Cuando hablamos de procurar, buscar y exigir igualdad, obviamente, hablamos de igualdad de derechos y oportunidades, hablamos de equidad, de ecuanimidad, de justicia, de respeto a la diferencia por parte de todos.
Es obvio que,
biológicamente, existen diferencias clarísimas entre hombres y mujeres (y no
sólo físicas ya que el físico influye en la personalidad). Unas son fácilmente
identificables y otras son más sutiles. La genética es la que es.
La pregunta es…
¿Hemos alcanzado los máximos niveles de igualdad en nuestra sociedad?
¿Es ya la genética
(lo biológico) la que marca las diferencias entre hombres y mujeres?.
La respuesta, por
desgracia es… NO.
Hace solo 50 años
estaba mal visto que una mujer fuera sexualmente activa. Y las que lo eran, lo
eran solo en la intimidad. Estaba socialmente mal visto que una mujer ocupara
puestos de responsabilidad en distintos estamentos de la sociedad. La mujer
debía estar en su casa cuidando a sus hijos y ocupándose de las labores
“propias” de su sexo y… miles de ejemplos más que denotaban una desigualdad
enorme entre hombres y mujeres. Infinidad de estereotipos fijados como
consecuencia de la educación recibida (y os recuerdo que la educación no solo
se recibe en escuelas o universidades) y costumbres impuestas por regímenes
totalitarios o religiones monoteístas.
Es muy evidente que
la sociedad ha evolucionado a mejor respecto a la igualdad de género pero, de
la misma forma, hemos de admitir que aún queda mucho camino por andar.
Las diferencias
biológicas entre hombres y mujeres no justifican que los hombres tengamos que
ser más activos, más agresivos, más inteligentes, más emprendedores, más
violentos, menos sensibles, más activos sexualmente, más protectores, más
paternalistas, más inquietos, más deportistas etc. Que las mujeres.
Definición:
"La violencia contra las mujeres
designa todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino, que
causa o es susceptible de causar a las mujeres daño o sufrimiento físico, sexual
o psicológico, e incluye las amenazas de tales actos y la restricción o
privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como
privada". (ONU)
La violencia de
género tiene sus orígenes en la desigualdad entre ambos sexos.
Esta es la clave y
es lo que muchos y muchas no terminan de entender.
Y recuerdo que hay muchos tipos de violencia de género.Violencia en la pareja
·
Violencia en la pareja.
Violencia
en las relaciones de pareja (o expareja)
Violencia
en las relaciones de noviazgo
·
Violencia en la sociedad.
Agresiones sexuales
Explotación y tráfico de mujeres con
fines sexuales y/o con otros fines
·
Violencia en el entorno laboral
Acoso sexual
Bullying/Mobbing
·
Violencia en los medios de comunicación
Explícita: Pornografía
Violencia
física
Representaciones de violación o de esclavitud sexual
Utilización de
mujeres y niñas como objetos sexuales
Implícita: Estereotipos sexistas (imagen de la
mujer: como objeto sexual, ama de
casa o “estándar de belleza inalcanzable”,)
·
Violencia institucional (perpetrada o tolerada por el estado)
Física
Emocional
Sexual
Aborto o
esterilización forzada
·
Violencia en las tradiciones culturales.
o
Mutilación genital femenina
o
Matrimonios precoces
o
Ejecuciones extrajudiciales
o
Crímenes por la dote
o
Crímenes por honor
o
Agresiones con ácido
·
Violencia en los conflictos armados
Indeterminada (de todo tipo y condición)
Un 24 por ciento de los jóvenes andaluces
piensa que el lugar de una mujer está en casa con su familia y el 10
por ciento considera que el hombre debe tomar las decisiones importantes en la
pareja, según el Informe Andalucía
Detecta, del IAM, y el Informe social de la Juventud en Andalucía del
Instituto Andaluz de la Juventud, el Centro de Estudios Andaluces y la
Consejería de Educación.
El estudio concluye que los jóvenes
andaluces ven la realidad a través de unas “lentes sexistas y relacionan su
vida en pareja con los mitos del amor romántico”.
Del mismo modo, “más del 20% de los jóvenes
creen que la mujer es más débil que los hombres, y 82,9% de los chicos y el
68,5% de las chicas no creen que tengan riesgo de sufrir violencia de género en
sus futuras relaciones de pareja”. Además, “el 25% de los jóvenes
andaluces creen que las causas de la violencia de género son el alcohol y
las drogas.
Estos estudios y la realidad palpable
demuestran que aunque se ha recorrido mucho camino en pos de la igualdad de
género, aun queda mucho por hacer.
Por desgracia existen aun demasiadas
personas (hombres y mujeres) que
justifican las desigualdades y un papel secundario de la mujer aludiendo a la
biología o la genética.
Dicho de otra forma; hay aun demasiadas
personas (hombres y mujeres) con una
educación machista tal que para justificarla argumentan diferencias biológicas.
El machismo hoy día ya no es tan evidente.
Es mucho más sutil hasta el punto de que se confunde con “lo natural”. Me
asombra cómo muchas personas (mujeres y hombres) aceptan ciertos roles
impuestos social, cultural y educacionalmente y que relegan a la mujer a un
segundo plano y la hacen dependiente de los hombres.
Por cierto… aunque el sistema hormonal
femenino es diferente al masculino, la famosa “inseguridad femenina” no tiene
un origen biológico.
