de la
Universidad de Michigan.
Sin embargo, la definición “oficial”, sin duda, nos la
ofrece el reconocido como “padre” de la psicología positiva: El señor Martin
Seligman:
“La psicología positiva es el estudio
científico del funcionamiento humano positivo y el florecimiento en múltiples
niveles que incluye las dimensiones biológica, personal, relacional,
institucional, cultural y global de la vida.”.
Se encarga de estudiar las bases del bienestar
psicológico y de la felicidad, así como de las fortalezas y virtudes humanas.
La psicología positiva toma una perspectiva científica para estudiar lo que le
da valor a la vida, y qué factores contribuyen para vivir una vida plena,
reconociendo las particularidades que existen entre diferentes culturas. Este
enfoque es denominado también, por algunos autores, como salutogénico.
Tradicionalmente, la psicología ha dedicado mucho
esfuerzo a estudiar los aspectos negativos y patológicos del ser humano
(ansiedad, estrés, depresión, etc.), dejando de enfocarse en el estudio de
aspectos positivos, como la creatividad,
la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, el bienestar psicológico
(felicidad), la resiliencia, etc.
La psicología positiva complementa, sin la
intención de reemplazar o ignorar, las áreas tradicionales de la
psicología. Al enfatizar el estudio del desarrollo humano positivo, este campo
ayuda a equilibrar otros enfoques que se centran en deficiencias y que pueden
producir una comprensión limitada. Aunque el enfoque incluye el estudio del
comportamiento y procesos individuales, también se incluye el estudio de las
relaciones, los grupos y las organizaciones. Algunos investigadores del campo
de la psicología positiva también han colaborado con economistas y sociólogos
para explorar los factores sociales y económicos que pueden estar relacionados
con el bienestar.
Una de las características que definen a la psicología
positiva, respecto a sus antecedentes históricos, radica en que, en su origen,
se establece que se enmarcará dentro del método
científico. De esta forma, los hallazgos obtenidos, así como las
aplicaciones, tendrán la garantía de haber sido validadas científicamente,
entendiendo que, como todo conocimiento científico, está sujeto a revisión.
Por consiguiente, y a diferencia de lo que opinan esos
gurús malintencionados que se dedican a denostar con palabras malsonantes a las
personas y profesionales que abogan por la aplicación y el uso de la psicología
positiva, queda más que demostrado científicamente que es de enorme utilidad.
Su utilidad y aplicación es muy variada, ya sea como forma de crecimiento
personal, como ayuda para cambios actitudinales que nos hagan sentir más
reconfortados con nosotros mismos, como forma para combatir los vaivenes que
nos da la vida, como estrategia para mejorar nuestra autoestima y nuestra
resiliencia o, simplemente para sentirnos mejor, más felices, en mayor armonía,
más plenos.
Martin Seligman nos
explica que la felicidad no siempre depende de nuestra posición económica y
social, nuestras creencias o nuestro físico. La felicidad en realidad es una combinación única de
lo que él llamó “fortalezas distintivas”, como el sentido de humanidad, la
templanza, la tenacidad, la compasión y la capacidad de llevar una vida
significativa.
Hablar de Martin
Seligman es hablar de una nueva era en la psicología. En los años 90, siendo
presidente de la Asociación Americana de Psicología, dio una conferencia para
señalar que la psicología necesitaba dar un nuevo paso, era necesario estudiar,
desde un punto de vista científico, todo aquello que hace feliz al ser humano
con objeto de poder ayudar a las personas a construir una realidad más
satisfactoria.
Tras un incidente
doméstico con su pequeña hija de 6 años, Seligman llegó a la conclusión de que,
si pudiera ser capaz de controlar su mal humor, todo iría mejor para todos.
Este fue el inicio de la psicología positiva como ciencia ya que de ahí
surgieron los posteriores estudios.
