El mejor de los nazis también es un nazi.
Por lo que sabemos de él, por sus comparecencias, sus
entrevistas y su trayectoria, queda más que demostrado que Jorge Mario Bergoglio ha sido una buena persona, con
buenos valores, buenas intenciones y buenas acciones, sin embargo, el Papa
Francisco ha sido el máximo representante de una institución que tiene un
historial del que una buena persona no debería sentirse orgullosa. Se trata de
un historial basado en el engaño a las personas de buena voluntad y cuando digo
engaño no me estoy refiriendo a confusiones, ni a errores, ni siquiera a
mentiras. Me refiero a engaños, es decir, a mentir con las peores de las
intenciones a sabiendas de que se trataba de mentiras. Estoy hablando de
manipulación, de clasismo, de apego al poder, de connivencia con poderes
totalitarios, de ocultación de la verdad de los evangelios, de invención de
relatos supuestamente históricos, de freno a todo avance científico, etc.
Si hablamos del papado (esa élite a la que ha pertenecido el
Papa Francisco) tenemos que hablar de prácticas mafiosas históricamente.
Hablamos de extorsión, violencia, manipulación, robos y por supuesto asesinatos
individuales y masivos, a través de órdenes y con las propias manos. El
cristianismo ha captado adeptos, desde siempre, allí donde había necesidad y
allí donde había incultura. Aprovechando la utilidad de las religiones, en
general, como forma de consuelo ante las penurias y ante lo incierto, el
cristianismo y, más concretamente el catolicismo, se ha hecho poderoso a través
del engaño. Al igual que los regímenes totalitarios, han infundido miedo a
espuertas, han obstaculizado el acceso a la cultura y a la educación del
pueblo, han impedido, por todos los medios, cualquier avance científico que
pusiera en duda sus ridículos preceptos y sus dogmas de fé, han fomentado la
desigualdad estereotipando los roles masculinos y femeninos dando un papel
secundario, cuando no, oculto, a la mujer, han pisoteado la libertad de las
personas al imponer su forma de entender la familia, las relaciones sexuales o
su famosa hipocresía social.
Todo seguirá prácticamente igual en esa institución que,
dado que no puede basar su discurso en hechos históricos (que no existen), ni
en la coherencia de esos evangelios, se basa en lo que ellos llaman “la
tradición”. Evangelios, especialmente los canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y
Juan) que ellos consideran la palabra de Dios en el sentido de que están
inspirados por el “Espíritu Santo” y revelan la vida y enseñanzas de un Jesús ¡al
que ninguno de los evangelistas conoció!, diga lo que diga el Opus Dei. Ya está
más que confirmada y contrastada esta afirmación desde hace mucho tiempo. Por
tanto y por todo ello…
“A Papa muerto, Papa puesto”.
Mi más sentido pésame por la muerte de D. Jorge Mario
Bergoglio. D.E.P.
Fdo. Diego Bueno
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