domingo, 12 de octubre de 2025

HABLEMOS DE POR QUÉ LA CLASE TRABAJADORA VOTA A LA DERECHA. ¡POR FIN!

 



Después de leer mucho, analizar las distintas realidades, procesar toda la información que considero fiable en estos temas y tras mis años de experiencia laboral, he conseguido llegar a estas conclusiones. Sin duda que no serán las únicas y por supuesto que todo es opinable en este tema, pero vuelvo a dejar aquí mi opinión sincera e imparcial en la medida en que soy capaz, partiendo de la base de que, por definición, ninguna opinión es objetiva.

El patrón histórico de la política occidental se basó durante décadas en una clara correlación: la clase trabajadora y los sindicatos eran la base electoral incondicional de los partidos de izquierda (socialdemócratas, laboristas, socialistas…), mientras que la derecha representaba a la burguesía y al capital. Sin embargo, en las últimas décadas, esta lealtad se ha roto. Desde el apoyo al Brexit por parte de zonas obreras en el Reino Unido hasta el voto a partidos de ultraderecha en Francia, Italia o aquí en España, la paradoja electoral es innegable. Este fenómeno es, en mi opinión, el resultado de varios desencadenantes: Una profunda crisis de identidad, una efectiva apelación emocional por parte de la derecha y un fracaso estratégico de la izquierda; Paso a analizarlo todo desde una triple perspectiva: Sociológica, psicológica e histórica.

Análisis Sociológico

La sociología electoral nos enseña que el voto está cada vez menos determinado por la clase económica y más por la identidad cultural y territorial. A mi modo de ver, la desestructuración económica de las últimas décadas ha jugado un papel crucial en este cambio. Me refiero a la desindustrialización y la globalización, que ha mermado el poder de la clase trabajadora tradicional. Las fábricas cerraron o se deslocalizaron (a día de hoy casi todo se fabrica en Asia), y los sindicatos perdieron influencia. El trabajador de mono de trabajo azul y empleo fijo fue reemplazado por el precario del sector servicios, el autónomo dependiente o el subcontratado.

Mientras que en 1970 el peso del sector industrial en el PIB de muchos países europeos superaba el 30%, hoy rara vez supera el 15-20%.

Esta transformación ha desmantelado el entorno social (barrio, fábrica, sindicato) que históricamente reforzaba la conciencia de clase y la lealtad a la izquierda. Puedo confirmar este dato con mi propia experiencia personal ya que donde yo vivo era el típico barrio obrero en el que todos sus habitantes trabajaban en la misma fábrica. En la actualidad, los trabajadores se sienten individualmente vulnerables, ya no sienten que forman parte de un colectivo fuerte.

Por otra parte, la izquierda moderna ha abrazado con fuerza las agendas progresistas centradas en la identidad (género, ecologismo, derechos LGTBI+), un cambio fundamental y necesario, pero que a menudo se percibe como ajeno o elitista desde ciertas zonas obreras más tradicionales o rurales.

La derecha, y sobre todo la ultraderecha, ha capitalizado este vacío, transformando el conflicto de un eje económico (Clase vs. Capital) a un eje cultural (Pueblo vs. Élite). Apelan a los trabajadores como "gente de orden" que se siente amenazada por la inmigración, la pérdida de soberanía o los cambios acelerados de valores. Como se puede observar, el foco se desplaza del salario a la seguridad cultural y nacional.

Análisis Psicológico

El voto a la derecha en la clase trabajadora es, a menudo, una respuesta emocional cargada de resentimiento y una búsqueda de control en un mundo percibido como caótico.

Las encuestas muestran que el principal temor de muchos trabajadores con empleo (pero bajo la amenaza constante de la precarización) no es la pobreza extrema, sino el descenso social. Temen perder su estatus y que sus hijos vivan peor que ellos. Este miedo se proyecta fácilmente hacia el "otro" que compite por recursos limitados, ¿y quién es ese otro? El inmigrante, el extranjero o la burocracia supranacional, por ejemplo, la comisión europea.

La derecha ofrece un discurso que promete protección y estabilidad, apelando al nacionalismo económico y a la mano dura contra la inseguridad percibida. No real pero percibida gracias a medios de comunicación que repiten constantemente mensajes que calan y provocan miedos en la población aunque no hayan datos que avalen esos miedos (okupas, independentistas, ladrones, islamistas etc.) Psicológicamente, la propuesta de "cercar" la nación y devolver el control es muy atractiva para quienes sienten que no controlan su propia vida económica.

Muchos trabajadores, además, utilizan su voto a la derecha como un voto de castigo contra el “establishment” político que, a su juicio, permitió la precariedad.

Aunque los partidos de derecha suelen representar a las élites económicas, logran proyectar una imagen de autenticidad al usar un lenguaje sencillo, directo y a menudo populista que valida las frustraciones de la calle. El resentimiento no se dirige solo contra los ricos, sino contra la "élite progresista", percibida como moralista e hipócrita, que habla de derechos sociales y ecología mientras ignora las hipotecas y las facturas. La derecha se posiciona hábilmente como la voz de la "gente corriente" contra los "intelectuales" y los "burócratas".

3. Análisis Histórico

La clave histórica para entender este transvase es, a mi modo de ver, la transformación ideológica y estratégica de los partidos de izquierda.

A partir de los años 80 y 90, muchos partidos socialdemócratas abrazaron la llamada "Tercera Vía", una estrategia que aceptaba o suavizaba gran parte del consenso neoliberal (globalización, liberalización, responsabilidad fiscal). Figuras como Tony Blair en Reino Unido o Gerhard Schröder en Alemania, buscaron atraer a las clases medias urbanas, pero al asumir la gestión de la economía capitalista con herramientas similares a las de la derecha (privatizaciones, recortes en el gasto social para controlar el déficit…), la izquierda erosionó su distinción programática en lo económico. Muchos trabajadores dejaron de ver a la izquierda como la defensora exclusiva de sus intereses materiales.

Simultáneamente, las estructuras tradicionales de la izquierda (sindicatos, asociaciones de barrio, etc.) perdieron penetración en los entornos obreros. La izquierda abandonó un lenguaje de clase fuerte, reemplazándolo por una retórica más universalista o centrada en los "nuevos movimientos sociales".

Este vacío retórico y organizativo fue ocupado estratégicamente por la derecha, que no dudó en utilizar la demagogia de la protección social (EEUU primero, los españoles primero, etc) y el discurso "anti-establishment" para ganarse la simpatía obrera.

En conclusión, según mi parecer, el voto de la clase trabajadora a la derecha es un síntoma de una profunda crisis de representación. No se trata de un voto a favor de las políticas económicas conservadoras (que les suelen perjudicar), sino un voto en contra de la precariedad, en busca de reconocimiento y por despecho hacia una izquierda percibida como ausente.

La batalla electoral ya no se define solo por la distribución de la riqueza, sino por el choque de identidades y valores. Para revertir esta tendencia, la izquierda necesita no solo defender sus propuestas económicas, sino también restaurar su conexión emocional y su autoridad moral entre los trabajadores que, ante la inseguridad económica, han priorizado el llamamiento a “la tribu”, el patriotismo y la promesa de un orden fuerte y seguro, ofrecidos con gran efectividad por la derecha. La derecha es conocedora de que en democracia siempre tienen las de perder (siempre hay más trabajadores que empresarios) así que debe hacerse un hueco entre la clase trabajadora. Nada mejor que apelar a las emociones. Patria, seguridad, tradiciones y resentimiento hacia las “izquierdas elitistas”. Hay que reconocer que se les da muy bien.

Fdo. Diego Bueno


miércoles, 8 de octubre de 2025

HABLEMOS DE CONSPIRANOICOS… ¡POR FIN!

 



Todos conocemos a alguien —en nuestro entorno o quizás algún personaje famoso— que cree que nos fumigan desde el cielo, que las vacunas son un plan de control mundial, que los medios de comunicación nos adoctrinan o que la verdad de las noticias reside en YouTube, TikTok, o en un foro digital. Aunque esto nos provoque risa o, quizás, rabia, detrás de esas creencias hay un cóctel psicológico, social y cultural que merece ser entendido.