De este modo,
y basándose también en las nociones de la felicidad enunciadas en su
momento por Confucio, Mencio y Aristóteles, junto a teorías modernas sobre la
motivación, concluyó que la felicidad puede construirse trabajando tres
dimensiones muy concretas:
Seligman no se
refería, con este término, al hedonismo sino, más bien a promover emociones
positivas y que sean duraderas en el tiempo. Lo primero, por supuesto, es
cubrir las necesidades primarias (alimentación, reconocimiento, seguridad
etc.). Luego es necesario que se encuentre un equilibrio entre nuestro pasado,
nuestro presente y nuestras expectativas de futuro y para ello, la propuesta
es:
-
Agradecer
-
Perdonar
-
Atención
plena en el aquí y ahora
-
Esperanza
y confianza en el futuro.
Disfrutar de una
buena vida no es tan fácil como pudiera parecer. Felicidad no es sinónimo de
riqueza, posición social o éxito profesional. Es saber alcanzar nuestro máximo
potencial humano y desarrollarlo para sentirnos más plenos y más libres.
Martin Seligman, junto
al doctor Christopher Peterson, todo un experto en el campo de la
esperanza y el optimismo, creó un sistema de clasificación de las
fortalezas humanas con objeto de trabajarlas a diario:
a)
Sabiduría
y conocimiento: se
refiere a las fortalezas cognitivas que le otorgan al individuo la capacidad
para adquirir y usar su conocimiento:
-
Curiosidad
e interés por el mundo
-
Amor por
el conocimiento y el aprendizaje
-
Juicio,
pensamiento crítico, mentalidad abierta
-
Ingenio,
originalidad, inteligencia práctica
-
Perspectiva: le
permite al individuo abordar preguntas importantes y difíciles sobre la
conducta y el sentido de la vida. Se utiliza para el bien o el bienestar de uno
mismo y el de los demás.
-
Coraje
b)
Valentía: disposición a actuar voluntariamente,
tal vez con miedo, en una circunstancia peligrosa. Es la determinación
para enfrentarse a situaciones arriesgadas o difíciles.
-
Perseverancia
y diligencia
-
Integridad,
honestidad, autenticidad
-
Vitalidad
y pasión
c)
Amor
y humanidad: son las
fortalezas interpersonales que se basan en el cuidado y el acercamiento a
los demás.
-
Amor,
apego, capacidad de amar y ser amado
-
Simpatía,
amabilidad, generosidad
-
Inteligencia
emocional, personal y social
d)
Justicia: son las fortalezas cívicas que promueven
una vida social saludable entre grupos de personas como la familia,
comunidad, nación y mundo.
-
Ciudadanía,
civismo, lealtad, trabajo en equipo
-
Sentido
de la justicia, equidad
-
Liderazgo
e)
Moderación: son las fortalezas que protegen a
las personas de los excesos.
-
Capacidad de perdonar, misericordia: el perdón es olvidar
la falta que ha cometido otra persona y no guardarle rencor o castigarla.
-
Modestia, humildad: capacidad de conocer las propias limitaciones
y debilidades, y de actuar en consonancia.
-
Prudencia, discreción, cautela
-
Autocontrol, autorregulación
f)
Trascendencia: Son fortalezas emocionales que ayudan a
construir conexiones más elevadas y/o íntimas y permanentes con las demás
personas
-
Apreciación
de la belleza y la excelencia, capacidad de asombro
-
Gratitud
-
Esperanza,
optimismo, proyección hacia el futuro
-
Sentido
del humor, actitud positiva y capacidad de bromear y reírse a pesar de los
problemas.
-
Espiritualidad,
fe, sentido religioso.
Martin Seligman decía que “La psicología no solo se centra en los
comportamientos no saludables. También ayuda en la educación, el trabajo, las
relaciones e incluso en los deportes. Los psicólogos y las psicólogas trabajan
para ayudar a las personas a construir fortalezas en todos estos dominios”
Según Abraham Maslow, la vida significativa se
situaría en la cúspide de su pirámide:
Justo ahí es donde orientamos nuestras propias
fortalezas y virtudes desarrolladas para contribuir a la felicidad de los
demás. Estamos hablando, lógicamente, de altruismo que coincide con la
definición de bondad de Seligman: “El arte de saber elevarnos más allá del
mero placer personal para ponernos al servicio de quienes nos rodean.”
