Nuevo artículo resultado de la indignación.
Inclusión. Esa es la cuestión.
Las personas nacemos ya incluidas. Incluidas en una familia,
en un ámbito, en una sociedad, la que quiera que sea.
Por tanto no tiene sentido hablar de inclusión sino más bien
de evitar la exclusión.
Y digo esto porque hoy día, en pleno siglo XXI y en un país
como España que pertenece al “primer” mundo (ni que decir tiene que en toda
África, Sudamérica y casi toda Asia el problema se multiplica exponencialmente)
existe, ante la pasividad general de la sociedad, exclusión de personas
discapacitadas.
Existe en todos los ámbitos pero, sin duda, el que más me
indigna es el ámbito educativo.
Existe exclusión desde el momento en que dejan de atenderse
las necesidades específicas del alumnado discapacitado. Ya es difícil, para
este tipo de alumnado, vencer los obstáculos que supone convivir con su
discapacidad, pero más aún lo es, si no cuenta con la ayuda del estado y la
comprensión de la sociedad.
Y no hablo de ayuda caritativa, sino de ayuda necesaria para
que prevalezcan sus derechos fundamentales como persona y como alumno o alumna.
Porque es la sociedad, en general, la que debe reclamar los
derechos que nos usurpan.
A veces caemos en el recurso fácil de responsabilizar a los
políticos de todo mal y aunque es cierto que son ellos los que legislan y
administran, también lo es que actúan como representantes del sentir popular
(mal que nos pese).
Veo cómo los medios de comunicación se hacen eco de
vulneraciones de derechos fundamentales como el derecho a comer, trabajar,
disponer de agua o de vivienda, por ejemplo.
Es lamentable que todo esto suceda ante nuestros ojos y ante
la pasividad de la mayoría pero no toda
vulneración de derechos cuenta con opositoras como Ada Colau para hacer visible
el problema con esa nitidez de palabra e ideas. De hecho es lamentable que
tenga que ser así.
Respecto a la exclusión social a la que se somete a las
personas con discapacidad, observo una pasividad general que, además de
indignarme, me asusta.
Como que socialmente queda asumido que la persona
discapacitada no puede participar plenamente de la vida social, empezando por
la escuela.
Pues no solo puede, sino que DEBE!!
Por desgracia sé que hay mucho de “te ha tocado” o “mala
suerte” o “esto es así y es inevitable”.
Lo mismo se pensaba de esos “negros” que no podían entrar en
bares de “blancos” o de esas mujeres que no podían votar hace solo un siglo
(“le ha tocado”, “mala suerte”, “es inevitable”). Asusta pero es así, está
ocurriendo y se disfraza de diversas excusas (la crisis, la biología, el hecho
de que es mejor para el propio alumno excluirlo, o, simplemente, “el porque
sí”).
La crisis debería hacer que el estado velara aun más para
que las personas en riesgo de exclusión no se vean excluidas. La primera
obligación de un estado es garantizar la igualdad de derechos de todos los que
lo componemos y, a partir de ahí, tratar
de conseguir su no exclusión disponiendo los medios necesarios para ello. Y
cierto es que en materia de legislación se cumple, otra cosa son los medios que
se disponen para que se cumplan las leyes.
Y medios hay ¿eh? Otra cosa es la priorización de recursos.
Entiendo que en el contexto capitalista en el que nos
encontramos, cada cual, individualmente, tenga derecho a prosperar y/o enriquecerse,
pero de la misma forma que no es de recibo que haya niños que pasan semanas
enteras a base de macarrones con tomate mientras se tira comida a la basura o
mientras un sector de población cena caviar cada noche, tampoco lo es que la
educación sirva para discriminar al diferente o al más débil.
Muchos padres y madres queremos que nuestros hijos e hijas
estudien solo junto a niños y niñas “normales” (no sea que se les pegue algo
malo o que ello dificulte su preparación).
Es el concepto de educación lo primero que hay que revisar
o, más bien, inculcar a la sociedad para que se entienda que educar va mucho
más allá del viejo modelo de la revolución industrial que abogaba (y lo sigue
haciendo) por el aprendizaje memorístico y la adquisición de conocimientos con
distinción de clases sociales, sexo o, incluso, credo.
Según la UNESCO, la educación se asienta en cuatro pilares
fundamentales marcados como grandes objetivos:
- Aprender
a Conocer
- Aprender
a hacer
- Aprender
a Vivir Juntos
- Aprender
a Ser
Es evidente que esos
padres y madres, a los que me refería, no tienen claro qué es educar (se
piensan que la competitividad insana hará que sus hijos sean más felices
jajajajaja)
Dice también la UNESCO
que la educación debe:
- Garantizar el desarrollo
cognitivo de los educandos
- Estimular el desarrollo
creativo y afectivo para que puedan adquirir valores y actitudes que les
permitan ser ciudadanos responsables.
Para
las personas con discapacidad, la mejor educación es la que, atendiendo a las
características específicas de cada alumno, no hace distinciones en cuanto a
derechos
Pero
para el alumnado que no tiene alguna discapacidad, ¡¡¡TAMBIÉN!!!
Si
abogamos por una sociedad más justa en la que lo importante sean las personas y
el sentido ético de la ciudadanía, la no exclusión de personas debería ser
obligatorio.
El
mundo, por ciego que se sea, está formado por la mezcla de personas de todo
tipo y condición. Aprender a convivir todos y todas no solo es bueno, deseable
y enriquecedor, sino que desde el punto de vista de la justicia, debería ser
obligatorio, y la escuela, es el mejor ámbito para aprenderlo.
Es el
estado quien tiene la mayor responsabilidad de hacer que esto sea así y es la
sociedad entera la que debería poner el grito en el cielo si esto no es así.
¿Colegios
para alumnos excelentes?
¿Colegios
para ricos?
¿Colegios
para católicos?
¿Colegios
para discapacitados?
¿Colegios
para buenos alumnos?
¿Colegios
para alumnos en riesgo de exclusión social?
¿Colegios
con distinción por sexo?
¿Harán
colegios para los nacidos en España?...
¿Colegios
para usuarios de facebook?...
Simplemente
lamentable
¿Pero
qué educación es esa? ¿Qué concepto de educación tiene la gente?
En fin…
Da
miedo, si.
Dinamitar
la esperanza desde la escuela es acabar con el futuro antes de que llegue y eso
se consigue haciendo que se vea como normal lo que no es normal, haciendo que
se vea como natural lo artificial. Desde pequeñitos. Lo siguen consiguiendo
ante nuestra pasividad.
Luego
nos quejamos de falta de ética.
No
tenemos remedio la especie humana.
Fdo. Diego Bueno