No se trata de justificar, sino de determinar qué lleva a tantas personas a enfrentarse a siglos de método científico con la convicción de quien ha accedido a “la verdad” en un grupo de Telegram o en un vídeo de YouTube donde un orador se parece, más bien, a esos charlatanes de feria de toda la vida. La diferencia es que, a día de hoy, no venden ungüentos, sino ideas, en muchos casos, descabelladas. Se trata de gente que lanza afirmaciones rotundas, con una seguridad que seduce, apoyándose en imágenes sacadas de contexto (cuando no, falsas) y obviando todo aquello que no apoye su visión, por muy veraz que sea.

Lo primero que hay que decir es que los conspiranoicos no nacen. Se hacen. La conversión suele ocurrir en momentos de crisis, miedo o incertidumbre. Cuando el mundo se vuelve caótico, la mente busca orden. ¿Y qué mejor que una historia con buenos, malos y un plan secreto para explicarlo todo?

Suelen establecer una alianza ideológica con partidos de extrema derecha, con los que tienen en común el ofrecimiento de soluciones radicales, simples y rápidas a problemas complejos. Necesitan tener control. Las teorías conspirativas dan una falsa sensación de entender lo que pasa. Es más fácil creer que “todo está planeado” que aceptar que el mundo es, a menudo, complejo, caótico e injusto.

Estos individuos desconfían de autoridades, gobiernos, científicos y medios de comunicación; todos son sospechosos. Si alguna vez se sintieron traicionados o ignorados por el sistema, es más fácil pensar que todo lo oficial es una farsa.

Suelen sentirse superiores. Creer que uno tiene “la verdad oculta” confiere poder. El “yo sé algo que tú no sabes” les hace sentir especiales, únicos, “despiertos”, conectados y, por supuesto, más inteligentes y con más personalidad que el resto.

El sesgo de confirmación es brutal. Solo buscan información que refuerce lo que ya creen, descartando lo demás como manipulación.

Es verdad que existe una relación, en sus comportamientos, con la falta de educación, conocimiento y cultura, pero no es tan simple como decir “son ignorantes”. Hay gente con estudios que también cae en esto. Sin embargo, hay que reconocer que una personalidad radical mezclada con la falta de estudios forma el tándem perfecto para que germine la sensación de que el mundo está contra lo humano y que solo ellos, cual “supermanes” del siglo XXI, pueden salvarlo.

Por supuesto que existen patrones habituales como, por ejemplo, poseer una baja alfabetización científica. No entienden cómo funciona el método científico. Confunden hipótesis con hechos, y en muchos casos creen que la ciencia es una opinión más. Suelen tener déficits en pensamiento crítico, aunque ellos crean justo lo contrario, ya que no saben evaluar fuentes, distinguir evidencia de opinión ni detectar falacias.

Niegan hechos científicos porque la ciencia y los medios tradicionales no les dan lo que buscan: certezas absolutas, explicaciones sencillas y enemigos claros. Además, la ciencia cambia, y eso les parece sospechoso; no entienden que revisar y corregir es parte esencial del proceso científico.

El caldo de cultivo perfecto lo encuentran en las redes sociales. La sobreinformación (y desinformación) les hace dudar acerca de en quién confiar. Ahí refuerzan sus creencias y contactan con comunidades que los validan.

El terraplanismo queda para los más obnubilados, pero hay otros “clásicos” a los que esta gente se suele suscribir: “El hombre no llegó a la luna”, “nos fumigan desde aviones”, “vacunas con microchips”, “el 5G causa cáncer y controla la mente”, o el pasaporte COVID como forma de control social.

Respecto a las vacunas, hay toda una gama de barbaridades que dicen los antivacunas con total convencimiento, lo que hace que mucha gente, al escucharlas “de refilón”, adopte la peligrosa postura del miedo: el famoso “por si acaso”. Sus argumentos son variados: que provocan autismo, que tienen efectos secundarios a largo plazo, que ya no son necesarias ante enfermedades erradicadas, que la propia vacuna provoca la enfermedad, que la inmunidad natural es mejor, que contienen ingredientes tóxicos o que son una forma de control.

Es crucial señalar que la inmensa mayoría de la evidencia científica y médica global refuta estos puntos, afirmando que las vacunas son seguras, efectivas y una de las intervenciones de salud pública que más vidas ha salvado en la historia.

Otra mención especial es la del cambio climático. Hace unos años, el número de negacionistas era enorme. Los hechos, las evidencias científicas y la presión social hacen que poco a poco estos “sabiondos/desconfiados/imprudentes” vayan entendiendo el problema para, al menos, no entorpecer la buena labor de la gente concienciada.

Este fenómeno es aplicable a muchos temas en boga por culpa de una ultraderecha que, a base de bulos y consignas burdas, fomenta el negacionismo y el miedo. Negacionismo, por ejemplo, del machismo y en contra del feminismo; o el miedo a los “okupas” o a los inmigrantes como problemas generalizados. Si se les ofrecen datos estadísticos, los niegan diciendo que están manipulados, sin ofrecer ellos más que mensajes facilones para mentes simples. Ahí es donde triunfan, y siempre ha sido así.

Respecto al negacionismo y a los conspiranoicos, no se trata de burlarse ni de ignorarlos. Se trata de entender que detrás de cada una de esas personas hay una historia de miedo, desconfianza y necesidad de pertenencia. Como señala el filósofo y científico social Karl Popper en su concepto de la “sociedad abierta”, la desconfianza hacia las instituciones y la búsqueda de una verdad absoluta y simple son un refugio ante la complejidad y la incertidumbre de la vida democrática.

Eso sí, también hay responsabilidad. No podemos permitir que la ignorancia disfrazada de rebeldía se convierta en norma.

La ciencia no es perfecta, pero es lo mejor que tenemos para entender el mundo. Y si queremos que más gente la respete, hay que educar, comunicar mejor y, sí, también confrontar cuando toca.

Fdo. Diego Bueno


sábado, 6 de septiembre de 2025

HABLEMOS DE LA TÉCNICA FEYNMAN… ¡POR FIN!


 

HABLEMOS DE LA TÉCNICA FEYNMAN… ¡POR FIN!

La Técnica Feynman: El método que convierte lo complicado en simple

Lo prometido es deuda así que os cuento un poco lo que sé acerca del método de aprendizaje de este hombre.

Richard Feynman (1918-1988) , físico estadounidense y premio Nobel de física el año que yo nací, dejó más que teorías cuánticas: nos dejó en herencia un método de aprendizaje tan poderoso que hoy día se aplica en aulas, empresas y hasta en charlas TED.

No se trata de memorizar. Se trata de entender a fondo.

No se trata de demonizar la memorización, se trata de enfatizar el entendimiento integral y desde todos los puntos de vista, de cualquier texto.

Su regla de oro era simple: “Si no puedes explicarlo de forma sencilla, es que no lo entiendes lo suficiente.” Dicho por pasiva: ¡Procura entender y memorizar un tema, de forma que puedas explicarlo de forma sencilla e inteligible para la audiencia!

¿Cómo aplicar la técnica paso a paso?

1.   Elige un tema y escríbelo en una hoja. Es aplicable tanto a una teoría científica hasta un concepto de tu trabajo. Vale para cualquier tema y extensión.

2.   Explícalo como si hablaras con un niño de 12 años. Nada de tecnicismos. Si tropiezas, ahí está tu punto débil.

3.   Refuerza las lagunas. Vuelve a tus apuntes, libros o fuentes confiables y completa lo que no pudiste explicar bien.

4.   Refina la explicación. Léela en voz alta. Usa ejemplos o analogías. Si aún suena confusa, repite el ciclo.

¿Por qué funciona?

Porque obliga a pensar con claridad. No basta con repetir: hay que digerir la información y reconstruirla de manera que otros (y tú mismo) puedan entenderla.

