jueves, 2 de diciembre de 2021

3/12 DÍA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD. RECAPITULANDO UN 2021 INTENSO

 

A medida que el mundo se recupera de la pandemia, debemos asegurarnos de que las aspiraciones y los derechos de las personas con discapacidad se incluyan y se tengan en cuenta en un mundo pos-COVID-19 que sea inclusivo, accesible y sostenible. Esta visión solo se logrará si se consulta activamente a las personas con discapacidad y a las organizaciones que las representan.”

António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas

   Nacer con una discapacidad supone un reto extra, tanto para la persona afectada como para su familia. Todo ser humano debe ir superando dificultades en la vida, todos pasamos por las distintas etapas vitales que, de forma natural, nos van llegando, todos evolucionamos, crecemos y maduramos a nuestro ritmo, pero cuando hay una discapacidad o un conjunto de discapacidades de por medio, toda dificultad se magnifica, todo pequeño reto se convierte en un gran reto, todo parece más inalcanzable. Aparecen miedos nuevos con aspectos monstruosos y debemos aprender a vivir y convivir con ese pellizco en el estómago que todas las familias conocemos bien. Lo bueno es que, en muchos casos, se agranda la dificultad en la misma medida en que aumenta el esfuerzo y se agrandan los logros. La felicidad que esa paradoja reporta, compensa con creces todo sufrimiento. Esa felicidad, ¡concretamente esa!, se transforma en la energía que nos mueve a seguir superando obstáculos y cumpliendo objetivos.

   Este año 2021, por ejemplo, David ha conseguido algo que muchas personas dudaron (incluidos nosotros mismos). Obtener su título de la ESO como consecuencia de haber titulado en una Formación Profesional Básica de Informática de oficina (Ofimática). El esfuerzo, durante estos dos cursos, ha sido enorme pero siempre acompañado de pequeñas satisfacciones en cada trabajo, en cada examen, en cada prueba superada. Evidentemente, nada de esto es posible sin la ayuda incondicional y sin el apoyo de todo un equipo educativo y una dirección dispuestos a acompañar a nuestro hijo en su andadura. Es una prueba evidente de que la inclusión no solo es posible, sino que es necesaria para todos. Aun recordamos las palabras de agradecimiento de los compañeros y compañeras de David por todo lo que él les ha aportado.

Felicitación especial de navidad a David

Fiesta de graduación de FPB de David

   Nosotros hemos tenido la suerte de haber nacido en este tiempo y en este lugar. Debemos sentirnos agradecidos por ello porque no todo el mundo tiene esa suerte ni mucho menos. Vivimos en una sociedad avanzada, disponemos de buenos médicos, buenos educadores y leyes justas que garantizan una atención socio-sanitaria decente en comparación con otros lugares y fechas del mundo. Por si fuera poco, en concreto nuestro hijo ha tenido la suerte de nacer en el seno de una familia que lo ha aceptado sin complejos desde el primer día y que no ha escatimado en medios, amor y esfuerzos.


  Quedan muchos logros por conseguir, tanto a nivel individual como social. Por desgracia, las personas con discapacidades no siempre han recibido el apoyo familiar/social que merecían y necesitaban y aun a día de hoy queda mucho por conseguir respecto a la comprensión, empatía social y a la asunción de preceptos que han estado desvirtuados por complejos, por falta de información/concienciación, por miedos o por costumbres arcaicas.

   Hoy, en lo personal/familiar, hemos podido asistir a otro de esos pequeños pasitos que son celebrados como grandes logros dadas las circunstancias, y es que hoy nuestro hijo David ha desempeñado labores de azafato en un evento y, por tanto, este ha sido su primer trabajo remunerado por cuenta ajena. Por supuesto que lo ha hecho de maravilla dado su carácter amable, educado y cariñoso hasta el punto de que ya está deseando repetir. 