(“La bondad consiste en querer lo mejor
para el otro, regocijarte de sus éxitos y felicidad”. -Chökyi Nyima Rimpoché-)
Debo aclarar que el ejercicio de la bondad no es nada
fácil en estos tiempos. No porque cueste mayor esfuerzo sino porque hay
demasiada gente que desconfía de los demás y cuando ven que alguien trata de
ejercer la bondad, empiezan a mirar de reojo y a intentar dar explicaciones a
las acciones de bondad que nada tienen que ver con esta. Hablamos de
comentarios del tipo… “algo busca”, “se quiere ganar mi confianza para luego
darme la puñalada”, “no me creo que haya hecho o dicho esto o aquello”, “dudo
que no haya obtenido algún beneficio con su acción” etc.
Tengo que decir que es perfectamente compatible el
ejercicio de la bondad y del altruismo, con buscar el propio beneficio. Las
personas no ejercemos la bondad de forma permanente, de la misma forma que no
buscamos el beneficio egoísta permanentemente. Sin embargo, la bondad es
incompatible con la desconfianza. Para el ejercicio de la bondad es necesario
abrir corazón y alma y eso supone confiar aun a riesgo de, en alguna ocasión,
sentir desconsuelo ante la frustración que supone no cumplir con las expectativas.
Los experimentos científicos realizados por el
profesor Seligman y su equipo sobre la satisfacción de las personas ofrecieron
resultados interesantísimos. Mientras intentaban averiguar hasta qué punto
la búsqueda del placer hedonista, la emoción positiva, la vida placentera, la
búsqueda de compromiso o el estado de flujo ayudaban a las personas a obtener
satisfacción, descubrieron que el compromiso y la búsqueda de significación son
más importantes que la búsqueda del placer. Comprobaron que el placer sólo
importa, desde un punto de vista de contribución a la felicidad, cuando se
disfruta de una vida de compromiso y a la que le has encontrado significado y
sentido.
En conclusión, la vida plena sería el resultado de los
tres componentes: placer, compromiso y significado. Si algo falta, hay
“vacíos”.
Ni Seligman ni yo creemos en esas personas que parecen
vivir en un constante estado de optimismo ingenuo y felicidad
constante, sin embargo, tampoco es lógico y sano caer en el desánimo persistente
y el pesimismo. El estado ideal del ser humano es un optimismo realista,
aprendido y positivo, capaz de ver en los reveses un desafío temporal y
limitado.
Tras años de trabajo, Seligman descubrió que todo
ser humano puede sucumbir a lo que él llamaba “indefensión aprendida”. De la misma forma,
encontró que también somos capaces de poseer un “optimismo realista” (recomiendo la lectura de
este libro de Ángel Alcalá) no natural, que adquirimos de la observación y del
aprendizaje que extraemos de la experimentación directa con la realidad.
Este optimismo aprendido controla los procesos de
interpretación que realiza nuestra mente, tanto los que se realizan sobre el
pasado como los que se realizan sobre el presente. También influye a la hora de
establecer nuestras expectativas futuras y en el grado
de frustración que puede provocarnos su incumplimiento.
Dando por hecho y por sabido que el optimismo
aprendido es la capacidad de reacción ante los reveses asumiendo nuestra
capacidad personal, sabiendo que son temporales, particulares y que requieren
esfuerzo y habilidad para ser superados, la gran pregunta sería:
Seligman nos aconseja poner en marcha la técnica de “Las
Tres Bendiciones” para fomentar el optimismo realista. Además, aconsejo las
siguientes pautas:
-
Fortalecer la autoestima
y el convencimiento de que tenemos la capacidad para superar las dificultades
propias de la vida. La forma en que las percibimos y valoramos nos marcará la
diferencia entre un afrontamiento positivo o la resignación. Por tanto, en que
seamos positivos, seremos menos propensos a sentirnos indefensos y buscaremos
los mejores recursos para seguir adelante.
-
Fortalecer nuestro control interno.
Esto nos ayudará a asumir que está en nuestras propias manos la posibilidad de
cambiar el curso de las cosas negativas y extraer lo mejor de cada situación. Para
ello, aprende a diferenciar lo que puedes controlar y lo que no; asume la
crítica como oportunidades de crecimiento y asume la responsabilidad de tus
acciones.
-
Aceptar desafíos.
