¿Qué somos?, ¿De donde venimos?, ¿Hacia donde vamos los andaluces?
Aun recuerdo (a pesar de los casi doce años que tenía por
aquella fecha) aquella famosa manifestación del cuatro de diciembre de 1977. Se
trató de algo histórico, un hecho, un logro que quedará impreso en la memoria
del pueblo andaluz. Casi dos millones de personas en las calles de Andalucía
para reclamar y exigir decididamente (que no “pedir”, como dice la penosa letra
de nuestro himno) justicia con nuestro pueblo, libertad, reforma agraria,
autonomía y que no continuara la evasión de capitales hacia otras comunidades
del estado tal como venía sucediendo desde hacía más de cuarenta años. Aquella
manifestación costó, ante todo, la muerte de José Manuel García Caparrós,
mártir de toda aquella movida, asesinado cobardemente por grupos de
ultraderecha (votantes del partido que, al parecer, y según dicen las
encuestas, va a ganar las próximas elecciones en Andalucía) pero desde el punto
de vista político significó que por primera vez en la historia de este pueblo
(ante todo somos un pueblo, más que una región, una comunidad o una nación. Así
lo entiendo yo) la gente se unía y reclamaba derechos y libertades.
Somos un pueblo con una historia milenaria en la que ha
habido absolutamente de todo: invasiones, intercambios culturales, riquezas de
todo tipo, pobreza extrema, influencias de distintas culturas, guerras,
coexistencia y convivencia de distintas religiones... Somos cuna de la primera
ciudad, entendida como tal, de todo occidente, lugar donde se ubica la primera
ciudad del mundo en cuanto a riqueza e influencia durante muchos años del siglo
XVI, cuna de artistas sobresalientes en todos los campos de las artes etc.
Sin embargo, a pesar de que han existido desde siempre unos
rasgos comunes (culturales, sociales, lingüísticos, de forma de vida y
filosóficos), claramente identificativos, unas fronteras naturales (sierra al
norte, mares al este y al sur y río Guadiana al oeste) y una problemática
común…. A pesar de todo eso…. Solo aquel año (tres cuartos del siglo XX)
Andalucía fue capaz de unirse, salir a la calle y exigir lo que es suyo.
Y la gran pregunta es… ¿por qué tuvimos que esperar tanto?.
¿De donde viene ese inmovilismo típico andaluz?.
Como no soy nacionalista (ni andaluz, ni español, ni de mi
calle) no me veo en la obligación de tener que ensalzar constantemente la
tierra que amo y con la que me siento identificado. Ello me permite ser lo
suficientemente objetivo como para poder apreciar, no solo lo bueno de mi
tierra, sino también aquellas particularidades que me indignan o, simplemente,
no comparto.
Porque si bien es cierto que en mi tierra nacieron, se
criaron y sintieron personajes de la literatura como Lorca, Góngora, Alberti,
Bécquer, Machado, Álvarez Quintero, Cernuda, Vicente Aleixandre, Juan Ramón
Jiménez o Al-Mutamid. Filósofos como Séneca, Maimónides o Averroes. Arquitectos
como Vandelvira (tan genio y tan excepcional como, por ejemplo, Gaudí pero
infinitamente menos conocido y reconocido). Escultores como Martínez Montañés,
Pedro de Mena o Roldán. Pintores como Picasso, Zurbarán, Murillo o Velázquez.
Músicos como Falla, Andrés Segovia o Paco de Lucía. Actores y actrices de
renombre, cineastas, bailaores, cantantes y cantaores y personajes destacados
en todas las artes habidas y por haber…. A pesar de nuestra forma de ser y
sentir, de que concebimos la vida como un paseo y no como una guerra, a pesar
de que nos mueve la pasión, la sensación, los sentidos y los sentimientos, a
pesar de que convertimos en rito el trato con los demás en lo cotidiano, de que
cantamos y bailamos las penas, que tenemos claro que hay que vivir el presente,
que nos expresamos en la calle, en los bares, de que nuestro sentido del manejo
del tiempo aun está lejos de estar sometido a las prisas de las grandes
ciudades, de que mostramos claramente los sentimientos, de que olvidamos la
tristeza, probablemente iluminados por este sol que nos pertenece, de que
hacemos del ingenio constante una forma de vida, de que sabemos lo que es
sentir el pellizco que cautiva del flamenco, de que trabajamos para vivir y no
al revés, de que somos un pueblo donde convivir suele ser fácil, donde la gente
comparte lo que tiene y hace gala de una sencillez exquisita, donde los
silencios tienen tanta importancia como el bullicio. A pesar de que nuestro
paisaje nos hace sentir afortunados ya que nos bañamos en dos mares y es
posible pasar una mañana del mismo día esquiando y por la tarde tomando el sol
y bañándonos en la playa, donde cohabitan las más escarpadas montañas junto a
las más inmensas llanuras, donde existen vergeles frondosos y paisajes
desérticos, pueblos blancos por los que no ha pasado el tiempo y ciudades modernas
y saludables, conjuntos histórico-artísticos y arte a raudales…
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