Lo primero que he de aclarar (para aquellos escépticos
acerca de mis artículos) es que en cada uno de ellos muestro MI opinión (son
artículos de opinión) pero que estas opiniones no son gratuitas, sino que están
fundamentadas, corroboradas y argumentadas.
Dicho de otra forma… Es posible (y deseable) la discrepancia
respecto a mis opiniones pero no respecto a los argumentos jejejejeje.
Respecto al título de este artículo empezaré por la
conclusión para, luego, esbozar mis argumentos.
La conclusión es, ni más ni menos, que el instinto maternal
existe. Si. Existe. Pero dura lo que dura la lactancia y, a veces, algo más (no
mucho más). Es decir, que sí existe un especial vínculo entre madre e hijo pero
que, salvo los dos primeros años de vida (como mucho) ese vínculo es igual de
especial que el que pueda existir entre padre e hijo (potencialmente) y que si
es más especial con la madre o el padre no se debe al instinto maternal sino a
factores, puramente, educacionales, culturales etc.
Y esto que acabo de decir, dista enormemente de la típica
imagen de madre de adolescente abnegada y sufridora que aguarda en el sofá
hasta altas horas de la madrugada, a que su hijo vuelva de la discoteca,
mientras el padre permanece ajeno a tal preocupación. Lo que mueve a la madre a
adoptar esa postura NO es el instinto maternal. Se trata de un temor desmedido
asociado, generalmente, a la madre por problemas socioculturales en cuanto al
establecimiento de roles.
Otro ejemplo sería el de la compleja situación que supone la
separación padres-hijos que se produce el primer día de colegio. Es una
situación antinatural desde el punto de vista biológico. Un mono y su cría
reaccionarían con verdadero terror al tener que afrontar una brusca separación
como esa. Y así reaccionamos la mayoría de nosotros (tanto hijos como padres y
madres). Pero eso… No es instinto maternal sino instinto de protección de la
cría
El otro caso es el de la sobreprotección. La prevención de
accidentes fuera de una medida lógica. La típica madre que no se separa de su
hijo de 5 años cuando este sube al tobogán para tirarse como hacen todos. Eso…
NO es instinto maternal. En este caso la madre refleja en su hijo su
inseguridad y/o falta de confianza.
El instinto maternal no es más que el especial vínculo que
se establece entre madre e hijo durante el embarazo por el hecho de que este se
produce dentro del cuerpo de la madre (y no más) y tras el parto por el hecho
de que el acto de amamantar solo es realizado por la madre. Es cierto que la
oxitocina aumenta en la mujer, es cierto que existen vínculos especiales que
son confirmados a través de los 5 sentidos que quedan agudizados en la madre,
pero una vez amamantada la cría no es el instinto maternal el que hace que haya
mayor y, sobre todo, mejor vínculo entre madre e hijo que entre padre e hijo.
Es el instinto de protección de las crías (con el fin,
biológico, de perpetuar nuestros genes) el que prevalece y ese instinto no es
exclusivo de la madre.
Estoy ya hasta los cojones de oír frases claramente
machistas que hacen referencia al especial papel que juega la madre para con
los hijos.
Señores!!!
Los padres jugamos,
exactamente, el mismo papel tan especial!!!.
Reivindico ese papel para los padres. Con toda la carga de
responsabilidad que ello supone.
En Rusia es costumbre envolver al recién-nacido en distintas
capaz de mantitas (tipo matriuska) que quedan, finalmente, amarradas y de tal
forma que el pequeño no se puede mover, siquiera. Sin embargo, esto hace que el
bebé deje de llorar automáticamente. El llanto del recién nacido está
justificado porque tener que respirar supone un nuevo reto y esfuerzo que ha de
afrontar, porque ha perdido el contacto que tenía con su madre, porque,
espacialmente, queda ubicado en otro contexto que le es ajeno y nuevo, porque
no cuenta con el olor y calor que, a modo de seguridad, le ofrecía el vientre
materno. Sin embargo TODOS los bebés que son enrollados en mantitas dejan de
llorar. Evidentemente las mantitas ejercen una labor parecida a la de su madre
antes de nacer (he dicho parecida ¿eh?, que no se me confunda!!) al menos en
cuanto a la sensación de seguridad y calor que le reportan las prendas pegadas
a su cuerpecito.
¿Dónde queda el instinto maternal ahí?. Existir, existe,
pero ni es tan fuerte, ni, por supuesto, es tan duradero.
(Y conste que todo eso me parece aberrante ya que lo ideal
es mantener al bebé pegado a su madre).
Lo que explica que históricamente haya existido esa
vinculación tan especial entre madres e hijos (y ya no hablo de bebés) no es
mas que (y siento tener que volver a insistir en lo mismo) la cultura y
educación machista imperantes desde siempre.
Por supuesto, buena parte de culpa de todo eso la tiene la
iglesia (lo siento pero lo que es, es) por su papel preponderante en la
fabricación de una moral concreta que define, claramente, una diferenciación (a
mi juicio antinatural y, sobre todo, injusta) entre madre y padre. Las
evidentes diferencias entre mujer y hombre no son solo biológicas. Eso es
cierto, pero queda demostrado que la mujer debe y puede jugar un papel mucho
más determinante en temas que van más allá de su rol de madre y que los hombres
pueden y deben, también, asumir sus responsabilidades como padres (que también,
van más allá del abastecimiento de comida y seguridad a la familia.
El rol de mujer ha consistido (durante demasiado tiempo) en
parir y criar a los hijos. Ese era el objetivo vital (básicamente) de la mujer.
El hecho de que seáis vosotras las que, biológicamente, estéis diseñadas para
parir ha sido aprovechado por los hombres para, además, asignaros un papel
secundario en el mundo, en el resto de acciones que todo ser humano tiene
derecho a ejercer.
Por eso los grandes cargos han sido siempre masculinos (la
mujer ha venido al mundo para parir y criar hijos), por eso la mujer no ha
contado con derechos (a la educación, a la información, a la participación, al
trabajo, a la independencia, al sexo…) a los que ha renunciado concienciada
(manipulada desde el pensamiento moral imperante como, por ejemplo (y es uno
más) el cristiano-católico) desde muy pequeñitas (recordad que sólo podíais
jugar a muñecas ya que vuestro objetivo vital era encontrar un buen marido,
parir y criar a los hijos y que si los niños jugábamos a muñecas éramos
tachados de maricones). Por suerte toda esa basura en forma de moral impuesta
ya se va diluyendo.
El exceso de protección de que hacéis gala con mucha
(demasiada) frecuencia no es debido al instinto maternal sino a los vestigios
de toda esa moral (a mi juicio, aberrante, injusta, machista y casposa)
Si alguien entra en mi casa y nota que está sucia pensará
que mi mujer es una guarra (y no que el guarro, quizás sea yo)).
Si alguien no nota protección hacia los hijos en una mujer
pensará que es una mala madre (y no se acordará del papel del padre que,
posiblemente, sea peor que el de ella).
Una vez que el hijo ha dejado la lactancia materna el papel
de ambos cónyuges es, potencialmente, exactamente igual. El famoso vínculo
especial madre-hijo se ira diluyendo en poco tiempo, los niveles de oxitocina
volverán a la normalidad y en la comunicación con el hijo entrarán en juego
otros factores más determinantes que el olor corporal, por ejemplo. Lo que
perdurará de por vida será el instinto de protección, el que nos hace perpetuar
nuestros genes. Pero ese instinto no es exclusivo de la madre, sino que también
lo tiene el padre.
Fdo. Diego Bueno
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