martes, 9 de abril de 2024

HABLEMOS DE MORAL ACTUAL… POR FIN!!

 


Recuerdo en los años 80’s y 90’s, esas series estadounidenses que, al menos a mí, me sorprendían por ese egoísmo y a veces esa falta de escrúpulos que caracterizaba a esa sociedad.

Recuerdo que se decía que esa cultura terminaría contagiándonos y que eso que, moralmente, nos parecía execrable, terminaríamos haciéndolo nuestro.

Recuerdo ese “my self “ que nos invadía (y lo sigue haciendo) en letras de canciones, películas, series, programas de TV… o ese “You have to be yourself” (tienes que ser tú mismo/a). Lo que se escondía tras esas indicaciones y consignas iba mucho más allá del amor propio o del fortalecimiento de la autoestima. Era, igualmente, una loa al egoísmo, al narcisismo, a la falta de escrúpulos y a ese etiquetar con el calificativo de falso/a a toda persona con educación, empatía, sentido del compromiso o del saber estar.

A día de hoy nos vemos rodeados de gente con pocos escrúpulos, capaces de hacer daño gratuitamente sin obtener beneficio alguno (esa es la mejor definición de “gilipollas”), de gente que se vanagloria de mirar únicamente por sus propios intereses Están bien vistas, socialmente, esas actitudes. Hemos adoptado esa moral, en general, y eso tiene consecuencias devastadoras en la felicidad de las personas ya que buena parte de la felicidad, como bien se sabe, proviene de la generosidad o la abnegación.

A día de hoy hay gente que presume de decirle a alguien “me importas una mierda” o “debo mirar por mí”, como si eso tuviera que ver con el amor, con la entrega, con la conciencia social.

Hemos pasado de la madre abnegada, dedicada en cuerpo y alma a su familia, crianza de hijos/as etc, a la mujer (“¿empoderada?”) egoísta sin capacidad para empatizar, conectar y dar o darse de forma gratuita.

Hemos pasado del hombre buscador de recursos para la familia al hombre buscador de sexo como quien busca espárragos en el campo, el hombre cosificador de toda la vida o, simplemente, centrado en el dinero.

A las parejas les cuesta un mundo enamorarse porque no se fían unos de otros, porque las exigencias son las mismas que cuando vas a comprar fruta a la frutería. Tiene que cumplir unos requisitos a veces, cuasi absurdos (que si tatuajes, que si gimnasio, que si altura, que si forma de vestir, que si signo del zodiaco…)

Todo se banaliza, todo es frívolo, todo tiene duración limitada. A cualquier cosa la llamamos amor, a cualquier mierda la llamamos libertad. Se han devaluado por mal uso, palabras y conceptos, en otros tiempos, sagrados.

Si algo requiere el amor es constancia y esfuerzo. Disfrutar del sexo, de las buenas comidas, de los viajes, etc, nos gusta a todos/as, pero el amor tiene una cara B sin la cual es imposible que suene el disco de las relaciones sanas y auténticas. Hemos llegado a lo que se conoce como “adaptación hedónica”[1] que consiste, básicamente, en la capacidad de las personas para acostumbrarse al placer, lo que provoca la sensación de insatisfacción constante.

Obviamente no tengo capacidad para vaticinar hacia donde vamos. Sería una auténtica osadía por mi parte. Simplemente muestro mi descontento con lo que veo, siento y a veces padezco, probablemente provocado por mi desfase temporal propio de las personas con ciertas edades.

Fdo. Diego Bueno



[1] Referencias Madrid, F. S. M. (2021, 11 octubre). Adaptación hedónica y placer efímero. Forum Salud Mental Madrid. https://adiccionmadrid.com/adaptacionhedonica-y-placer-efimero/

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