Lo que está por venir. Eso se supone que es el futuro. Pero
para ello hay que tener en cuenta el factor tiempo.
Siempre he dicho que la gran fórmula de la física es la de
la velocidad= espacio/tiempo.
Tenemos la obligación de dominar nuestro espacio y nuestro
tiempo. Y eso, traducido a nuestra cotidianeidad, a nuestra vida diaria supone
velocidad. Es importante la velocidad ya que ella hace que dos personas que
mueren a la misma edad no hayan vivido lo mismo. No confundir velocidad con
rapidez. No hablo de la velocidad del viaje sino de la de la percepción. Hay
personas que mueren a los 80 años y han vivido menos que otros que mueren mucho
más jóvenes. Y aclaro que vivir más no supone tener más cantidad de
experiencias vitales sino, sobre todo, más calidad de dichas experiencias.
Si consigues que toda la belleza que nos rodea no pase
desapercibida, si consigues que la palabra aburrimiento no forme parte de tu
diccionario personal, si consigues sacar partido a tus experiencias y ser capaz
de procesar correctamente más información… estarás ganando velocidad. Es como
vivir varias vidas en una. Hay personas que andan casi muertas en vida. Eso me
parece una irreverencia, una desfachatez. Me indignan las personas que,
pudiendo dar más de sí mismas, se limitan a cumplir con sus escasas necesidades
vitales. Y todo por miedo. Quien no arriesga no tiene opciones de ganar. El
miedo a perder nos aburguesa, nos acomoda. La búsqueda de seguridad nos
automatiza y nos deshumaniza.
Hace ya tiempo que aprendí que el futuro es eso que te va a
ocurrir dentro de dos minutos. Supongo que es mi armadura que me autodefiende
de mis miedos al futuro. Cada cual busca y usa sus recursos para vencer sus
miedos. Puede que sea una forma de esconder bajo la alfombra la basura de los
malos augurios. El problema de esa táctica radica en que a veces los
acontecimientos levantan la alfombra y sale a flote toda esa basura en forma de
miedos al futuro. Es como que te obligan a pensar en algo más allá de esos dos
minutos. Con lo a gusto que yo me sentía pensando en esos dos minutitos….
Hay ciertos hechos que nos hacen recapacitar. Hay hechos que
superan lo admisible en lo que, comúnmente, se entiende como “problema”.
Los problemas cotidianos forman parte de nuestra existencia.
No llegar a fin de mes, problemas en el trabajo, alguna crisis de pareja,
incluso crisis existenciales forman parte de eso que llamamos… problemas
cotidianos.
Pero a veces…. Surge ese problema que te da la ostia de
frente y en la cara. Choca de bruces contra tu seguridad y la convierte en
insegura. Remueve los pilares de todo lo que has construido. Y…. te obliga a
pensar en el futuro. Ese futuro sobre el que no tienes potestad. El que no
manejas ni decides. El que te supera. El que sólo es cuestión de tiempo. El que
temes y escondes.
Lógicamente, cuando eso ocurre…. Todo se mueve como sacudido
por un terremoto que, por definición, es incontrolable.
Terminas por sentirte impotente, inseguro, temeroso,
abatido, cansado, solo, desesperanzado. Todo lo pone en juego. Cualquier
planteamiento anterior se vuelve inestable. No sólo no puedes hacer nada sino
que hace que tengas que mirar a la cara a ese futuro que, por momentos, deja de
ser incierto.
Lo bueno de todo (y también en esto hay algo muy bueno) es
que hace que todo se coloque en su sitio. Aprendes a relativizarlo todo. Llega
hasta el punto de que la desidia con la que afrontas los problemas cotidianos
te hace fuerte ante ellos. Parecen tal minuencia que se terminan solucionando sin mayor problema.
Y colocas tu corazón, también, donde debe estar. Es curioso
porque… te vuelves fuerte y a la vez sensible. Terminas sabiendo desgranar ante
qué debes estar fuerte y ante qué, sensible.