La idea es que salgamos de nuestra zona de confort y nos atrevamos a afrontar
retos del tipo que sea. Mira a ver qué te gustaría hacer, qué te atrae, qué
posibilidades tienes de llevarlo a cabo y ¡HAZLO! Doy fe de que funciona. Esto
te ayudará a fortalecer la autoestima y tener una mayor confianza en ti mismo/a.
-
Aprender de los errores y los
fracasos. Muchas personas desisten de sus objetivos ante el
primer fallo. Sin embargo, los errores nos enseñan a hacerlo mejor en los
próximos intentos. Por tanto, ante cualquier equivocación, analiza la situación
y corrige lo que tengas que corregir.
-
No te compararse con nadie.
Cada persona tiene su propia historia, sus ritmos y sus velocidades. Valora tus
propias fortalezas y acepta tus debilidades y flaquezas. Trabájalas para
convertirte en la mejor versión de ti mismo/a.
Debemos
evitar confundir el optimismo realista con el optimismo ingenuo, el cual nos
lleva a ver todo color de rosa porque sí, sin ningún fundamento; y en donde la
verdadera realidad se evita para que no afecte a esa perspectiva perfecta del
mundo que hemos fantaseado. Para ello, la experiencia y el contacto directo con
la realidad son fundamentales, de ahí que las personas que han tenido que pasar
por experiencias y situaciones duras a lo largo de la vida y han salido airosas
psicológicamente hablando, tienen mayor capacidad para el optimismo realista y,
por consiguiente, para valorar y agradecer y, de esa forma ser más felices.
Todo lo
contrario ocurre con la vida aburguesada y acomodada, instalada en zonas de
confort que llevan a quitar valor a todo lo que se tiene o que renuncia al
placer venido del esfuerzo por conseguir metas. Esta es la explicación de por
qué, no siempre, quienes más tienen son más felices.
Mattieu Ricard,
doctor en biología molecular y monje budista, fue nombrado el hombre más feliz
del mundo hace ya algunos años. Afirma que: “cuando el altruismo es
nuestro estado mental principal – nuestro funcionamiento por defecto -, este se
manifiesta a través de la bondad hacia quienquiera que entre en nuestro centro
de atención. Es sinónimo de buena voluntad, buena disposición e inclinación a
ayudar”.
A mi humilde entender, esta es la clave. Esto es lo
que a muchas personas nos mueve. No quiere decir que tengamos éxito en todos
nuestros intentos. Quiere decir que hay una fuerza, un espíritu, un empuje que
nos lleva a ejercer la bondad. No se trata de salvar al mundo, ni tan siquiera
ha de tener trascendencia. Se trata, más bien, de que en nuestro día a día, en
nuestro entorno, con las personas con las que nos relacionamos de la forma que
sea, exista esa fuerza, ese objetivo perpetuo de bondad. Es posible
complementar la bondad con la estupidez de la misma forma que es posible no
complementarla. Lo que sí afirmo es que la bondad ha de ser una elección
consciente y esa decisión sí que es incompatible con ser persona ilusa. Las
personas ilusas y las personas desconfiadas tienen mucho más complicado ser
bondadosas, por una parte porque, como he dicho antes, la bondad ha de ser
elegida de forma consciente y por otra porque a veces muchas personas eligen la
bondad por miedos, por convencionalismos sociales, por mantener un estatus que
alimente su autoestima o porque no tienen otra opción. En todos estos casos no
hay altruismo y sin altruismo no hay bondad.
Ricard no está nombrado el hombre más feliz del mundo así
como así. En investigaciones en la Universidad de Wisconsin hallaron que cuando
Ricard medita, logra una espectacular activación de la corteza prefrontal
izquierda. Esta área del cerebro se relaciona con las emociones positivas.
Así pues, meditar en el amor, la compasión y ser altruista no solo hace felices
a los demás, sino que repercute directamente en nuestro propio nivel de
felicidad y bienestar.
El propósito de la psicología positiva, tal como hemos
dicho anteriormente, es el estudio de las condiciones y procesos que permiten
el desarrollo óptimo de las personas, los grupos y/o las instituciones. Para
tal desarrollo óptimo, a veces, hay que desaprender para volver a aprender y
hay que tener claros los objetivos, las herramientas y las pautas a seguir para
sentirnos mejor. Ojalá todo el mundo confiara en la psicología positiva porque,
sin duda, todo nos iría mejor a todos.