 

    Mi personal consejo a todas las familias es que cada logro, cada pasito, cada avance que experimentéis y sintáis con vuestros hijos, lo celebréis como un canto a la vida, como un triunfo de lo humano, como éxito personal/familiar/social, pero si, además, vuestro/a hijo/a padece algún tipo de discapacidad o dificultad añadida, debéis sentir esa profunda alegría en el alma que os mueva a seguir adelante con todas vuestras fuerzas, ánimo y esperanza.  

Agradecimientos:

·         Al Colegio Diocesano Nuestra Señora de las Mercedes, a todo el equipo educativo que tuvo David, en especial a sus tutores “Nani” y M. Carmen, a Mario y a la dirección del centro. Gracias a todos sus compañeros/as por su tolerancia, comprensión y ayuda.

·         A la Fundación Albatros por contar con David para que haya realizado su primer trabajo como azafato en un evento tan bonito y emotivo.

Fdo. Diego Bueno Linero

jueves, 5 de agosto de 2021

¡¡HABLEMOS DE LA PAZ… POR FIN!!

 

   Desear paz y alcanzarla es de los propósitos más nobles y los logros más gratificantes que existen. Me resulta curioso que, para llegar a ello, se hace imprescindible la batalla, la inestabilidad, lo incierto e incluso el peligro. La amenaza del cambio, incluso nos impide sentir en toda su plenitud ese deseo de calma. Cuando eso ocurre quedas envuelto en la confusión, como si se tratara de una especie de “Alzheimer” que forma parte de ti y del que no puedes salir. Es como una bruma que hace que, por ende, te sientas “abrumado”.

   Vivimos tiempos de inmediatez, de exceso de información, de grandes titulares, de rapidez de acciones, de pensamientos y de toma de decisiones. Pecamos, frecuentemente, de precipitación. Nuestro cerebro, sin embargo, necesita de sus tiempos. Nuestra biología no puede cambiar tan rápidamente así que necesitamos más tiempo del que disponemos para obtener, asimilar y procesar información, para formarnos opiniones, ideas y juicios acerca de todo nuestro mundo y todas nuestras personas. Es normal que se cometan errores, es lógico sentir esa presión que, finalmente, nos hace desear paz, calma, tranquilidad, sosiego. No admiro a estas personas que se retiran para siempre a lugares donde se vive a mucha menor velocidad y donde se manejan menos variables. Uno no solo es complejo, sino que, además, me vanaglorio de serlo. En mi caso, necesito ciertos niveles de estrés para sentirme bien. Sin embargo, la común desconexión con la naturaleza nos empuja, al menos, en determinadas épocas del año, a la búsqueda de esa calma de espíritu. Es como que llega un momento en que necesitas mirar al cielo para contemplar las estrellas y darte cuenta de lo insignificantes que somos en el contexto del universo que, a su vez, se mueve manejando tiempos muy diferentes a los nuestros, o contemplar la línea del horizonte medio fundida con el mar para hacer que reparemos en los distintos tonos de azules que pueden existir, o fijarnos en cómo el sol se difumina por efecto de la atmósfera y nos ofrece tonos que van desde el amarillo hasta el rojo, o recrearnos en la fortaleza de la naturaleza que es capaz de crear vida en las condiciones más variadas y cubrir de verde incluso las piedras, o asomarnos a un acantilado o un mirador y dejarnos acariciar por el viento.

   Llega un momento en que necesitamos levantar el pie del acelerador y emplear el tiempo y nuestros sentidos en conversaciones sin prisas, en juegos sin pretensiones, en risas sin sentido o en escritos sobre la paz. Recrearnos en la soledad buscada con la única compañía de la música, de un libro o de la simple observación, desde “la barrera” de la terraza de un bar, del comportamiento humano.

