lunes, 15 de agosto de 2022

¡¡HABLEMOS DE POR QUE LA RELIGIÓN DEBE ESTAR FUERA DE LA ESCUELA… POR FIN!!

 



Los niños y niñas, los hijos e hijas, pese a lo que algunas personas piensan, no son propiedad de los padres y/o madres. Una cosa es que los padres y madres debamos asumir la responsabilidad de decidir por ellos/as y otra cosa bien distinta es que podamos tomar cualquier decisión. Nos guste o no, somos seres sociales, vivimos en sociedad y, por tanto, debemos procurar para nuestros hijos e hijas una educación que les permita convivir en sociedad. Dicha responsabilidad recae, tanto en los padres y madres como en el estado que, como representante de la sociedad debe dotar al país de un sistema educativo para que quede garantizado el presente y el futuro de dicha sociedad. Han de existir, por tanto, unas normas de convivencia y unos comportamientos éticos, acordes a la moral imperante, que garanticen una sociedad sana, próspera, tolerante y cumplidora con los derechos humanos a la vez que debe fomentarse el valor del esfuerzo y las obligaciones como ciudadanos. El estado invierte en medios materiales, en espacios y en profesionales de la educación para poder garantizar la calidad, la universalidad, la gratuidad, así como para que no exista adoctrinamiento alguno. Ha sido siempre una tentación enorme la posibilidad de adoctrinar a niños y niñas cuyas mentes, en proceso de crecimiento, maduración y evolución, son claramente más vulnerables. Educar para la convivencia y la tolerancia, en democracia, NO ES ADOCTRINAR. Adoctrinar es inculcar preceptos, costumbres y dogmas provenientes de una religión concreta que, como tal, basa todo su ideario en una determinada creencia y fe. Quienes quieran educar a sus hijos e hijas basándose en una religión, que lo hagan, pero fuera de la escuela, que lo hagan, pero sin dinero público, que lo hagan, pero sin obligar a nadie. ¡Eso es libertad! Imponer, en las escuelas, una determinada religión con su inevitable labor catequética, significa tratar de inculcar dogmas, muchos de los cuales, además, entran en contradicción con la razón, la ciencia y los derechos humanos, como la subordinación de la mujer o el origen mágico de la vida y el universo. La escuela no debe ser un lugar de exclusión y discriminación en el que niños y niñas sean separados en función de las creencias o las convicciones de sus familiares, lo cual es una afrenta a la libertad de conciencia y una grave vulneración de los Derechos de la Infancia, como recoge la Declaración de los Derechos del Niño y de la Niña de 1959 y la Convención de 1989, que rechazan el adoctrinamiento y el proselitismo religioso. Separar al alumnado que comparte toda la jornada escolar, a la hora de las clases de religión, dificulta su convivencia y entendimiento, que es de donde nace el afecto y la solidaridad. La escuela debe ser imparcial en materia de creencias religiosas ya que es la mejor forma de respetar todas las creencias. Ni siquiera el hecho de que la mayoría de ciudadanos profese una religión es justificación para que los preceptos de esa religión estén dentro de la escuela por un motivo evidente de equidad, libertad y respeto. Que cada cual eduque en la religión o creencias que considere, que cada cual ejerza su labor evangelizadora como considere, que cada religión sea respetada por descabellados que sean sus dogmas, pero… ¡FUERA DE LA ESCUELA!

Fdo. Diego Bueno

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