No existen ni panaceas ni milagros. Existe la voluntad
de esfuerzo, existe el método y existen las herramientas y aun así, dependiendo
de cada persona, todo puede prolongarse en el tiempo. Lo que es indudable es la
influencia en la mejora personal.
Los aportes de la psicología positiva han tenido un
gran impacto en distintos campos de la intervención psicológica. Especialmente
en las áreas clínicas, de la salud y educativa.
En el área clínica se desarrollan estrategias
terapéuticas que tratan de favorecer una experiencia emocional positiva. La
intervención está orientada hacia la prevención y tratamiento de los problemas
derivados de la ansiedad, la depresión, la agresión y el estrés, entre otros.
En el área de la salud, el propósito de la psicología
positiva, es estudiar las fortalezas y las virtudes humanas, así como los
efectos que estas tienen sobre los individuos y la sociedad, lo cual sirve para
la prevención, básicamente ya que constituye una especie de barrera contra
trastornos de tipo psicológico y contribuyen al aumento de la capacidad
resiliente.
En el área de la educación, la psicología
positiva se enfoca en las fortalezas o cualidades positivas de las
personas (educadores y educandos). Se ha evidenciado que aquellos docentes que
enfatizan en las experiencias positivas sobre el desarrollo de habilidades en
los discentes, hacen que estos tengan mayor probabilidad de experimentar altos
niveles de autoeficacia y
otras características de desarrollo psicológico positivo.
El otro gran aporte de Martin Seligman a la psicología
es el “Modelo PERMA”; el cual describe la elección libre de
las personas para aumentar su bienestar. Por tanto, recoge las bases y los
indicadores para conseguir sentirse bien, positivos y mantener esa actitud y
sensación el mayor tiempo posible, tanto en el día a día como en el total del
tiempo de vida.
PERMA es un acrónimo
que agrupa los cinco elementos principales sobre los que gira este modelo:
P: Positive emotions (
Emociones positivas): Consiste en aumentar las emociones positivas pero
sin eliminar las negativas sino, más bien como estrategia para batallar con
ellas.
E: Engagement (compromiso):
Debemos establecer un compromiso con nosotros mismos para, en el aquí y ahora,
tratar de seguir pautas saludables.
R: Relationships (relaciones):
Implica el fomento de relaciones sanas ya que es un factor fundamental de
bienestar.
M: Meaning and purpose (significado
y propósito): Este factor significa búsqueda de propósito a la vida así como
pertenencia a algo más grande que uno mismo.
A: Accomplishment (logro):
Implica éxito y consecución de objetivos. Significa el establecimiento de
metas, las cuales, una vez alcanzadas nos harán sentir competentes, útiles y
autosuficientes.
Tanto Aristóteles como
Santo Tomás de Aquino
, cuya tumba tuve el placer de visitar en el convento de los Jacobinos de
Toulouse (Francia), ya dejaron constancia en su momento de lo que ellos llamaron
“las dimensiones para el bien” o, dicho de forma más entendible, “las virtudes
del ser humano”. Seligman y Peterson, se basaron también en estas teorías para
desarrollar un listado de dimensiones que pueden medirse para poder decirnos
cuáles son nuestras fortalezas de carácter y que son las siguientes:
¡Ojo!, porque uno puede disponer de un potencial
intelectual por encima de la media, sin embargo, el CI no nos hace sabios. De
hecho, una de las características que definía precisamente a Albert
Einstein (claro ejemplo de CI por encima de la media) era esta misma
fortaleza: la de la sabiduría. Este concepto necesita de la integración de
conceptos como la creatividad, la curiosidad sin límites, el deseo de aprender
o la necesidad de mantener siempre una mente abierta.
Imprescindible para manejarnos por la vida. Nos otorga
algo más importante que la propia valentía, como es la motivación para afrontar
la adversidad cotidiana. Implica persistencia, integridad, tenacidad,
entusiasmo y vitalidad por superarnos y crecer.
Quien posee humanidad y por consiguiente una ética
basada en la compasión, cooperación, respeto y ayudas, crea puentes y esperanza
entre las personas. Esta dimensión simboliza a quienes se preocupan por los
demás de manera activa.
