Hasta hace no demasiado tiempo era una expresión
relativamente frecuente.
Cuando una pareja
tenía un hijo discapacitado o, simplemente, uno de sus hijos sin discapacidad
se volvía discapacitado por el motivo que fuera, se solía decir eso de… “les ha
tocado”
Hay frases,
expresiones o palabras que sin llegar a ser un insulto, son dañinas por su
propia naturaleza y por lo que implican.
Esta es una de esas
expresiones.
Si bien es cierto
que actualmente no se les dice a los “afectados”, sí que se piensa o se comenta
en corrillos a las espaldas. Algo hemos ganado pensarán algunos/as.
La sutileza de los
mensajes a veces hace incluso más daño que el insulto a “bocallena” porque
implica una ocultación de la realidad del pensamiento y esa ocultación
convierte en tabú lo que debería aceptarse con naturalidad.
Decir o, siquiera,
pensar que a una familia “les ha tocado” por el hecho de convivir con alguna
persona discapacitada implica asociar la discapacidad con la desgracia.
¡Claro que es más
difícil criar y educar a un hijo con una discapacidad!, pero lo es, no solo por
los problemas de salud que, intrínsecamente se asocian a la discapacidad sino
también por la marginación (a veces en forma de expresiones desafortunadas),
falta de asertividad y desconocimiento que se tiene sobre las distintas
discapacidades.
Decir o pensar “Les
ha tocado” implica, ante todo, desconocimiento. Las familias en las que uno de
sus miembros es discapacitado, generalmente, nos vemos enriquecidas. Cierto es
que nuestra forma de vida, nuestra forma de entender el mundo y la propia vida
cambian de forma radical. Pero en muchos casos…. ¡CAMBIAN A MEJOR!. Nos
convertimos en mejores personas, en personas más solidarias, más comprensivas
con todo tipo de problemas, aprendemos a dar importancia a lo que realmente la
tiene y a relativizar ante otros problemas menores que para mucha gente que
pronuncia ese “Les ha tocado” son un mundo.
Ese “les ha tocado”
comentado en corrillos en los que no están presentes los implicados se usa como
forma de dejar clara la pertenencia al grupo (de “los normales”) y esa necesidad
es algo que las familias en las que hay un miembro con alguna discapacidad ya
superamos con creces porque nadie como nosotros sabe perfectamente que nadie es
“normal”, que no existe la normalidad cuando hablamos de personas.
Por último, ese “Les
ha tocado” implica resignación. Implica la resignación de quienes pronuncian o
piensan la frase y si por casualidad son muchos/as, implica la resignación de
toda una sociedad. Precisamente, si de algo hacemos gala las familias en las
que uno de los miembros tiene algún tipo de discapacidad, es de no resignarnos
jamás, de pelear en todos los escenarios (que son muchos y muy variados) para
que nuestros hijos/as puedan desarrollarse, crecer y convivir en total
libertad, con total aceptación y con igualdad de derechos.
En definitiva, a
unos nos ha tocado disfrutar permanentemente de almas limpias, de esfuerzos y
de recompensas por esos esfuerzos, de los mejores sentimientos del ser humano,
de emociones positivas (con lo que ello conlleva en nuestra vida diaria) y a
otros les ha tocado no entender eso (con lo que ello conlleva para sus vidas
diarias). El problema, el verdadero problema lo tienen nuestros hijos que, por
desgracia, tienen que sociabilizarse con quienes no entienden eso.
Concluyendo: Antes
de pensar o decir eso de “Les ha tocado” procura informarte bien y procura
pensar en las consecuencias de tus palabras porque es muy probable que tu
pensamiento no sea acorde a la realidad. Es imposible la no exclusión si no
somos capaces de entender la riqueza de la no uniformidad de las personas.
Fdo. Diego Bueno
No hay comentarios:
Publicar un comentario