Estudiantes la usan para exámenes. Profesores, para clases más efectivas. Empresas, para entrenar equipos y comunicar ideas complejas.

La Universidad de York probó su eficacia y concluyó: “Funciona, pero requiere esfuerzo.” ¡Pues claro que requiere esfuerzo! Es, precisamente el esfuerzo, el que nos ayuda a avanzar. La gracia está en que hay recompensas desde todos los puntos de vista.

La Técnica Feynman no es solo un método de estudio: es un antídoto contra la confusión. Transforma datos en conocimiento, y conocimiento en comprensión real. De hecho, los profesores y profesoras aprendemos, precisamente así: ¡Explicando!

Esta técnica, unida a otras metodologías activas[1] como la gamificación, aula invertida, aprendizaje basado en problemas o retos, aprendizaje por descubrimiento etc., nos proporciona enormes ventajas:

  • Se desarrolla el pensamiento crítico.
  • Se motiva al alumnado en su proceso de aprendizaje
  • El alumnado se convierte en un elemento activo y eje dentro del proceso del aprendizaje.
  • Se elimina la enseñanza basada en la memorización, aunque no se renuncie a ella del todo 
  • Se vinculan los intereses de los alumnos y alumnas con los contenidos académicos.
  • Se impulsa su autonomía en el proceso de aprendizaje
  • Se refuerza la participación, debate y cooperación.
  • Los estudiantes se vuelven personas más resolutivas.
  • Se mejoran las habilidades sociales y competencias comunicativas.
  • Se facilita el aprendizaje mediante la indagación, investigación y el descubrimiento.
  • Se favorece la retención de conceptos.
  • Los alumnos y alumnas desarrollan su propio criterio.

 

Fdo. Diego Bueno



[1] “Una Metodología Activa es un proceso interactivo basado en la comunicación profesor-estudiante, estudiante-estudiante, estudiante-material didáctico y estudiante-medio, que potencia la implicación responsable de este último y conlleva la satisfacción y enriquecimiento de docentes y estudiantes (López, F. , 2005)”

domingo, 17 de agosto de 2025

Hablemos de los beneficios de escribir…¡¡Por fin!!

 



HABLEMOS DE LOS BENEFICIOS DE ESCRIBIR... ¡¡POR FIN!!

Dedicar tiempo a la escritura es, sin duda, una de las decisiones más enriquecedoras que podemos tomar. Lo digo desde la experiencia personal más profunda e intensa, pero esta afirmación encuentra, asimismo, un sólido respaldo en distintos estudios psicológicos, pedagógicos y neurológicos que la corroboran.

Grandes autores, a lo largo del tiempo, han ensalzado las bonanzas de plasmar por escrito cualquier creación. Algunos ejemplos son:  Viktor Frankl, conocido autor de “El hombre en busca de sentido” (1946), libro que constituye una muestra de que plasmar por escrito situaciones tan adversas, nos ayuda a superarlas. De modo similar, escribir “Paula” (1994) supuso para Isabel Allende una ayuda para lidiar con el dolor por la muerte de su hija. Son casos en los que los escritos se realizaron tras pasar por esos duros momentos, pero también puede ser de utilidad durante la vivencia de los mismos, como es el caso del “Diario de Ana Frank” (1947).  Cuando le preguntaron a Saul Bellow cómo se sentía después de ganar el Premio Nobel de literatura en 1976, respondió: “No lo sé. Aún no escribí sobre eso”

En mi humilde caso particular, rememoro con cariño cómo, ya en mi temprana adolescencia, allá por la segunda mitad de los años 70, mis pensamientos encontraban refugio en las páginas de mi diario. Una costumbre que mantuve fielmente durante muchos años. ¿La razón? No hay una causa única o un motivo explícito que pueda señalar con precisión. Simplemente, experimentaba una sensación de profundo bienestar cuando plasmaba en el papel todo aquello que mi mente barruntaba; a la vez, una singular seguridad me envolvía al releer lo escrito con anterioridad. Era, para mí, una auténtica vía para el autoconocimiento, un espejo en el que mi alma se reflejaba.

En aquellos tiempos, mis ideas tomaban forma sobre el papel con la sencillez de un humilde bolígrafo. Aunque nunca dejé de escribir del todo, mi afición se intensificó de manera notable cuando, allá por el año 2004, adquirí mi primer ordenador. La irrupción de los procesadores de texto fue una revelación, facilitando enormemente el acto de escribir y liberando un caudal de creatividad. Fue a partir de ese momento cuando mi pluma (ahora digital) se volvió mucho más prolífica.

Con el inexorable paso del tiempo, y gracias también a una formación pedagógica cada vez más sólida y enriquecedora, fui comprendiendo la magnitud de las ventajas que la escritura nos ofrece desde múltiples perspectivas. Un cúmulo de beneficios que, sin duda, transforman nuestra manera de ver y experimentar el mundo.

No solo nos dota de herramientas para organizar nuestros pensamientos y manejar nuestras emociones, sino que también nos capacita para comunicarnos de manera más efectiva y nos permite prosperar en un mundo interconectado. Yo lo veo como una especie de inversión personal que produce dividendos incalculables en todas las facetas de la vida, sobre todo en nuestro bienestar y desarrollo personal.

Desde un punto de vista cognitivo, la escritura es un gimnasio para el cerebro. Al escribir, ejercitamos múltiples funciones cognitivas que, con el tiempo, se fortalecen y refinan.

La escritura nos obliga a estructurar nuestras ideas de forma lógica y coherente. Aquello que en nuestra mente puede ser un torbellino de pensamientos inconexos, al ser escrito, debe ser desglosado, categorizado y presentado de manera comprensible. Esto mejora nuestra capacidad para pensar con mayor claridad en cualquier situación. No recuerdo quien dijo que escribir es organizar ideas, pero no pudo estar más atinado/a. Digamos que facilita acudir al debate ya con los deberes hechos porque nos ayuda a procesar mejor toda la información que nos llega. Vivimos tiempos de sobreinformación, por tanto, en mi opinión, necesitamos actividades que requieran tiempo, tranquilidad, calma y que nos ayuden a ordenar ideas.

El acto de escribir refuerza la retención de información. Cuando tomamos notas, resumimos textos o incluso escribimos sobre lo que hemos aprendido, activamos procesos de consolidación de la memoria que profundizan nuestro entendimiento y hacen que la información sea más accesible en el futuro. En mi caso, yo he sido siempre de los que han estudiado/memorizado escribiendo y reconozco que me ha dado siempre buenos resultados.

Al articular nuestros argumentos por escrito, nos vemos obligados a examinar nuestras propias ideas, identificar posibles lagunas lógicas y considerar diferentes perspectivas. Sin duda, esto fomenta una actitud más analítica y reflexiva ante la información y los problemas, es decir, activamos el deseado pensamiento crítico.

Cuanto más escribimos, más exponemos y utilizamos nuevas palabras y estructuras sintácticas. Este proceso natural enriquece nuestro vocabulario y perfecciona nuestra gramática, haciendo que nuestra comunicación sea más precisa y elegante.

Escribir sobre un problema suele ayudarnos a verlo desde una nueva perspectiva. Al desglosar el problema en sus componentes escritos, a menudo descubrimos soluciones o enfoques que no habíamos considerado previamente.

Desde el punto de vista de los beneficios emocionales y psicológicos, la escritura es también una poderosa herramienta, ofreciéndonos un espacio seguro para la introspección y la expresión. Tal como veíamos antes, al actuar como un "diario de desahogo", la escritura permite externalizar preocupaciones, miedos y frustraciones. Ponerlos por escrito alivia la carga mental y es algo similar a una sesión de terapia personal. Es una forma eficaz de procesar emociones difíciles que produce mejoras en nuestra carga de estrés y ansiedad.

Al escribir sobre nuestras experiencias, sentimientos y reflexiones, nos conectamos más profundamente con nuestro mundo interior. Podemos identificar patrones de comportamiento, comprender mejor nuestras motivaciones y valores, y reconocer áreas para el crecimiento personal.

