Facebo
A nuestros padres que "se fueron"
"A la vez que se nos van las personas queridas, se nos va, igualmente, un contexto, un ambiente, una época, una forma de vida en definitiva.
El dolor de la pérdida irreversible se mezcla con el miedo ante lo nuevo. La incertidumbre de un futuro incierto se entrelaza con ese vacío que nos deja quien se fue. Y tomas conciencia de que ya no volverán esos colores pastel, ni ese mobiliario estandarizado, ni esas costumbres, ni ese olor a pan tostado en casa de los vecinos.
Se desvanece la melodía de su risa, el eco de sus pasos en el pasillo, la calidez de su mano en la tuya. Ya no se repite aquella historia contada mil veces, ni se comparte el silencio cómplice de las tardes tranquilas de televisión o de lectura. Eran tardes eternas que duraban infinitamente más que las de ahora. Eres consciente de que se cierran las páginas de un capítulo único, irrepetible, dejando tras de sí un reguero de recuerdos agridulces. El mundo se nos antoja un escenario distinto, desprovisto de su presencia, donde los objetos cotidianos, poco a poco, se van impregnando de su ausencia. Un aroma, una canción, un lugar, se convierten en un umbral hacia el pasado, hacia ese tiempo que ya no es. Y en ese viaje nostálgico, descubrimos la fragilidad de la memoria, la certeza de que el olvido acecha, sigiloso, en los márgenes del alma. Pero también, la fuerza del amor que trasciende la muerte, que se aferra a los instantes compartidos, a la esencia de quien se fue, para construir un nuevo presente, un nuevo camino, donde su legado perdura. Ese camino lleva sus apellidos, lleva su esencia estimulada desde la paternidad y la maternidad. Con el transcurrir de los años, vamos entendiendo muchas de sus reacciones, de sus determinaciones, de su humanidad, en definitiva. De la misma forma, nuestros hijos e hijas irán entendiéndonos, incluso cuando ya no estemos presentes físicamente. De lo aprendido, me quedo, sin duda, con la calidez permanente de esos abrazos en forma de miradas y tonos de voz, porque he comprobado que jamás bajan su temperatura. Nos arropan como un abrigo permanente que pasa a formar parte de nuestra piel y nos protege ante el frío universo."
Fdo. Diego Bueno
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