Define a quienes les encanta conectar con las personas
cercanas de manera auténtica. Define, asimismo, a las personas empáticas, a
quienes se interesan por las necesidades y realidad personal de los demás. Son
esas personas que saben dar afecto, que escuchan, que apoyan, que son amables,
educadas, alegres, cariñosas y transforman la realidad siempre a mejor.
Ninguna sociedad avanzada y sabia podría existir sin
el sentido de la justicia. Esta es otra de esas fortalezas de carácter que
todos deberíamos desarrollar de manera íntegra. Nos sirve para asumir nuestra
responsabilidad social y nuestro compromiso con nosotros y los demás. Defendemos
lo que es noble, lo que es adecuado para el conjunto mediante la lealtad y el
respeto.
Templanza es una de esas palabras que no usamos con
demasiada frecuencia a pesar de la enorme importancia que tiene como fortaleza
de carácter. La templanza es útil y necesaria.
Define a quienes no caen en los excesos, a las
personas que saben regularse y mantener el autocontrol y el equilibrio. Supone,
igualmente, aplicar la calma en momentos
de tormenta, saber hacer uso del perdón, de la piedad y no del odio, el rencor o
la ira.
Esta última de las fortalezas de carácter enunciadas
por Seligman y Peterson no puede ser más inspiradora. Ser trascendente o
aplicar la trascendencia significa tener un propósito y querer aspirar a la
excelencia.
Implica la autorrealización que nos lleva a
interesarnos y apreciar aspectos como la esperanza, la belleza, la coherencia,
la espiritualidad…
Trascender es ir más allá de lo visible para zambullirnos
en la inmensidad del conocimiento y sentirnos tan libres como responsables.
Las personas auténticas están en sintonía con sus
valores y sus actos. Dicen lo que hacen y hacen lo que piensan. Son
personas coherentes y fieles a sí mismas. No vemos artificialidad en ellas, son
sinceras, humildes y saben qué es lo más importante en cada momento. Esta
fortaleza actúa como una especie de brújula ya que gracias a ella no nos
dejamos condicionar ni dominar. Básicamente, las personas auténticas, siguen lo
que les dicta su corazón.
*Desde un punto de vista neurológico, las
últimas investigaciones al respecto muestran que estas fortalezas humanas
pueden actuar como amortiguadores contra las enfermedades mentales
-
La positividad es posible y deseable entrenarla
y adoptarla como forma de observar el mundo gracias a la psicología positiva,
siempre y cuando, esté acompañada de dosis de realidad y responsabilidad.
-
Desarrollar un pensamiento optimista no
significa dejar de sentir dolor o tristeza, sino entender que estas emociones y
estados de ánimos forman parte de un proceso por el que hay que pasar.
-
Todos conocemos a personas pesimistas que
creen que los problemas o las situaciones negativas son lo único que tiene
importancia. Todo su mundo gira alrededor del victimismo, la queja, los
conflictos y la negatividad. Todo eso es clarísimamente mejorable gracias a la
psicología positiva.
-
Casi todo puede superarse con el tiempo,
el esfuerzo y una buena gestión emocional. En toda la casuística
humana es posible obtener un aprendizaje y en cualquier caso podremos ver la
situación de otra forma o buscar alternativas.
-
La psicología positiva nos ayuda a
relativizar, a centrarnos sin acudir a los extremos. Ni todo es tan malo ni tan
bueno.
-
La psicología positiva favorece el
desarrollo de la autoconfianza y la valoración de uno mismo, origen de muchos
de los conflictos (para con el mundo y para con ellas mismas) de muchas
personas.
-
«Los hábitos de pensamiento no tienen por
qué persistir para siempre. Uno de los hallazgos más significativos de la
psicología en los últimos veinte años, es que los individuos eligen su forma de
pensar». -Martin Seligman-
-
La gestión que hacemos de nuestras
relaciones interpersonales está directamente relacionada con nuestra salud
mental, en particular con la autoestima y las estrategias de solución de
problemas que solemos usar. En este sentido, la “indefensión aprendida”
(ausencia de esperanza e inacción) nos impide movilizar nuestras “herramientas”
para intentar salir de las contrariedades o lo que es lo mismo. Nos hace bajar
los brazos y rendirnos (antesala de la depresión)
-
Los sentimientos y emociones, como el amor,
el coraje, la valentía, la insistencia o el desarrollo de la inteligencia
social, se pueden aprender/mejorar. Esto ayuda a reestructurar los pensamientos
negativos y a su vez, conduce a salir airosos en situaciones que ponen a prueba
nuestra fortaleza mental.