Desde la perspectiva de la psicología positiva, impulsada por mi admirado Martin Seligman, llevar un diario de gratitud, donde anotamos aquello por lo que estamos agradecidos, nos ayuda a cambiar nuestra perspectiva y a entrenar nuestra mente para enfocarnos en lo positivo y eso incluye una mejora en nuestro estado de ánimo general.

Para muchas personas (empezando por mí, por supuesto), la escritura es una vía liberadora para procesar experiencias traumáticas o el dolor de una pérdida. Permite confrontar y articular sentimientos complejos en un entorno controlado, facilitando el camino hacia la sanación.

Además, completar un escrito, ya sea un ensayo, un poema o una historia, genera una sensación de logro y competencia. Ver nuestras ideas materializadas en palabras refuerza la confianza en nuestras capacidades.

Desde el punto de vista de los beneficios sociales y profesionales, los efectos de la escritura impactan también en nuestras interacciones sociales y nuestro desarrollo profesional.

Una persona que escribe regularmente tiende a comunicarse de manera más clara y persuasiva, tanto de forma escrita como verbal. Esta habilidad es de un valor incalculable en cualquier relación personal o profesional.

En el entorno laboral actual, la capacidad de escribir informes claros y estructurados a la vez que complejos, así como presentaciones convincentes, es fundamental. La escritura de calidad es un diferenciador clave desde un punto de vista profesional.

Al intentar escribir desde diferentes perspectivas o desarrollar personajes, podemos ejercitar nuestra capacidad de entender y sentir lo que otros experimentan, fortaleciendo nuestra empatía.

La escritura nos permite dejar un registro de nuestras ideas, experiencias y conocimientos. Ya sea para nuestra familia, nuestra comunidad o las futuras generaciones, la escritura es un medio poderoso para compartir y preservar aquello que consideramos valioso.

Sin más, lo único que me queda es animar a todo el mundo a escribir. En papel con bolígrafo, con un teclado o incluso en el móvil. Recuerda:

¡No necesitas ser un genio ni un profesional! ¡Escribir es para ti, para tus ideas, para tu bienestar! ¡Es tu espacio, sin juicios! ¡La escritura es tu válvula de escape! ¡Te ayuda a procesar emociones, reducir el estrés y conocerte a un nivel más profundo! ¡Es tu confidente!

Empieza, si quieres, con 5 o 10 minutos al día. No hay reglas, solo exprésate libremente. El papel en blanco es una oportunidad, no un desafío. ¿Por dónde empezar? Prueba un diario de gratitud, escritura libre sobre lo que sea que sientas, o anota tus sueños y preocupaciones.

Fdo. Diego Bueno Linero


martes, 5 de agosto de 2025

HABLEMOS DE ¿QUÉ SIGNIFICA SER UN BUEN PROFESOR O PROFESORA?… ¡POR FIN!

 

Imposible no mencionar a mi admirado D. Paulo Freire

   Todos tenemos en nuestro recuerdo a ese buen profesor o esa buena profesora que llevamos con nosotros para toda la vida. Imagina que hiciéramos una encuesta cuya pregunta fuera: ¿Cuál fue tu mejor profesor o profesora en el instituto y por qué?

   Estoy seguro de que decidiste elegir a ese/a profesional de la educación por su capacidad para inspirar, motivar y conectar contigo a nivel personal y académico. Más allá de la mera transmisión de conocimientos, esta persona seguro que poseía cualidades como la empatía, la pasión por enseñar, la capacidad de crear un ambiente de aprendizaje positivo y la habilidad de adaptarse a las necesidades individuales de cada estudiante. 

   El buen docente no nace, se hace a través de un duro trabajo personal. Nuestra profesión es una de las más complejas. Los procesos educativos de enseñanza- aprendizaje requieren de muchas cualidades. No basta la vocación. Se necesitan habilidades sociales, inteligencia emocional, capacidad de liderazgo, infinita paciencia y conocimientos expertos en cómo funciona la mente humana para motivar y facilitar la adquisición de conocimientos, habilidades y destrezas.

   Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sido estudiantes y durante esa etapa nos hemos encontrado con profesorado de todo tipo. ¿Verdad que sí? Desde siempre, la pedagogía ha tratado de resolver el enigma: ¿Qué cualidades debe tener alguien a quien consideraríamos un buen docente? Porque también es cierto que hay muchos alumnos o alumnas que, en su inmadurez, consideran buen docente a quien no lo es tanto, simplemente porque ofrece un trato cercano o porque hace que el alumnado apruebe sin demasiado esfuerzo, sin embargo, además de que tal actitud me parece un acto de irresponsabilidad, es evidente que no es ese el papel que debemos asumir.

   A continuación, paso a detallaros las conclusiones a las que se ha llegado a nivel mundial y que son aceptadas, contrastadas, consensuadas y ratificadas por los más reputados expertos en pedagogía, didáctica y metodología educativa.

   Los estudios han demostrado que la calidad educativa aumenta cuando el profesor o profesora cumple con los siguientes aspectos:

Competencia en la materia

   Es tan obvio como esencial que el profesorado tenga un buen dominio de la materia que va a impartir/enseñar. Por supuesto, este conocimiento supone conocer más que los términos, los hechos o los conceptos. También es necesario una buena organización e interrelación de las ideas. Es imprescindible, por ejemplo, que el profesor o profesora sea capaz de debatir sobre todos los aspectos de la materia y extrapolar los conocimientos a otras áreas, incluido, por supuesto, la vida real en su contexto sociocultural.

Estrategias de enseñanza

   Para lograr una buena instrucción hay que aplicar las estrategias apropiadas. Hoy en día se considera que las más óptimas son las de carácter constructivista. El constructivismo es una corriente pedagógica y filosófica que postula que el conocimiento no se recibe de forma pasiva, sino que se construye activamente por el propio individuo a través de la experiencia y la interacción con su entorno. Busca empoderar al estudiante para que se convierta en un constructor activo de su propio aprendizaje. Por lo tanto, la estrategia a seguir es estimular al alumnado para que explore, descubra el conocimiento y piense con sentido crítico. Debo citar obligatoriamente a los padres del constructivismo que son Piaget y Vygotski a los cuales todos los docentes interesados en el arte de transmitir conocimientos hemos estudiado en algún momento.

   Para que todo el mundo me entienda… ¡No puedes ni debes aprender a multiplicar si antes no has aprendido a sumar! (esto es “aprendizaje significativo” y forma parte del constructivismo)

Establecimiento de objetivos y planificación educativa

   Los profesores y profesoras eficaces no improvisamos las clases. Establecemos objetivos complejos para la enseñanza y creamos planes para lograrlos. Una buena programación implica un enorme trabajo y mucho tiempo, pero gracias a esto se logra convertir el aprendizaje en un reto y una actividad interesante. Se programa “al milímetro” relacionando objetivos, contenidos, normativa, resultados de aprendizaje, cualificaciones, unidades, bloques, contenidos transversales, evaluación, calificación, recuperaciones, actividades extraescolares, normas… Absolutamente toda actividad docente debe estar “preprogramada” (perdón por la redundancia pero la programación debe estar realizada con cuanta más antelación, mejor) con una planificación diseñada a conciencia y con la posibilidad de ir siendo adaptada a las necesidades y características del grupo clase.

Actividades adecuadas al desarrollo madurativo

   Los estudiantes van creciendo, van madurando, van cambiando incluso a velocidades vertiginosas propias de la adolescencia o la post adolescencia. Es importante que los docentes conozcamos las distintas etapas del desarrollo y sus características con objeto de que el material usado sea acorde a las características de nuestro alumnado.

Habilidades de control de aula

   Nuestra tarea no es solo tener un grupo de individuos, sino lograr que el aula sea un conjunto cohesionado. Para ello, necesitamos habilidades como definir reglas, organizar equipos, supervisar tareas y manejar la mala conducta, siempre personalizando la atención. Un control demasiado estricto o demasiado laxo es perjudicial siempre. El objetivo es crear un ambiente democrático y equilibrado, donde se fomente la participación y el pensamiento crítico, pero siempre respetando las normas de convivencia.