También es digno de mención todo lo que se gana en cuanto a
ubicación. Dominas el espacio, en ese sentido. Sabes donde estás, con quien y
por qué.
Por supuesto que el precio que se paga por todo ello es
demasiado alto. Pero también es cierto que ganas en velocidad porque dominas el
tiempo y el espacio. Dicho de otra forma…. Ganas vida. Maldita paradoja!.
La geografía te sitúa en el mundo, en tu continente, en tu país,
en tu comunidad, en tu ciudad, en tu barrio.
La historia te contextualiza en tu época a través de la
comparación con otras anteriores.
La medicina y la filosofía hacen que nos conozcamos por
dentro y conozcamos a los demás.
Las matemáticas y la física razonan y explican, con su
particular lenguaje, por qué lo que es, es.
La lengua hace que interactuemos los unos con los otros.
Las ciencias naturales nos descubren el mundo en el que
vivimos.
Dominar todos esos campos nos hace estar en disposición de
conocer y manejar nuestro espacio y nuestro tiempo. En definitiva…. Nos da vida
ya que al ganar en velocidad podemos llegar a vivir más de una vida.
Pero el futuro es incierto. Llegada una edad… te das cuenta
de que cualquier cosa podía haber pasado. Es más…. Somos los que somos gracias
a nuestra experiencia vital.
En mi caso… quiero
olvidarme del futuro. Es cierto, por muy paradójica que suene la frase.
Quiero volver a esconder bajo la alfombra mis miedos al
futuro. Y seguiré intentando sacar provecho a los grandes problemas no
cotidianos. Esos que lo remueven todo. Esos que establecen el baremo de lo
importante y lo intrascendente.
Me alegro de creer que dios no existe (¿veis cómo soy
creyente?) porque de existir me llevaría mal con él. De existir tendría a quien
culpabilizar de las grandes injusticias.
Creo que cuanto mayor sea el contexto, más cíclico se
vuelve. Es decir… tras la muerte (y no podemos obviar que ese es el único
futuro conocido) habrá lo que había antes de nacer. La vida no es más que una
casualidad. Tan extremadamente rara que es delito pasar de soslayo ante tanta
belleza y fortuna por haber nacido.
Envidio a los creyentes porque ellos ponen su futuro en manos
de un dios al que aman y en el que confían. Sin embargo, en el fondo, pienso
que esa es su alfombra para esquivar y esconder las realidades del futuro. ¿Qué
mas da la táctica utilizada?. Al final, lo que prevalece es la debilidad humana
para entender ciertos hechos.
Cuando tienes la suerte de conocer e incluso convivir con
seres que merecerían el indulto y, por el contrario, lo que reciben es un mayor
castigo…. Cualquier táctica sirve mientras consiga eludir la cruel realidad.
Que para más INRI… va tomando forma con el paso del tiempo y te va matando
lentamente.
Por supuesto que todo este artículo conlleva, de forma
inherente, un estado de ánimo actual, mío y personal que, evidentemente, está
marcado por acontecimientos presentes que marcan y marcarán mi futuro.
Y lo curioso es que todo sigue igual. La gente tiene las
mismas preocupaciones y el sol sale cada mañana.
A todos aquellos que os preguntéis qué es el futuro y/u os
sintáis abatidos por vuestros problemas cotidianos, os llevaría a pasar una semana
a cualquier ala de oncología o cardiología de cualquier hospital infantil.
Probablemente cambiéis vuestra forma de entender y actuar en el presente y el
futuro. Y no lo digo mirando desde arriba, sino desde los infiernos que
subyacen tras la corrosiva injusticia de la que creo que soy víctima, que me
embarga, me impregna y me imposibilita para pensar en un futuro mayor que el de
los dos minutos.
Bueno, en dos minutos estaré dormido. Ese es, exactamente,
mi futuro.
Se que me lloverán críticas por este artículo pero… por
desgracia también es posible encontrar belleza en el dolor si algún zarandeo
nos hace recapacitar, al menos.
Fdo. Diego Bueno
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