miércoles, 26 de octubre de 2011

HABLEMOS DE MIS NUEVOS 10 MANDAMIENTOS… POR FIN!!

 

Supongamos que se pudieran reescribir de nuevo los diez mandamientos que todos conocemos de la religión cristiana.

Tomándolos como indicaciones o reglas a modo de exhortación de obligado cumplimiento por y para todos los humanos yo los expondría de la siguiente forma:

1º- Sin duda, el primero tiene que ver con el amor. El más completo y positivo de todos los sentimientos humanos, el que más influencia ha tenido (junto a la capacidad de adaptación) para que seamos la especie dominante en el planeta. El más reconfortante de todos los sentimientos. Amemos y permitamos ser amados. Entendamos el amor, no solo como el sentimiento de felicidad en la complacencia, ni siquiera como el deseo de bondad hacia los seres amados, sino que, yendo más allá, comprendamos y ejecutemos el AMOR como la necesidad de procurar el bien a los seres amados e incluso a los no amados, sintiendo bienestar y felicidad ya en el mismo trayecto hacia ese bien deseado y procurado. Nada hay más grande ni más humano que eso, ni postura más inteligente que la plena disponibilidad a amar y ser amado. Olvidémonos del sentido egoísta de la posesión. Las personas no se poseen, sino que se ganan. Las personas no sustituyen a otras personas. Cada individuo es único e irrepetible. Seamos capaces de amar en plenitud. Trabajando el amor, dándolo todo y abriéndonos para recibirlo todo. No se ama a quien no se admira. No existen ni las medias naranjas ni los príncipes azules porque aunque en determinados momentos nos lo parezcan, el tiempo incidirá en cada uno de nosotros para hacernos cambiar paulatinamente. Aceptemos que las personas evolucionan y, por tanto, cambian. Creemos lazos que nos mantengan unidos a pesar de los cambios y aceptemos que los cambios pueden romper esos hilos.

2º- Socialicémonos, aún más y respetemos los derechos fundamentales de las personas. Interactuemos. Aprendamos de los demás y enseñemos lo que sabemos. Perpetuemos los conocimientos y las actitudes que nos llevan al éxito. Entendamos otra forma de éxito social basado en la entrega, en la abnegación, en la justicia social. Conozcámonos a nosotros mismos a través de los demás. Respetemos y toleremos a los demás, entendamos sus circunstancias, hagamos gala de valores como la bondad, la nobleza, sensibilidad, ternura, cordialidad, lealtad, longanimidad, dulzura, complacencia, misericordia, piedad o compasión.

Seamos críticos con las formas de actuar negativas y no contribuyamos al engrandecimiento social de quien no lo merece. Rodeémonos de personas dignas de nuestra admiración. Tengamos conciencia y sentido de la justicia social. Ayudemos a los necesitados, a los enfermos, a los niños y a los ancianos, a los débiles de cuerpo y/o mente, no desde nuestra posición dominante, sino desde nuestro sentido del deber, de sus derechos, de la justicia social y del amor. No nos dejemos adoctrinar ni por políticas ni por religiones indemostrables y, en cualquier caso, respetemos cualquier forma de pensar distinta a la nuestra.

3º- Vivamos el presente. Hay vida antes de la muerte. No dejemos para mañana el amor y la belleza que podemos tener y dar hoy. Saquemos partido a cada instante y creemos buenos momentos. Sin necesidad de grandes aspavientos. Mastiquemos toda esa belleza que nos rodea. Seamos conscientes de que la vida se acabará para nosotros y tenemos la obligación y la responsabilidad de dejar un legado mejor que el que recibimos. Ni puta idea de lo que habrá tras la muerte pero lo que sí sabemos es lo que hay antes. Y antes de la muerte hay VIDA.

4º- Cuidemos y eduquemos a la juventud porque ellos son el futuro y el presente. Eduquémoslos en el amor, en el respeto y en la confianza de que serán ellos los que remediarán nuestros errores.

Conociéndonos bien a nosotros debemos saber de la importancia de la educación. La educación lo es todo. La educación en el más amplio y positivo sentido de la palabra. Educación social, educación institucional, educación estatal, educación paternal, familiar etc. Educación en todos los campos, en todas las materias, en todos los órdenes. Confiemos en los jóvenes y démosles las herramientas necesarias para que perpetúen nuestros éxitos y nos superen. Comprendámoslos y aceptemos que no cualquier tiempo pasado fue mejor. Permitámosles que cometan errores. Es lo normal cuando se está en fase de aprendizaje. No dejemos de aprender jamás (es decir… no dejemos de tener un espíritu joven jamás).

5º- Fortalezcámonos. No permitamos que el daño recibido se perpetúe. Todo ello sin mirar a la vida como a una batalla, sino más bien como un paseo interactivo de extraordinaria belleza. Seamos capaces de superar los malos momentos, los desengaños, las frustraciones y las decepciones. No esperemos de los demás más de lo que nosotros no podemos ofrecer. Seamos sensatos, coherentes y razonables. Digámosle adiós al miedo. Ese es el gran enemigo, el que nos maniata, el que nos impide ver, el que nos hace defendernos antes de ser atacados y, por tanto… atacar.