Habilidades de motivación

   Sin la motivación adecuada, el aprendizaje es limitado. Para ser eficaces, debemos transformar las tareas educativas en actividades creativas y estimulantes. Por ejemplo, la gamificación —el uso de juegos en el aula— es una excelente manera de incentivar la participación activa de nuestro alumnado. Toda actividad humana que provoca emociones positivas, empezando por la alegría y sus expresiones en forma de risa, estimula zonas cerebrales que facilitan el aprendizaje y lo afianza en la memoria. Con esto queda todo dicho respecto al ambiente de trabajo en el aula.

Habilidades de comunicación

   Ser docente implica ser una buena o un buen orador y saber adaptar el nivel de expresión a las características de las personas receptoras. Nuestra comunicación no solo se dirige al alumnado, sino a toda la comunidad educativa. Es un lazo que une a la persona educadora y a la persona educanda. Debemos encontrar el equilibrio entre usar un lenguaje atractivo e inteligible para el alumnado y, al mismo tiempo, introducir vocabulario técnico y nuevas formas de expresión.

Reconocimiento de las diferencias individuales

   Cada estudiante es único, con sus propias cualidades y su perfil de aprendizaje. Ser una buena profesora o un buen profesor significa reconocer y valorar esas diferencias, y adecuar la forma de enseñar de manera individualizada. Esto incluye tener en cuenta las posibles necesidades educativas especiales de cada estudiante, lo que requiere un contacto permanente y cercano con las familias y los equipos de orientación. Obviamente esto requiere de tiempo, paciencia, empatía y esfuerzo, de ahí que sea importantísimo que las ratios (número de alumnos/as por profesor/a) no sean altas. Como es obvio, la calidad de la educación viene determinada, en gran medida, por esta relación, además de por contar con los/las profesionales adecuados en función de las necesidades de cada alumno y alumna, simplemente para que no sea necesario hablar de “inclusión” sino de “no exclusión” de nadie por ningún motivo. La heterogeneidad en el aula no solo es un reflejo de la sociedad, sino también una riqueza que toda persona merece experimentar.

Trabajo eficaz con contextos culturales diversos

   Hoy en día, es común encontrar aulas culturalmente muy diversas. Es nuestra responsabilidad conocer las particularidades de nuestro alumnado para fomentar relaciones positivas y evitar estigmatizaciones.

Mentalidad abierta e inclusiva

   La educación de calidad va más allá de la brecha cultural. Temas como la identidad de género, la orientación sexual o las neurodivergencias deben ser normalizados e incluidos en el aula. Nuestra labor es crucial: debemos formar a personas tolerantes, abiertas y empáticas, que construyan una sociedad más justa.

Habilidades de evaluación

   Como docentes, debemos ser conscientes del nivel de aprendizaje de cada alumna y alumno en todo momento. La evaluación, más allá de ser un simple método de calificación, debe ser una herramienta para conocer los puntos fuertes y débiles de nuestro alumnado y, así, poder orientar su enseñanza. Su objetivo principal es asegurar que adquieran los conocimientos mínimos exigidos y desarrollen habilidades sociales e individuales para la vida.

Habilidades tecnológicas

   Las herramientas tecnológicas, si son utilizadas correctamente, suponen un aumento de la calidad educativa. Por esto, los buenos profesores y profesoras tienen conocimientos y están al día de las nuevas tecnologías que fomentan el ambiente educativo. También es importante que nos encarguemos de familiarizar a nuestro alumnado con dichas tecnologías.

Conclusiones

   Como puedes ver, las exigencias para ser una buena profesora o un buen profesor son muchas. Puede parecer casi imposible reunir todos estos requisitos, pero nuestra profesión es de una gran responsabilidad y no podemos permitirnos no dar la talla. El riesgo es alto e implica que una parte del alumnado no desarrolle todo su potencial.

   El sistema educativo actual proviene de una forma de evaluar y educar en masa para seleccionar a la persona más válida para un puesto de trabajo. Se trata de un sistema “taylorista” que proviene de la Revolución Industrial. Los tiempos, por suerte, han cambiado y ahora se busca el crecimiento personal y profesional de las personas tratando de que se sientan felices desarrollando todo su potencial.

   Las profesoras y los profesores debemos estar en formación continua y, sobre todo, con una alta motivación. Aunque parezca contradictorio y sea, en cualquier caso, paradójico; ¡Debemos usar la tecnología para humanizarnos más! Nuestra vocación debe servirnos, entre otras cosas, para inculcar en nuestro alumnado el placer de aprender. La educación es un derecho, es un bien público al que debe tener acceso cualquier persona que forme parte de una sociedad, sin ningún tipo de sesgo, por tanto, no debe tener condicionantes religiosos, ni de clase social, ni de capacidad económica. Una sociedad mejora cuando mejora la educación de los individuos que la componen. Queda claro que la inversión en educación es, sin duda, la mejor inversión de futuro que puede realizar una sociedad.

   Fdo. Diego Bueno

viernes, 25 de julio de 2025

HABLEMOS DE CÓMO MITIGAR EL MIEDO AL CAMBIO... ¡POR FIN!

 


La vida es un constante fluir, una serie ininterrumpida de cambios. Desde el momento en que nacemos, estamos inmersos en un viaje de transformación continua. Algunos cambios son sutiles y casi imperceptibles, como el lento paso de las estaciones. Otros son drásticos y repentinos, como una mudanza a una nueva ciudad, el comienzo de un nuevo trabajo, o la llegada de un nuevo miembro a la familia. Unos cambios nos vienen de improviso mientras que otros los provocamos nosotros mismos.

Estos cambios pueden ser desafiantes, empujándonos fuera de nuestra zona de confort y obligándonos a adaptarnos. A veces nos traen alegría y nuevas oportunidades, mientras que otras veces vienen acompañados de tristeza o incertidumbre. En cualquier caso, todo cambio en nuestras vidas implica una cierta dosis de miedo, es decir, ante una situación nueva, es lógico que estemos un poco alerta. El problema se hace serio cuando ese miedo al cambio nos inmoviliza y nos estanca en una situación que, prolongadamente, nos esté haciendo sentir infelices o simplemente nos aumenta los niveles de ansiedad hasta un punto en que la vida, literalmente, duele.

Para paliar el miedo al cambio, es crucial aceptarlo como parte natural de la vida y desarrollar estrategias para manejar la ansiedad que puede generar. Esto implica identificar las causas del miedo, practicar la aceptación de la incertidumbre, buscar apoyo social y dividir los cambios en pasos más pequeños y manejables. Aquí os traigo unos cuantos consejos para mitigar el miedo al cambio. Si trabajas con estas estrategias, ten por seguro que vas a notar la mejora.

Acepta tus miedos: Reconoce que es normal sentir miedo ante situaciones nuevas. No intentes suprimirlos, sino más bien, acéptalos y date permiso para sentirlos sin que te paralicen.

Identifica las causas: Reflexiona sobre las razones específicas que te generan miedo al cambio. ¿Qué te preocupa? ¿Son miedos basados en experiencias pasadas o en preocupaciones irracionales?

Desglosa el cambio: Si puedes, divide el cambio en pasos más pequeños y manejables. Esto te ayudará a sentir que tienes más control sobre la situación y a adaptarte gradualmente.

Visualiza lo positivo: Enfócate en los resultados positivos del cambio. Visualiza cómo te sentirás al lograr tus objetivos y cómo el cambio puede abrir nuevas oportunidades.

Busca apoyo: Habla con amigos/as, familiares o un/a profesional sobre tus miedos. El apoyo social te ayudará a obtener diferentes perspectivas y a sentirte más seguro/a. Rebusca en el fondo de ti y tras ese ejercicio de introspección, saca con palabras todo lo que llevas dentro. Toda esa carga emocional.  A mí, personalmente, me ha ido muy bien siempre, escribir.

