Me jode. Me jode
mucho esa gente que se atreve a dar lecciones de amor.
A decirle a alguien
qué es y qué no es el amor. Para que aprenda. Pobrecito/a, que vive fuera del
amor, que no lo conoce y que nunca lo conocerá. Miran a su víctima desde arriba,
con condescendencia, casi perdonándole la vida, como si ellos/as sí supieran de
lo que hablan. Son personas guiadas y auto-engañadas por religiones absurdas que no se creen ni
ellas (bueno, cuando nos interesa sí se la creen) y otras guiadas por
convencionalismos aprendidos a base de una educación simple, inútil y desfasada,
denostada por cualquier pedagogo y que no tiene en cuenta lo humano.
Suelen ser personas
que miran la paja en el ojo ajeno y que rara vez se miran a sí mismas (y cuando
lo hacen es para auto-engañarse). Personas que mal enjuician a otros
aprovechando los malos momentos que todas las personas tenemos a veces. Que no
reparan en el daño que pueden llegar a causar sus juicios en esos momentos o, simplemente, que les da igual.
Cegadas por sus
necesidades de autoestima, de egos hambrientos o de carencias personales no
dudan en intentar echar mierda a quien pasa por malos momentos. Aprovechan la
debilidad. Ahí tienen su oportunidad. Es entonces cuando pretenden dar
lecciones de vida y amor.
No estaría de más
reconocer ese error y perdonarse a sí mismos en vez de regodearse en la mierda
del otro para satisfacer las propias necesidades de “silenciadores de
conciencia”.
Lecciones de amor?
¡No las admito!.
¡Ni las doy ni las admito!
No las admito
absolutamente de nadie. Simplemente porque el amor, para mí, es infinitamente
más fuerte que toda esa basura que habla de posesión, exclusividad, orgullo, “decencia”
o falsa dignidad.
El amor debe
contener mejora personal (reconocer errores propios para luego intentar
mejorarlos. Todos hablan de la bondad de esa postura pero pocos/as lo hacen
realmente), humildad, compasión y, sobre todo, perdón. Y el amor no se canta o
se dice cuando vemos la debilidad del otro. ¡El amor se demuestra!. Se
demuestra todos los días, todas las horas y todos los minutos. Con el
pensamiento, con las palabras y con los actos. Cada cual debe darlo en la
medida de sus posibilidades. Y lo entiendan o no, hay quienes tienen muchas
posibilidades. El amor es una trayectoria. Y se plasma y se implementa con
detalles. Con millones de pequeños detalles y muchos grandes detalles. El amor
se dice, se mira, se come y se mastica constantemente. Se siente y se mueve.
Por mucho que, una vez rota, la ola se vaya, el mar sigue ahí y es más fuerte
que cualquier ola. Las contiene, las genera y las crea.
El amor crea una trayectoria. Todos tenemos una trayectoria
ya a la edad que tenemos. Mírenla y analícenla si les parece. Y entonces,
cuando lo hagan, podremos empezar a hablar de amor.
No basta con desear
el bien del otro. Hay que procurarlo, buscarlo y promoverlo. Y eso sí que no
todo el mundo está dispuesto a hacerlo con mil circunstancias en contra!
Pues por ahí anda el amor. ¡Que lo sepan!.
Y el amor es igual
para los dos sexos. No entiende de género (¿En qué mierda de manual dice eso de
que es el hombre el que debe “conquistar” a la mujer y estupideces de ese tipo?).
Dos corazones se conquistan el uno al otro sea cual sea su género, su condición
o sus circunstancias y todo depende de las posibilidades de dar y recibir amor.
Y más que en la
fidelidad, el amor está en la lealtad!
Y perdura en el
tiempo. Una persona jamás debería dejar de amar a quien amó.
Que cada cual interprete el amor como le de la gana, que
cada cual viva su amor como quiera. Yo tengo mi idea de amor como la tiene cada
uno de nosotros.
Pero lecciones no.
No las doy pero…¡No las admito!.
Así que… lo dicho. Que
cada cual opine y muestre sus opiniones como le salga del alma, cómo, cuándo y
a quien quiera pero…No admito que, absolutamente nadie, me de lecciones de
amor.
Guste o no guste…Eso
es lo que hay.
Fdo. Diego Bueno
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