Antes que nada… ¿Existe el mal de ojo?
Pues depende del concepto. Debemos saber qué se entiende por mal de ojo para
saber si existe.
No hay un concepto claro y bien definido.
La clave, a mi entender, está en la distancia (física o
figurada). En el mal de ojo, inevitablemente, han de existir un emisor y un
receptor. Entre ambos hay una distancia o una cercanía. El emisor es quien
desea el mal del receptor. Para que el emisor tenga éxito en sus planes debe
poseer el deseo de ese mal en la otra persona y, además, el receptor debe
permitir que el emisor le haga daño. De esta sencilla lógica se deduce que el
mal de ojo desde la distancia es imposible y pertenece al mundo esotérico (caracterizado,
básicamente, por el uso de teléfonos que comienzan por la cifra 806)
(casualmente jajajajjajaja).
Hablemos pues del mal de ojo en la corta distancia, es
decir, el que ejercen personas que, de alguna manera, pueden influir en
nosotros.
Cierto es que todos tenemos un poder de influencia, más o
menos grande, en las personas con las que tenemos contacto. Cierto es, también,
que ese poder de influencia puede usarse para lo bueno y para lo malo. Y cierto
es que seguro que alguien ha deseado algo malo para nosotros en algún momento a
lo largo de nuestras vidas. También es verdad que hay personas que ejercen una
mala influencia en otras. ¿Podría llamarse a eso “mal de ojo”?. Pues no lo sé.
Lo que si se es que, en cualquier caso, es nuestra responsabilidad no
permitirlo.
Me resulta curioso que se sabe de la existencia del mal de
ojo gracias a quien lo padece y jamás por quien lo ejerce. Eso me lleva a
pensar que existen, infinitamente más personas que se sienten atacadas que
personas atacantes. ¿Por qué ocurre eso?. Básicamente porque cuando una persona
es inmadura y/o irresponsable tiene tendencia a no admitir sus errores y
justificarlos con causas ajenas (me va mal por culpa de alguien pero no por
mí). Es un mecanismo de defensa que nuestro cerebro emplea para no hacernos
sentir culpables y míseros, para intentar mantener intacta nuestra autoestima.
Y esa defensa se pone en práctica cuando no somos capaces de afrontar las
realidades y queremos ocultarlas bajo la alfombra. Pero… no nos olvidemos que
por muy oculta que esté y por mucho que eludamos el tema… no deja de ser
basura.
Cierto es que existe la buena y la mala suerte. Cierto es
que pasamos por rachas. Cierto es que hay personas que parece que están tocadas
por una varita mágica que parezca que todo les va de puta madre y otras que
parece que atraen a las desgracias. Pero la vida, en ese sentido, es larga y
hay tiempo para todo.
¿De quienes nos rodeamos? ¿A quiénes elegimos para que nos
acompañen en nuestro camino? ¿De quienes nos deshacemos porque no nos compensa
su compañía?
Esa cualidad debe convertirse en virtud. Me refiero a la de
saber elegir a nuestros acompañantes.
Fdo. Diego Bueno
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