Practica la resiliencia: Fortalece tu capacidad para adaptarte y recuperarte de los desafíos. La meditación, el ejercicio y el cuidado personal te van a ayudar a desarrollar esta habilidad.

Enfrenta tus miedos: A veces, la mejor manera de superar el miedo es enfrentarlo gradualmente. Da pequeños pasos hacia el cambio, incluso si sientes miedo, y celebra tus logros.

Aprende a relajarte: La práctica de técnicas de relajación, como la respiración profunda, te va a venir bien para reducir la ansiedad y mantener la calma ante situaciones de cambio.

Confía en ti: Recuerda que siempre has salido airoso/a de cada cambio que se ha ido produciendo en tu vida. Confía en tu capacidad para adaptarte y superar los desafíos.

Al aplicar estas estrategias y ser paciente contigo mismo/a, iras reduciendo gradualmente tu miedo al cambio. Piensa que en cada cambio reside una oportunidad para crecer, aprender y descubrir nuevas facetas de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Aceptar el cambio, en lugar de resistirlo, nos permite navegar por la vida con mayor resiliencia y aprovechar al máximo cada nueva etapa.

Fdo. Diego Bueno


jueves, 24 de julio de 2025

HABLEMOS DE ¿LO NATURAL ES LO MEJOR?...¡POR FIN!

 


HABLEMOS DE ¿LO NATURAL ES SIEMPRE LO MEJOR?... ¡POR FIN!

Obviamente va a depender de lo que estemos hablando, pero es cierto que, en nuestra sociedad, existe una arraigada tendencia a asociar lo "natural" con lo "bueno", lo "puro" y lo "saludable" por definición. Esta percepción pudiera ser bienintencionada, aunque a menudo vemos que forma parte de campañas publicitarias que solo intentan vender sus productos usando lo “natural” como reclamo y ocultando buena parte de la verdad a los consumidores. Además de eso, ese tipo de campañas dañan nuestra percepción ya que a menudo nos hace tender a simplificar en exceso una realidad mucho más compleja. La naturaleza, en su estado más original, es un ecosistema de equilibrio y “brutalidad”, de belleza y peligro. Lo cierto es que hay innumerables ejemplos de elementos y procesos naturales que son, en el mejor de los casos, mejorables, y en el peor, francamente perjudiciales.

Antes de profundizar, es crucial plantearse: ¿qué consideramos realmente "natural"? La línea divisoria es a menudo borrosa. ¿Es natural un campo de trigo cultivado por el hombre, producto de milenios de selección artificial? ¿O solo lo es el trigo silvestre original? ¿Es natural una ciudad, construida con materiales extraídos de la tierra, o solo un bosque virgen?

A menudo, asumimos como naturales cosas que son el resultado de una profunda intervención humana. La agricultura, por ejemplo, ha transformado drásticamente las especies vegetales y animales para hacerlas más productivas y aptas para el consumo humano. Un plátano moderno, sin semillas y dulce, dista mucho de su ancestro silvestre. De igual modo, muchas razas de perros, aunque "naturales" en el sentido de que son seres vivos, son el resultado de una selección artificial tan intensa que incluso presentan problemas de salud inherentes.

La naturaleza está llena de elementos que, aunque son intrínsecamente "naturales", distan mucho de ser beneficiosos para nosotros:

Tenemos venenos y Toxinas. De hecho, muchas de las sustancias más letales conocidas son de origen natural. Están ahí, en plantas, en animales o en hongos.

Tenemos enfermedades. Gran parte de las enfermedades que han diezmado a la humanidad son "naturales". Infecciones, malformaciones, enfermedades genéticas…. Todas son naturales y sin embargo son perjudiciales para las humanidad, para las plantas o para los animales.

Tenemos desastres Naturales: Terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, huracanes... todos son fenómenos naturales que causan devastación.

Tenemos materiales naturales con limitaciones. Por ejemplo, la madera se pudre y quema. Las fibras naturales son menos resistentes que muchas sintéticas. El hierro natural se oxida…

Respecto a cómo nos afecta eso que llamamos “natural” a los humanos, quisiera hacer hincapié, por lo mucho que nos atañe, en la alimentación ya que, a día de hoy, sabemos que tiene una importancia enorme en nuestra salud y por tanto en nuestra longevidad. Es evidente, a mi modo de ver, que en el ámbito de la alimentación, la creencia de que "natural es siempre mejor" también merece un análisis crítico. Si bien una dieta rica en alimentos integrales es fundamental, el concepto de "natural" en el supermercado dista mucho de la realidad ancestral.

Los cultivos modernos, tanto de frutas como de verduras, han sido seleccionados durante generaciones para características como el tamaño, la dulzura, el aspecto, la resistencia a plagas y una mayor vida útil. Esto, a menudo, ha ido en detrimento de su densidad nutricional comparada con sus ancestros silvestres. Además, la agricultura intensiva puede agotar los suelos, reduciendo el contenido de vitaminas y minerales en los productos así que dadas esas características y dado que los humanos vivimos más años que nunca, a partir de ciertas edades, el cuerpo humano experimenta cambios metabólicos y de absorción que pueden hacer que incluso una dieta "natural" y equilibrada no sea suficiente para cubrir todas las necesidades nutricionales. ¿Por qué ocurre esto?:

Porque hay una disminución de la absorción: Con la edad, la capacidad del intestino para absorber ciertos nutrientes, como la vitamina B12 (esencial para el sistema nervioso y la formación de glóbulos rojos) o el calcio y la vitamina D (cruciales para la salud ósea), puede disminuir.

Porque hay un aumento de necesidades de ciertos nutrientes como consecuencia de factores como el estrés, ciertas condiciones de salud o el uso de medicamentos. Por ejemplo, las mujeres en edad fértil a menudo requieren suplementos de hierro y ácido fólico. Las personas mayores pueden beneficiarse de suplementos de vitamina D y calcio para prevenir la osteoporosis, o de B12 si su dieta o absorción es deficiente.

En estos casos, los complejos vitamínicos y minerales no son un sustituto de una dieta sana, sino un complemento valioso que puede ayudar a llenar las brechas nutricionales y apoyar la salud óptima, especialmente cuando la "naturalidad" de los alimentos o la capacidad del cuerpo ya no son suficientes.

Precisamente porque lo natural no siempre es lo mejor, la humanidad ha dedicado milenios a desarrollar tecnologías y conocimientos que mejoran nuestra calidad de vida, superando las limitaciones y peligros de la naturaleza y esto se ha producido en todos los campos. Por ejemplo:

En medicina y salud, las vacunas han erradicado enfermedades naturales devastadoras. Los antibióticos combaten infecciones. La cirugía corrige defectos. La higiene previene enfermedades.

En agricultura. la ingeniería genética permite desarrollar cultivos más resistentes y nutritivos. Los fertilizantes y pesticidas han permitido alimentar a una población mundial creciente.

Respecto a materiales, el acero es más resistente que el hierro puro. Los plásticos son ligeros, duraderos y versátiles, superando las propiedades de muchos materiales naturales, Etc.

Las construcciones nos protegen de las inclemencias del tiempo y de los depredadores.

Respecto a transporte y comunicación, aviones, coches y fibra óptica superan las barreras naturales de distancia y geografía.

Conclusión

La fascinación por lo "natural" es comprensible y, en muchos aspectos, beneficiosa, especialmente en la conservación del medio ambiente y la búsqueda de estilos de vida saludables. Sin embargo, es fundamental adoptar una perspectiva crítica. Lo natural no es inherentemente superior o más seguro. La capacidad humana para observar, comprender y mejorar el mundo que nos rodea ha sido la clave de nuestro progreso y bienestar. Reconocer las limitaciones de lo puramente natural nos permite apreciar el valor de la ciencia, la tecnología y la innovación para construir un futuro más seguro, cómodo y próspero.

Fdo Diego Bueno.

 


miércoles, 23 de julio de 2025

HABLEMOS DE LA SOLEDAD DE LOS ADOLESCENTES... ¡POR FIN!

 


HABLEMOS DE LA SOLEDAD DE LOS ADOLESCENTES… ¡POR FIN!