Y toda esa influencia es constatable en
todos los ámbitos y en todos los comportamientos. Desde lo profesional hasta lo
sexual, desde lo relacional hasta lo comportamental.
Es cierto que cuando los roles estaban
claros y totalmente definidos, las cosas eran más fáciles. Todas las mujeres y
todos los hombres sabían, poco más o menos, a qué debían aspirar y qué se
esperaba de ellos y ellas.
Pero si queremos ser seres libres,
autónomos, autosuficientes e independientes debemos asumir nuestra
responsabilidad y desarrollarnos como lo que cada cual sea y quiera, sin
influencias sociales, culturales y educacionales que condicionen y coarten
nuestras posibilidades personales, sin roles estereotipados que nos digan cómo
debemos ser y a qué debemos aspirar por el hecho de ser hombres o mujeres. Para
conseguirlo se hace necesario abrir aun más nuestras mentes y, tras reconocer
el machismo y sexismo que aun nos condiciona, dar los pasos necesarios en pos
de una verdadera libertad e igualdad de género que respete las diferencias
entre cada persona independientemente del sexo al que se pertenezca.
La mujer está tan o más capacitada que el
hombre para ocupar puestos de responsabilidad, para desempeñar cualquier papel
en la sociedad, para liberarse de la presión social por el aspecto físico
estereotipado, para ser tan activa sexualmente como el hombre, para enfrentarse
a las contingencias propias de la vida sin necesidad de depender de un hombre,
para liberarse del qué dirán ante su papel de madre, bella, sensible o buena
esposa.
La mujer tiene la obligación moral, por
tanto, de reclamar un papel protagonista en la sociedad y desterrar el papel de
segundo plano (“así limpiaba así así…”) o acompañante necesaria del hombre
(“Señora de tal…”) que ha venido desarrollando durante demasiado tiempo y,
aunque mucho mejor… aun persiste hoy día.
En España hay 1.500.000 mujeres que sufren
violencia y que no se definen a sí mismas como víctimas, según datos oficiales
del Instituto de la Mujer.
De la misma
forma que un hombre promiscuo se permite alardear y presumir de hombría ante
sus amigos y socialmente está bien visto, una mujer promiscua sigue siendo
calificada como puta y/o guarra (un motivo más para inhibir el deseo sexual
femenino)
Más datos
actuales:
·
El 23% de los adolescentes conciben a
la mujer como «inferior y débil»
·
El 54% de los estudiantes ve razonable
que la mujer lo deje todo por las necesidades profesionales del hombre, pero no
lo ve tan claro cuando hablamos del trabajo de su mujer.
·
El 52% de los adolescentes varones y
el 45% de las adolescentes justifica un cambio de residencia provocado por el
trabajo del hombre, pero no por el empleo de la mujer.
·
El 53% de los estudiantes de entre 14
y 16 años piensa que la infidelidad de la pareja «requiere un severo escarmiento».
·
El 33% de las adolescentes no
considera abuso sexual el que proviene de la pareja.
·
El 52% de los estudiantes considera
que las mujeres están más capacitadas que los hombres para las tareas
domésticas y el cuidado del hogar
·
Comportamientos de posesión en la
pareja son considerados como normales. “Asumen como normal que su pareja les
diga que no quiere que salga con sus amigas o que se ponga un tipo de
ropa".
·
Ante preguntas sobre si las mujeres
tenían más capacidad que los hombres para ser tolerantes o para cuidar de los
niños, las respuesta indican de forma mayoritaria el sí.
Los fríos y escalofriantes datos sobre las
muertes, en España, por violencia de género:
Mujeres
asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en 2011= 61
·
Mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en 2012= 52
·
Mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas a octubre de 2013= 42
. En 2014 van 46 mujeres asesinadas
·
Solo el 4% de los asesinos estaba bajo los efectos del alcohol
·
Las mujeres con discapacidad sufren un 9% más de violencia de
género
·
Nº de hombres enjuiciados y condenados en 2010= 16.027 (mujeres= 241)
·
El 74% de las mujeres asesinadas en 2011 no denunciaron
·
Violencia machista en menores ha crecido un 33%
Los hombres, por nuestra parte, en aras de
alcanzar justicia e igualdad, debemos hacer un esfuerzo por liberarnos de
nuestras presiones también. De ese constante y retrógrado afán por dejar bien
clara nuestra masculinidad (en cada acto y en cada frase) o del sentido de la
posesión. Los hombres también lloramos, también somos sensibles y tiernos,
también somos cuidadores de nuestros hijos e hijas o de nuestros mayores y
también podemos planchar la ropa. Y no por ello somos menos hombres. La
biología no nos prohíbe usar camisetas rosas, ni poner una lavadora, ni
mostrarnos sensibles o habladores en los momentos oportunos, ni nos conduce a
mostrarnos paternalistas o posesivos ante una mujer.
Las consecuencias más visibles de la
desigualdad de género son los asesinatos y el maltrato con su carga de dolor,
pero yendo más allá, es también el origen de demasiado sufrimiento y conflictos
de pareja porque no permite el desarrollo personal, el vivir la sexualidad de
forma activa y natural y la limitación que todo ello supone para las personas.
Termino este artículo recordando lo
importante:
La violencia de
género tiene sus orígenes en la desigualdad entre ambos sexos.