La vida está llena de altibajos. Altibajos en las
circunstancias vitales que nos toca vivir y altibajos en la forma de
encararlas. Uno, a estas alturas de partido, puede ya hacer un balance de lo
vivido hasta ahora y de cómo ha llevado las distintas situaciones acontecidas.
Este concepto del que me dispongo a hablar sigue siendo
interpretado de formas muy distintas y a veces, incluso contrapuestas. Yo me he
ido a los orígenes de la palabra en cuestión y luego he trasladado su
significado original a la forma de vida de hoy día en una sociedad como la
nuestra.
Ataraxia: La Inquebrantable Calma del Alma
En la búsqueda constante de la felicidad y el bienestar, la
humanidad ha explorado diversas filosofías y conceptos a lo largo de la
historia. Uno de los más fascinantes, a mi humilde entender, es el de la ataraxia.
Proveniente del griego antiguo (ἀταραξία),
esta palabra se traduce como "imperturbabilidad" pero también
"serenidad". Lejos de ser una mera apatía o indiferencia, la ataraxia
representa un estado de calma mental y emocional inquebrantable, que se
consigue conscientemente a través de la razón y la comprensión profunda de la
realidad, por tanto, no hablamos de ese tipo de personas que son frías,
imperturbables, ajenas al dolor que les rodea o, simplemente, insensibles. No
es eso.
Orígenes Filosóficos
La ataraxia fue un concepto central para varias escuelas
filosóficas helenísticas, especialmente para los epicúreos, los escépticos
y los estoicos, aunque cada una la abordaba desde una perspectiva
ligeramente diferente:
Epicúreos: Para Epicuro, la ataraxia era el objetivo
principal de la vida. Él creía que el dolor físico y la perturbación mental
eran los mayores obstáculos para la felicidad. La ataraxia se alcanzaba
eliminando los temores irracionales (como el miedo a la muerte o a los dioses)
y buscando placeres moderados y sostenibles (como la amistad y la
tranquilidad). No se trataba de una búsqueda desenfrenada del placer, sino de
la ausencia de dolor y la quietud del alma.
Escépticos (Pirrónicos): Los pirrónicos, liderados
por Pirrón de Elis, veían la ataraxia como el resultado natural de la
suspensión del juicio (epojé) sobre cuestiones que no pueden ser conocidas con
certeza. Al abstenerse de emitir juicios definitivos sobre la naturaleza última
de las cosas, uno se liberaba de la ansiedad y la frustración que surgen de la
búsqueda infructuosa de la verdad absoluta. Es como decir… “mejor no me meto en
nada. ¿Para qué me voy a complicar?”
Estoicos: Aunque los estoicos utilizaban más el
término “apatheia” (ausencia de pasiones perturbadoras), su concepto era muy
similar a la ataraxia. Para ellos, la tranquilidad se lograba aceptando aquello
que no se puede controlar (como los eventos externos) y centrándose en aquello
que sí está bajo nuestro control (nuestras actitudes, juicios y acciones). La
razón y la virtud eran las herramientas para liberarse de emociones
destructivas como el miedo, la ira o el deseo desmedido.
La Ataraxia Hoy en Día
En el mundo actual, marcado por el estrés, la sobrecarga de
información y la constante presión social, el concepto de ataraxia cobra una
relevancia particular. Como decía, no se trata de volverse insensible o
indiferente a los problemas del mundo, sino de desarrollar una resiliencia
emocional que permita afrontar las adversidades sin perder la serenidad
interior. Es lo que yo siempre he llamado “temple”. Ahora bien, alcanzar la
ataraxia implica un proceso de autoconocimiento y disciplina mental, vamos, que
hay que trabajarlo y requiere (como casi todo), además de esfuerzo, constancia,
ya que hay que cambiar actitudes demasiado interiorizadas y ya sabemos que, por
una parte, las actitudes pueden cambiarse y por otra, que es más fácil aprender
lo nuevo que desaprender lo asumido.
Principios para Alcanzar la Ataraxia
Podemos, sin duda, identificar una serie de principios de
actuación comunes que nos guían hacia esa serena calma interior que significa
la ataraxia:
Gestión de Expectativas: Gran parte de nuestra
perturbación proviene de expectativas no realistas o de la incapacidad de
aceptar que la vida no siempre se ajusta a nuestros planes. La ataraxia nos
invita a moderar nuestras expectativas y a encontrar la paz en la aceptación de
lo que es, porque, muchas veces, te pongas como te pongas… ¡lo que es, es!
Discriminación de lo Controlable: Aprender a
diferenciar entre lo que podemos controlar y lo que no, es fundamental.