El uso excesivo de pantallas por parte de los jóvenes está generando una preocupación creciente: la falta de adquisición de habilidades sociales esenciales. Estas habilidades solo pueden desarrollarse a través de la interacción personal y relacional, algo que, lamentablemente, se ve cada vez más mermado en la vida diaria de muchos adolescentes.

Es fundamental que tanto en el hogar como en las escuelas se promueva activamente la adquisición de estas competencias. Considero vital trabajar la empatía, incluso si al principio debe ser de forma artificial. Observo con preocupación cómo cada vez más jóvenes muestran actitudes egoístas, utilizan un lenguaje que no considera los sentimientos ajenos y evidencian una marcada tendencia a la soledad.

Esta soledad, en muchos casos, es una consecuencia directa de la carencia de habilidades sociales, lo que termina por aislar a las personas. Y sí, esto también puede considerarse un problema de salud mental, ya que los seres humanos estamos intrínsecamente diseñados para la socialización. Percibo una clara involución en este aspecto al observar a adolescentes que, ante su incapacidad para interactuar con sus semejantes, se refugian en la aparente seguridad de sus smartphones.

Fdo. Diego Bueno


sábado, 12 de julio de 2025

HABLEMOS DE "FACHAPOBRES"... ¡¡POR FIN!!

 

Suele ser gente sin estudios, aunque también los hay con la mente desquiciada y rasgos psicóticos, tipo Don Quijote. Es necesario recordar que leer mucho con mala comprensión lectora es, a veces, incluso peor que no leer. En cualquier caso, el semianalfabetismo es, podríamos decir, una característica bastante común entre los "fachapobres". No es solo que no hayan terminado sus estudios por falta de capacidad, lo cual no es un delito ni mucho menos, sino que, sobre todo, no lo consideran algo importante. De ahí su falta de empeño o constancia por aprender y su incapacidad para entender que estudiar y leer son actividades que abren la mente, permiten adquirir otras perspectivas, manejar más posibilidades y disponer de mayor capacidad de análisis, deducción y procesamiento de la información. Muchos/as hablan de que sus estudios los han llevado a cabo en "la universidad de la vida" e incluso presumen de ello como si eso convalidara o fuera incompatible con los estudios reglados.

Suelen alardear de que son muy trabajadores, y es verdad que suelen serlo. Están dispuestos a trabajar gratis, y en cuanto un compañero o compañera exige sus derechos o se niega a trabajar sin remuneración, ellos son los primeros que recriminan su actitud y los llaman vagos a las primeras de cambio, ganándose así la consabida palmadita en la espalda de sus jefes y la antipatía de sus compañeros/as. Piensan que el verdadero trabajo es físico. Están radicalmente en contra de los sindicatos. Toda la propaganda antisindicalista que despliegan los empresarios (por razones más que obvias) surte efecto, sobre todo, entre los "fachapobres". A los sindicalistas los llaman vividores y aprovechados, aunque todavía no se conoce a ningún "fachapobre" que haya renunciado a alguna de las muchas mejoras que han conseguido los sindicatos o, directamente los trabajadores, mediante medidas de presión como, por ejemplo, huelgas. Trabajen donde trabajen, no suelen hacer huelga jamás. Nunca los verás en ninguna manifestación en favor de sus intereses o de colectivos discriminados. Los chivatos y los pelotas de los jefes son siempre "fachapobres". Se venden barato. Muchos/as envidian al empresario; de hecho, le rinden culto y lo consideran con capacidad superior al resto, así que, por lógica, deben tener privilegios con respecto a los demás. Los "fachapobres" asumen que su estatus social es el que es, que en el mundo siempre ha habido ricos y pobres, y que, al fin y al cabo, tienen suerte de estar trabajando ahí. Esa sensación tiene mucho que ver con su dañada autoestima, probablemente lastimada durante sus años como fracasados escolares, pero también es consecuencia de la educación recibida por su entorno. Son los del "servilismo mamón de las marmotas de Andalucía" que mencionaba el gran Juan Carlos Aragón Q.E.P.D. allá por 1999.

Suelen tener en común el amor por las armas, lo belicoso y la patria. Les encantan las banderas, los desfiles militares y, generalmente, el catolicismo. Suelen ser amantes de las tradiciones que les inculcaron de pequeños, incluidas las que convierten en espectáculo el daño, sufrimiento y asesinato cruel a animales inocentes para regocijo de un público que paga para "disfrutar" de "eso" a lo que, para colmo, llaman "fiesta".

En la distancia corta suelen tener un trato afable, incluso divertido o extrovertido. Viajan poco al extranjero porque "¡como España no hay na!", y cuando lo hacen, en vez de disfrutar de lo que hay en ese lugar, se dedican a comparar con lo que ellos conocen y que es el súmmum. El arraigo es tan enormemente exagerado que les impide disfrutar de todo lo que no sea lo que conocen desde pequeños. Tienden a simplificarlo todo y a generalizar. Si comen una pizza en una de las miles de pizzerías de Roma y no les gusta, son capaces de decir que las pizzas italianas no son para tanto. Y así, todo.

Antes no, pero a día de hoy ya se atreven a opinar de política. Suelen ser ofensivos y pecar de "sincericidio". Solo emplean la mesura para callar, pero cuando hablan son crueles y sacan a relucir toda esa falta de empatía, compasión o tolerancia.

Miran a los inmigrantes desde arriba, como si les estuviéramos haciendo un favor permitiéndoles que vivan y trabajen aquí mientras se aprovechan de la necesidad de la "panchita" que cuida de sus padres por un precio irrisorio en comparación con la labor que desarrolla.

Suelen ser machistas (tanto ellas como ellos). Por su tendencia a simplificarlo todo, en el mundo de los fachapobres solo existen hombres y mujeres. Como mucho, "maricones". No les importa cómo se sientan las personas con identidades LGTBI+.

Las personas con discapacidad son vistas y percibidas por los fachapobres como una desgracia, una carga para sus padres, un "marrón" que les ha tocado a esos padres que quedan condenados a vivir una vida con limitaciones. No son capaces de ver, en la discapacidad, una cuestión social o un aporte positivo de ningún tipo. Incluso, a veces, se quejan de las ayudas que reciben las personas con discapacidad.

Les encanta el cerveceo, las camisas de manga larga cuando quieren ir "bien vestidos", las barbas de varios días y los tatuajes que hacen referencia al honor relacionado con la batalla o la patria.

Sus manipuladores saben perfectamente que para tenerlos de su lado solo tienen que apelar a los sentimientos patrióticos, a sus tradiciones o a todo lo que porte armas (policía, Guardia Civil, ejércitos...), así que los usan para que sean ellos mismos quienes escupan hacia arriba y luchen en contra de sus propios intereses.

Los fachapobres que se vienen arriba ahora que cualquiera puede opinar en redes sociales, consideran que poseen un verdadero espíritu crítico. Sin embargo, para poder tenerlo realmente, es necesario ser capaz de hacer análisis rigurosos, evaluar las evidencias, identificar los sesgos, formular preguntas, considerar múltiples perspectivas, realizar un razonamiento lógico y tener la suficiente humildad como para permitirse la autocorrección. Teniendo en cuenta que muchos de ellos, en el colegio, tenían problemas para hacer la típica redacción de septiembre acerca de cómo había ido el verano o que otros muchos llevan una vida caótica, no es muy probable que sean capaces de poseer un verdadero espíritu crítico.

Nunca los verás en una manifestación contra el maltrato a animales o a las mujeres, o en contra de la guerra, o en manifestaciones para que los empresarios no abusen y cumplan los acuerdos, o para reivindicar cualquier mejora social de los trabajadores como ellos.

Dado que no son ricos, pero sí que son fachas, se indignarán solo cuando sea gente de izquierda quien cometa tropelías, robos, abusos, etc. Apelarán a la honorabilidad, a la honestidad y a los valores, salvo que todas esas tropelías, abusos y robos los cometan gente de derechas y empresarios en general. Son capaces de criticar que un trabajador robe un lápiz y de callar cuando un empresario roba millones de euros, y por supuesto, todo lo que, desde su punto de vista, atente contra la unidad de Españñña merece el peor de los castigos.

