viernes, 15 de abril de 2011

HABLEMOS DE “ENFERMEDAD SOCIAL”… POR FIN!!

 Se suele escuchar o leer, con relativa frecuencia, eso de que “esta” sociedad está enferma.

Se utiliza para ello un tono de desprecio, de lamento, de desencanto, de desesperanza.
Como si en el pasado no lo hubiera estado. Como si existiera o haya existido alguna sociedad completamente sana.
Todas las sociedades carecen de una salubridad total. Absolutamente todas. Lo que las diferencia son las enfermedades que afloran en el momento. Los síntomas del mal social no son más que el reflejo de los síntomas de cada uno de los individuos que componen esa sociedad.
¿Es necesario que recuerde que hace siglos se aceptaba como “normal” las ejecuciones públicas? ¿O que hace solo 40 años fue nº 1 en ventas una canción del dúo dinámico titulada “15 años tiene mi amor”? ¿O que la figura del “tonto del pueblo” (víctima de todo tipo de burlas, menosprecio o vejaciones) era algo comúnmente aceptado socialmente?
¿Acaso esas sociedades eran sanas?
Es evidente que en nuestra sociedad actual hay varias enfermedades. Generalmente tienen como factor común el individualismo (con su carga de egoísmo implícita). La inmediatez, el escaso apego a personas y cosas, el culto al cuerpo como forma de éxito social o la exaltación de la autenticidad (anteponiéndola a valores como la compasión, las buenas formas o la bondad).
Paradójicamente, y haciendo uso de ese individualismo, es donde pueden estar esos remedios que ayuden a paliar esas enfermedades mencionadas, ya que solo desde la individualidad es posible (hoy día y gracias a la libertad de información) sanear al conjunto de individuos que conforman la sociedad.
Creo que todo el mundo coincide en que existen las llamadas enfermedades sociales y en que debemos actuar. En lo que no hay consenso, por parte de las familias, es en la forma de hacerlo. Y cuando surgen este tipo de interrogantes, siempre, me pregunto…. ¿Por qué no hacer caso a lo que dicen los expertos?
Porque lo cierto es que, desde el punto de vista científico, si que hay una serie de pautas a seguir y medidas a tomar, tanto de forma individual como por parte de los gobiernos, en materia de educación.
Existen innumerables investigaciones, desde el punto de vista psicológico, neurológico y social, destinadas a entender por qué los humanos actuamos como lo hacemos, por qué adoptamos ciertas conductas y, sobre todo, si existe la posibilidad de cambiar dichas conductas o conceptos. Es, también, paradójico que los expertos lleguen a conclusiones aceptadas de forma unánime y que, sin embargo, dichas conclusiones no cuenten con el respaldo suficiente por parte de cada uno de nosotros ni de los gobiernos que nos representan.
Existe, en ese sentido, una hipocresía y una falta de sensibilización por parte de todos ya que, por una parte nos quejamos y por otra no estamos dispuestos a aceptar tomar las medidas adecuadas
Ese es el quid de la cuestión, a mi entender.
¿No nos jactamos de decir que amamos a nuestros hijos? ¿No estamos de acuerdo con que debemos dejarles un mundo mejor tras nuestra ausencia? Pues eso, que no es más que un acto de amor debería ir refrendado por acciones. El amor siempre implica acción y esfuerzo. Las buenas palabras no son más que eso. Palabras que sirven para “quedar bien”.
Por tanto, y metiendo el dedo en la llaga, no tengo más remedio que deciros que es nuestra obligación como padres y como parte activa de esta sociedad, estar lo más al tanto posible de las investigaciones, que en materia de educación, se llevan a cabo y, sobre todo, de las conclusiones de dichas investigaciones y que es también nuestra obligación, intentar poner en práctica los consejos en materia de educación. No solo los profesionales estamos obligados a ello, sino también los padres. No considero que sea una tarea tan difícil, gracias a los medios de comunicación con los que contamos. Y en cualquier caso no cabe rebatir normas de conducta, sistemas de aprendizaje, técnicas de formación etc. que han sido unánimemente aceptadas por expertos.
¿Qué hay mucho que investigar? Por supuesto que si. Pero mientras tanto, si queremos una sociedad más sana debemos seguir las indicaciones de quienes han estudiado los comportamientos humanos, tan imperfectos por naturaleza como mejorables.
Uno de los grandes objetivos (dado que vivimos en la opulencia y podemos conseguirlo casi todo sin demasiado esfuerzo) es conseguir que nuestros hijos piensen, que mediten, que se pongan en el lugar de todos, que puedan ver las cosas desde distintos puntos de vista, que, en definitiva, barajen posibilidades. Y existen técnicas encaminadas a conseguir dicho objetivo. Entendiendo la libertad como la capacidad de elección que tenemos las personas, se hace imprescindible disponer de un amplio abanico de posibilidades entre las que elegir. Eso nos hará más libres y, sin duda, mejores personas. Eso, a su vez, hará de la nuestra, o la de ellos, una sociedad más sana.
En esta ocasión creo que he conseguido ser más escueto (me soléis criticar que soy demasiado extenso y que por eso algunos no me leéis). Queda abierto el debate.

Fdo. Diego Bueno 

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