   La paz implica que casi todo puede esperar, que una sonrisa lo repara prácticamente todo, que dos no pelean si uno no quiere, que si te sientes atacado aquí, te vas para allá, que no tienes que entenderlo todo, que importa lo que importa y lo demás importa menos. La paz supone que debes permitir que los demás piensen lo que quieran y como quieran, aunque no te guste, ni te parezca lógico, ni lo consideres justo. Supone aceptar que las personas somos muy distintas y, además, cambiantes. La paz significa tratar de empatizar con los demás y en caso de que ello suponga renunciar a la paz, alejarse de aquello que la altera. La paz es sagrada, y más en estos tiempos. Se obtiene alimentando, mimando y amando nuestra mente, nuestra esencia, teniendo claro quiénes somos y quiénes queremos ser, demostrándolo a diario con nuestras actitudes y con nuestras acciones. Para estar en paz se hace necesario que seamos “auténticos”, es decir, que exista una coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.

Fdo. Diego Bueno

domingo, 17 de enero de 2021

HABLEMOS DE POR QUÉ HAY QUE CERRAR LOS BARES... POR FIN!!

 


Últimamente veo publicaciones en redes sociales haciendo referencia a lo injusto que es cerrar bares o limitar su horario en comparación con otro tipo de comercios.

Esto que voy a decir no debería hacer falta decirlo a poco que el personal tuviera un poquito de sentido común. No me creo que sea por desinformación porque a estas alturas de pandemia, quienes no estén informados es porque no quieren o no les interesa.

Los bares hay que cerrarlos o restringir más sus horarios porque, evidentemente, cuando comemos y bebemos no usamos la mascarilla.

Hay que cerrarlos porque es un lugar al que no vamos solo a beber y comer, sino que para todos es un lugar del alterne, un lugar de relaciones sociales. Justamente lo que no debemos tener. Relaciones sociales.

Hay que cerrarlos porque en un bar no ocurre como en otros comercios, donde te cruzas con personas (todo el mundo con mascarilla) sino que, en el bar, permaneces mucho tiempo junto a personas de otras unidades familiares.

Y hay que cerrar los bares porque está más que demostrado que el consumo de alcohol hace que relajemos nuestra atención y descuidemos las medidas de seguridad anti-covid.

De nada sirve que se limpien mesas y sillas ante todo esto que acabo de decir, cojones!

Lógicamente es una ruina para la mayoría de bares y eso no es bueno para nadie (sobre todo para los trabajadores, que para colmo, están mal pagados y explotados, con contratos de trabajo precarios y un número de horas trabajadas siempre mucho mayor que las firmadas en contrato.

Me encantan los bares como al que más, los echo de menos como el que más, pero... es evidente (todos lo estamos viendo) que son focos de contagios y ante todo debe primar la salud

Fdo. Diego Bueno

martes, 12 de enero de 2021

HABLEMOS DE LA INCERTIDUMBRE... POR FIN!!

 



Trabajo, amor, salud, dinero…

Todos aspiramos a tener todo eso y a sentirnos seguros. Es algo de lo más humano. Sin embargo, a lo largo de la vida, siempre habrá algunos de esos parámetros (o incluso todos) que no tengamos lo suficientemente claros o a nuestro gusto. Simplemente es imposible que todo esté bien siempre. Ya que los cambios son intrínsecos e inevitables, enfoquémoslos hacia nuestro beneficio interior.

Generalmente prestamos más atención a lo que nos falta que a lo que tenemos. Prestamos más atención a lo que deseamos conseguir que a lo que ya hemos conseguido. Craso error, porque pasamos de sentirnos agradecidos y, por tanto, felices y plenos, a instalarnos en la queja y por consiguiente, a sentirnos desdichados e incluso frustrados o incompletos.

Muchas personas, para combatir la incertidumbre, se ponen en manos de dioses y religiones basadas en la fe, o lo que es lo mismo, en encontrar certezas sin una base racional y empírica. Otras personas recurren a “adivinos”, echadores de cartas y demás aprovechados. Todos ellos saben muy bien que la certidumbre es una necesidad humana. Sin embargo, siento decirte que los dioses son creados a imagen y semejanza de las necesidades humanas y no al revés y que los “adivinos” y los mesías se aprovechan del conjunto formado por tus carencias y tus necesidades.