6º- Controlemos el tiempo. Aprendamos a tener una concepción del tiempo más geológica. Menos guiada por nuestras fugaces vidas. Solo así actuaremos a largos plazos, que son los plazos en los que se mueve nuestro mundo, nuestro planeta. Solo así tendremos conciencia ecológica. Solo así podremos dejar un mundo mejor a nuestros hijos y unos hijos mejores a nuestro mundo. Tengamos amplitud de miras. Elijamos bien los momentos para las ocasiones. Hagámonos maestros en el dominio de los tiempos en todos los órdenes de la vida. Confiemos más en el tiempo como forma de hacer realidad utopías maravillosas e idealizadas (como nos lleva demostrando nuestra propia historia desde siempre).

7º- Hagamos obligatorio el aprendizaje emocional para que aprendamos a controlar nuestro odio, nuestra ira, nuestra rabia y nuestros miedos. Hagámonos expertos en inteligencia emocional. Coloquemos correctamente cada cosa en su verdadera escala de valores. Demos importancia a lo que la tiene y viceversa. Aprendamos a sonreír más frecuentemente y, por tanto, a propagar las ganas de vivir y ser. Aprendamos a interpretar sentimientos humanos y hagamos de la comunicación nuestra mayor y mejor herramienta para transmitir y recibir información. Sin tener que adivinar, sin dejar nada en el aire. Sabiendo donde estamos y con quienes, sabremos el por qué.

8º- Aceptemos que la intuición es una fuente de conocimiento tan válida como la razón. Generalmente tomamos nuestras miles de decisiones de forma instintiva para que luego sea la razón la que explique o la que justifique nuestra forma de actuar. Dejemos actuar a nuestros instintos porque ellos nos humanizan tanto como la represión. Reprimamos únicamente aquellos instintos que causan algún tipo de mal a alguien o a nosotros mismos. Aceptemos que somos humanos y, por tanto, imperfectos, así como que paulatinamente nos encontramos en el camino de la perfección. Sepamos que esta jamás llegará pero que el margen de mejora es extraordinariamente amplio y apasionante. Sintamos con pasión y hagamos de la pasión nuestra herramienta hacia la consecución de objetivos alcanzables. Sin pasión no hay vida.

9º- Que no se nos escape toda la belleza que nos rodea. La belleza es la ausencia de dolor y, por tanto, no hay dolor con belleza. Tenemos la posibilidad y la obligación de crear belleza. Que no se nos olviden los distintos verdes de las hojas de los árboles, el azul del mar o los distintos tonos rojizos del sol. Deberíamos crear ciudades que no renieguen de la naturaleza. Captemos la belleza de las personas. Las miradas, las sonrisas, los gestos que nos emocionan. Dejémonos seducir por la belleza en toda su plenitud. Que sea obligatorio el arte. Que sea obligatorio aprender a apreciar la música, la pintura etc. Que sea obligatorio enumerar y comunicar lo bello que hay en cada uno de nosotros. Al descubierto, sin apariencias, sin necesidad de máscaras que oculten y modifiquen lo que quisiéramos que los demás no vieran en nosotros.

10º Encontremos la felicidad en la antesala de la felicidad. No es objetivo, sino consecuencia.

No busquemos la felicidad. Encontrémosla por el camino. Apreciemos lo que tenemos. Sin conformismo pero valorándolo todo en su justa medida. Aspiremos a más siempre pero aprendamos a no frustrarnos si los objetivos tardan. Aceptemos las cosas como vienen. No demos la espalda a los problemas. Aceptemos a nuestros hijos intentando no transmitirles nuestros miedos y nuestras frustraciones. Aceptemos que el amor de pareja puede acabarse. No retengamos a nadie a nuestro lado si ese alguien quiere huir. Aceptemos que hay personas más capaces de dar amor que otras. Aceptemos que el amor es completamente libre y a veces ingobernable. Aprendamos a sonreír y a provocar sonrisas más frecuentemente. Si encontramos actos o formas de actuar que nos hacen felices a nosotros y/o a los demás… repitámoslos cuantas veces sea y cuanto más mejor. No escatimemos en buenos momentos. Sintamos la felicidad de hacer felices a los demás. La imaginación humana es nuestro mejor don junto con la capacidad de esfuerzo y adaptación. Saquémosle todo el partido a nuestro cerebro.

Todos hemos jugado a ser dios en alguna ocasión. Precisamente porque no creo en dios, me creo en el derecho de hacer lo que han hecho otros hombres a lo largo de la historia, es decir… escribir diez mandamientos que, más que mandamientos yo los llamaría indicaciones o reglas de obligado cumplimiento. Eso si… sin castigo alguno para los que no deseen cumplirlas ni premios más allá de lo reconfortante que sea seguir estos pasos.

Fdo. Diego Bueno

 

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