Preocuparse por lo incontrolable solo genera ansiedad. La ataraxia se cultiva
al enfocarnos en nuestras respuestas y acciones internas. Básicamente se trata
de que asumamos la responsabilidad de nuestros actos y soltemos la carga
emocional de aquello que no está en nuestras manos. Nuestros juicios, nuestras
actitudes, nuestras decisiones, nuestras acciones y cómo reaccionamos ante los
eventos. Esto es el verdadero dominio de nuestra esfera de influencia. Por el
contrario, no podemos controlar el clima, las opiniones de los demás, el
pasado, las enfermedades, la muerte, la mayoría de las acciones ajenas. Debemos
aprender a resistirnos a la tentación de preocuparnos o luchar contra estas
realidades ineludibles. La aceptación no es resignación pasiva, sino una
liberación de la carga de lo imposible.
Reducción de Miedos Irracionales: Es aconsejable
examinar nuestros miedos más profundos: Al fracaso, al rechazo, a la soledad… y
cuestionar su validez y su impacto en nuestra tranquilidad.
Muchos de nuestros tormentos internos provienen de miedos
irracionales y deseos desmedidos.
Examinemos nuestros miedos. ¿Son fundados? ¿Qué es lo peor
que podría pasar y cómo lo afrontaríamos? Los epicúreos, por ejemplo,
argumentaban que el miedo a la muerte era irracional, ya que "cuando
existimos, la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente, no
existimos nosotros".
Moderemos nuestros deseos. El deseo insaciable de lo que no
tenemos, es una fuente constante de insatisfacción. Aprender a estar contento
con lo suficiente, y con lo que se tiene, es liberador.
Práctica de la Moderación: Ya sea en el consumo
material, en la búsqueda de placeres o en la reactividad emocional, la
moderación es una vía hacia la ataraxia. El exceso suele conducir a la
dependencia y, en cualquier caso, a la perturbación.
Evitemos el exceso y la dependencia: Los placeres intensos y
fugaces a menudo nos conducen a un dolor mayor a largo plazo (resacas,
adicciones o frustración cuando no los obtenemos).
Prioricemos la ausencia de dolor: La verdadera felicidad
radica más en la ausencia de malestar físico y perturbación mental que en la
búsqueda constante de euforia.
Cultivemos placeres naturales y necesarios: La amistad, la
conversación significativa, la alimentación sencilla, el descanso, el
aprendizaje. Estos son placeres que no acarrean dolor posterior y contribuyen a
una calma duradera.
Suspensión del Juicio y Cuestionamiento de las
Percepciones
Cuestionemos nuestras suposiciones. A menudo, no son los
eventos en sí los que nos perturban, sino la interpretación que hacemos de
ellos. "¿Es realmente tan malo como pensamos?" "¿Hay otra forma
de ver esto?"
Suspendamos el juicio definitivo. En situaciones donde el
conocimiento sea incierto o la verdad sea difusa, deberíamos abstenernos de
emitir un juicio rotundo. Esta forma de actuar nos liberará de una gran
cantidad de ansiedad. Reconozcamos los límites de nuestro propio conocimiento. Humildad,
ante todo.
Tomemos distancia de nuestras emociones. Observemos nuestros
pensamientos y emociones sin apegarnos a ellos. Es importante que reconozcamos
que son fenómenos pasajeros y no necesariamente verdades absolutas.
Enfoque en el Presente
El pasado ya no existe y el futuro es incierto. La mente que
reside constantemente en el arrepentimiento o la preocupación rara vez
encuentra la paz.
Vivamos en el aquí y el ahora: Prestemos atención plena a lo
que estemos haciendo, a la persona con la que estemos, al momento presente.
Aceptemos la “impermanencia”. Todo cambia. Aferrarse a lo
que fue o esperar que algo dure para siempre es una receta para la desilusión.
Reconocer la naturaleza transitoria de todo nos va a proporcionar una profunda
calma.
Cultivo de la Virtud y la Razón
Actuemos con sabiduría, justicia, coraje y templanza.
Alinear nuestras acciones con estos principios nos dará una conciencia
tranquila con menos conflictos internos.
Usemos la razón como nuestra guía, como nuestra capacidad
para evaluar situaciones, tomar decisiones y gestionar nuestras emociones, en
lugar de ser arrastrados por impulsos o pasiones.
La Ataraxia Como Meta Alcanzable
La ataraxia, vista como un ideal al que aspirar y una
práctica continua, nos ayuda para minimizar la turbación y maximizar la paz
interior.
Adoptar los principios de la ataraxia conduce a una vida más
plena y menos ansiosa, donde las circunstancias externas tienen menos poder
para dictar nuestro estado emocional. Es una invitación a cultivar una
fortaleza interna que nos permita navegar por las vicisitudes de la vida con
una calma serena y una mente clara. Se consigue mediante un trabajo constante
de introspección y reeducación mental. No es indiferencia, sino una libertad
emocional lograda al alinear nuestra mente con la realidad, gestionando
nuestras expectativas, controlando nuestras reacciones y viviendo de forma
consciente y moderada. Es la búsqueda activa de una serenidad que no depende de
las circunstancias externas, sino de nuestra fortaleza y claridad internas.
Fdo. Diego Bueno
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