Quiero hacer hincapié en el término “carencias” para aclarar que no lo menciono en tono peyorativo ni mucho menos. La educación recibida, la falta de tratamiento de la inteligencia emocional en los currículos escolares, en el entorno socio-económico o en la propia moral social imperante, delimitan y asfixian nuestra capacidad para desarrollar herramientas que nos permitan, primero, aceptar que la incertidumbre es intrínseca a la propia existencia y segundo, que hay formas de conseguir que no nos convirtamos en náufragos a la deriva en un mar de miedos, porque una de las principales consecuencias de no aceptar la incertidumbre son los miedos y, como consecuencia, la parálisis que implican.

Asimismo, la incertidumbre mezclada con la necesidad de seguridad, suele conllevar una búsqueda, a veces obsesiva, de esa seguridad deseada. Tal deseo insatisfecho es sinónimo de frustración, de ansiedad, de queja y de sufrimiento.

Incertidumbre= miedos= parálisis= no crecimiento= infelicidad

Incertidumbre= búsqueda de certidumbre= frustración, = desesperanza= infelicidad

Una vez que nuestras necesidades básicas para la subsistencia (techo, agua, comida…) están cubiertas, todo lo demás es susceptible de ser interpretado subjetivamente, es decir, podemos centrarnos en agradecer lo que poseemos o, en cambio, añorar y quejarnos de lo que nos falta. No se trata de convertirnos en conformistas, sino más bien de buscar un equilibrio entre la mejora constante y a la vez no dejar de lado la autocomplacencia por lo que hemos conseguido, porque los objetivos y los bienes materiales, para que puedan ser valorados en su justa medida, han de ser conseguidos. Estamos inmersos en una sociedad en la que, para obtener beneficio económico con la venta de productos, se crean necesidades ficticias a cada minuto. Bien, pues esa misma filosofía, sin apenas darnos cuenta, se aplica también a las necesidades no tangibles (afecto, compañía, muestras de cariño o admiración, amor, sexo, necesidad de ser entendidos y aceptados…), es decir, a veces, creamos necesidades innecesarias.

El nivel de incertidumbre aceptado, tiene que ver con los logros, con la magnitud de los objetivos fijados, con la autoestima, con la voluntad, la firmeza, la constancia y la tenacidad de nuestro esfuerzo y nuestras convicciones, en definitiva, tiene que ver con lo que somos , con cómo somos capaces de ver el mundo desde una perspectiva positivista, con nuestra resiliencia, con nuestra capacidad para emocionarnos o apasionarnos, con nuestra tolerancia para con nosotros mismos, con nuestra capacidad para comunicarnos, de interrelacionarnos, de abrir nuestros corazones, de empatizar, de ayudar y hacer el bien. Resumiendo, tiene que ver con nuestra inteligencia emocional. Todo eso, como decía, no solo es trabajable y mejorable en cualquier momento, sino que debería ser tenido en cuenta y estimulado desde la primera bocanada de aire, en las familias, en los centros educativos, por las administraciones y hasta en la moral social, sin dejar de lado, obviamente, la responsabilidad individual a la que hay que apelar en cualquier momento de nuestra existencia.

Se trata de construir nuestro propio bucle en el que el patrón a seguir sea:

Me conozco (virtudes y defectos) me esfuerzo para mejorar → mejoro me acepto → me quiero → me siento pleno, seguro y con fuerzas para afrontar la incertidumbre → la asumo.

Paradójicamente, la incertidumbre es de las pocas certezas que tenemos. Aceptarla requiere de esfuerzo y constancia, pero el premio es descomprimirnos y consiste en librarnos de miedos infundados y frustraciones innecesarias que empobrecen nuestra vida. Nuestra única vida mientras no se demuestre lo contrario. Merece la pena, sin duda.

Fdo. Diego Bueno


HABLEMOS DE: "EL MAL EN INTERNET"… POR FIN!!

  HABLEMOS DE "EL MAL EN INTERNET"… POR FIN!!    Internet, en general y las redes sociales, en particular, nos han acercado tanto...