-
Centrar nuestra atención en aspectos
positivos tanto de nuestra vida como de nosotros mismos nos hará sentir mejor.
-
“La felicidad auténtica tiene que ver con
vivir una vida llena de agradecimiento”. -Martin Seligman-
-
“Nuestras fortalezas y virtudes trabajan
en contra de la desgracia y en contra de los trastornos psicológicos, y son la
clave para aumentar la resiliencia.” -Martin Seligman-
-
“Los hábitos de pensamiento no tienen por
qué persistir para siempre. Uno de los hallazgos más significativos de la
psicología en los últimos veinte años, es que los individuos eligen su forma de
pensar.” -Martin Seligman-
-
A todos esos gurús que hablan en tono
despectivo (incluido el insulto) de la psicología positiva, de la posibilidad
de intervención en nuestra propia positividad para cambiar y mejorar hacia una
vida más plena, armoniosa y feliz, les digo que se informen bien antes de
lanzar consignas dañinas que impiden que muchas personas puedan o quieran
crecer.
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A esos otros que están informados y que
aun así se apuntan a ganar sus “minutos de gloria” en redes sociales a costa de
incautos… allá ellos y allá los/las incautos/as.
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A quienes se ríen de la psicología
positiva sin saber siquiera de qué se trata, a quienes confunden términos, a
quienes leen unas cosas y entienden otras, a quienes deciden renunciar a la
mejora personal (“porque yo soy así”) o incluso al altruismo para no sentirse
tontos/as ni manipulables… allá cada cual. Decidir es libre. Ellos/as se lo
pierden y, obviamente, pagan las consecuencias.
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A todas las personas, en general, mi
consejo es que cuando sintáis que dejáis de ser vosotros mismos o veis en
vosotros actitudes o comportamientos que no os gustan, que se alejan de lo que
queréis ser o que os hacen vivir en estrés o con ansiedad, es muy probable que
haya alguien o algo que os está afectando negativamente, que contamina vuestro
aire y lo llena de toxicidad. En esos casos, mi humilde consejo es, en primer
lugar, que os apartéis de esas personas o situaciones. Mi segundo consejo es
que recurráis a la psicología positiva para activar de nuevo lo mejor de
vosotros y mi tercer consejo es que tratéis de mejorar vuestra inteligencia
emocional con el objetivo de que no os vuelva a pasar y podáis detectar cuanto
antes la entrada en vuestra vida de personas o actividades indeseables ya que
en muchas ocasiones, suelen venir muy bien disfrazadas y dan lugar a
confusiones que, generalmente, se pagan caras. Hay muchos casos de maltrato o
trato inmerecido continuo, constante y prolongado en el tiempo que,
indudablemente, os pueden hacer mella. Es más, en muchas ocasiones, no lo detectaréis
hasta que por motivos circunstanciales no os alejéis de esa persona o
situación.
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Mi último consejo es que confíen en los
profesionales, que confíen en los científicos de bien, que duden de los
rumores, que desconfíen de quienes usan términos despectivos para tirar por
tierra lo científicamente demostrado, que se informen en la medida de sus
posibilidades. La felicidad y el bienestar están en juego.
1. La
auténtica felicidad, Martin E. P. Seligman
2. Practicar
la felicidad, Tal Ben Sahar
3. Fluir
(Flow): una psicología de la felicidad, Mihaly Csikszentmihalyi
4. Una
nueva tierra: un despertar al propósito de la vida, Ekhart Tolle
5. Superar
la adversidad: el poder de la resiliencia, Luis Rojas Marcos
6. 59
segundos: piense un poco, cambie mucho, Richard Wisheman
7. ¿Está
lleno su cubo? Estrategias para potenciar sus emociones positivas, Donald
O. Clifton
Fdo. Diego Bueno