Obviamente no todos los “fachapobres” poseen todas estas características, pero todas ellas son propias de “fachapobres”.

Yo no sé discernir si cada vez son más, pero es cierto que cada vez se dejan ver más y que cada vez sienten menos vergüenza por mostrarse públicamente, ya que entre ellos refuerzan su autoestima hasta el punto de que no solo deja de estar dañada, sino que pretenden convertirse en adalides de la nueva tendencia política, social y moral. ¡Apañados estamos!

Fdo. Diego Bueno

miércoles, 9 de julio de 2025

HABLEMOS DE LA VALENTÍA DE HABLAR...¡ POR FIN!

 


HABLEMOS DE LA VALENTÍA DE HABLAR… ¡POR FIN!

¿Por qué afrontar los problemas es mejor que ocultarlos?

Desde nuestra infancia, a muchos de nosotros se nos enseñó a mantener una fachada, a sonreír y a pretender que todo estaba bien, incluso cuando no lo estaba. Formaba parte de una moral social hipócrita basada en los preceptos del cristianismo. Lo que quiera que sea, tienes que serlo, pero ante todo tienes que parecerlo. Nos educaron para ocultar los problemas, no para afrontarlos. Esta enseñanza, aunque quizás bien intencionada para mantener la paz superficial, ha tenido un costo considerable en nuestra salud emocional y en la calidad de nuestras relaciones. Nuestros padres no hablaban de los problemas, no profundizaban, simplemente los dejaban pasar. Pillaban el sofocón, como  mucho, en la inmediatez, sobrepasados por las emociones a veces incontroladas, pero luego, las basuras iban debajo de las alfombras hasta el punto de que a veces las alfombras llegaban a tener tanto desnivel que era inevitable el tropezón.

Obviamente, la premisa de que discutir es mejor que callar no se refiere a fomentar conflictos sin sentido, sino a abogar por la comunicación abierta y honesta. El silencio, a menudo, se convierte en un caldo de cultivo para el resentimiento, la incomprensión y la distancia emocional. Cuando callamos lo que nos molesta, lo que nos duele o lo que necesitamos, estamos negándonos a nosotros mismos y a los demás la oportunidad de resolver la situación. Los problemas no desaparecen por ignorarlos; por el contrario, tienden a crecer y a volverse más complejos con el tiempo.

Decir lo que se siente y por qué actuamos como actuamos es un pilar fundamental para construir relaciones auténticas y duraderas. Imagina una relación donde cada persona asume lo que la otra piensa o siente. Esto lleva a malentendidos constantes y a un ciclo de frustración. En contraste, cuando expresamos nuestras emociones y explicamos el razonamiento detrás de nuestras acciones, estamos invitando a la comprensión y a la empatía. Esto no solo aplica a nuestras relaciones personales, sino también a nuestro entorno laboral y social.

Hacer como si todo estuviera bien, aunque pueda parecer la opción más fácil a corto plazo, es una estrategia insostenible. Esta actitud nos desconecta de nuestra propia realidad emocional y nos impide abordar las causas subyacentes de nuestro malestar. Además, cuando los demás perciben esta falta de autenticidad, la confianza se erosiona. La verdadera conexión se forja, justamente, en la vulnerabilidad, en la capacidad de mostrarnos tal cual somos, con nuestras imperfecciones y nuestros desafíos, con nuestras flaquezas y nuestros miedos, con nuestra percepción de la realidad y nuestra proyección en nuestro actuar.

Afrontar los problemas no es una señal de debilidad, sino de fortaleza y madurez. Requiere coraje para ser honesto con uno mismo y con los demás. Implica la voluntad de escuchar, de negociar y, a veces, de aceptar que no siempre tendremos la razón. Sin embargo, los beneficios superan con creces los miedos iniciales. Al hablar, al expresar, al discutir constructivamente, abrimos la puerta a la resolución, al crecimiento y a relaciones mucho más profundas y significativas.

Es hora de desaprender viejas lecciones y abrazar la valentía de la comunicación. Nuestro bienestar emocional y la salud de nuestras relaciones dependen de ello.

Fdo. Diego Bueno


miércoles, 2 de julio de 2025

HABLEMOS DE: ¿SON RESPETABLES TODAS LAS OPINIONES?... ¡¡POR FIN!!

 

La importancia de la argumentación en las opiniones

Mucha gente cree que todas las opiniones son respetables en aras de la libertad de expresión. Sin embargo, lo que realmente es respetable es el derecho a expresar tu opinión sin sufrir una inquisición. La respetabilidad de las opiniones, lógicamente, depende de su contenido. Existen opiniones estúpidas, blasfemas, injustas, racistas, etc. Muchas de ellas no merecen respeto porque atentan contra los derechos y libertades de las personas o son, directamente, insultos. Este tipo de opiniones no deben ser respetadas por razones muy obvias.

Sin embargo, hay otro motivo fundamental por el cual las opiniones no merecen respeto: la falta de argumentación. Para que tomemos una opinión en serio, debe venir acompañada de la argumentación correspondiente. El problema actual es que enfrentamos una crisis absoluta de argumentación, entre otras cosas, porque estamos perdiendo la capacidad lectora. Observo cómo mucha gente opina sobre cualquier tema sin conocerlo a fondo y sin argumentar. Las nuevas tecnologías nos están acostumbrando a mensajes muy cortos, excelentes para memes, consultas o clips publicitarios, pero no para argumentos. Es importante ser tolerantes y escuchar diferentes puntos de vista, pero no todas las opiniones son respetables en el sentido de ser consideradas válidas o verdaderas. Una opinión basada en algo incierto no puede ser válida ya que su validez depende de la evidencia que la respalda y de su coherencia lógica. Como bien dice José Antonio Marina: “Los argumentos necesitan texto largo y hay una pereza argumental que hace que ya no nos importe el argumento".

Aunque yo lo suscribo completamente, esta frase no es mía. La pronunció D. José Antonio Marina (1939), filósofo, ensayista y pedagogo español. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia, conferenciante y floricultor. Estudió filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y su labor investigadora se ha centrado en el estudio de la inteligencia y, en especial, en los mecanismos de la creatividad artística (sobre todo en el área del lenguaje), científica, tecnológica y económica. Se le considera un exponente de la fenomenología española y ha desarrollado una teoría de la inteligencia que va de la neurología a la ética.

En la escuela y en todos los contextos educativos, creo firmemente que debemos insistir en la necesidad de que cada estudiante no solo se forme una opinión, sino que esa opinión esté fundamentada y tenga argumentos sólidos que la sustenten. Este proceso requiere tiempo, información y una correcta interpretación de la misma.

Es igualmente importante considerar las opiniones argumentadas de quienes piensan diferente, manteniendo una actitud abierta que nos permita cambiar la nuestra si fuera necesario. Todo este proceso nos humaniza, nos ayuda a mantener un cerebro activo y, por tanto, despierto y conectado. Empeñarse en mantener una opinión a pesar de conocer argumentos que la invalidan es un claro signo de inmadurez que, sin duda, pasará factura.

Recuerdo que se solía decir que "una imagen vale más que mil palabras", pero tengo claro que no siempre es así. A veces, los argumentos o las descripciones necesitan más palabras que imágenes y, en cualquier caso, son complementarias.

Fdo. Diego Bueno

domingo, 22 de junio de 2025

¡¡HABLEMOS DEL BUEN USO DEL LENGUAJE… POR FIN!!

 



Todos nuestros logros como humanos, tanto en lo positivo como en lo negativo, han implicado la utilización del lenguaje. Como seres humanos, lo empleamos de dos formas interconectadas:

 La Doble Dimensión del Lenguaje

— Por una parte, lo que hacemos con el lenguaje es representar nuestra experiencia (percepciones, sensaciones, emociones, conclusiones, etc.) respecto a cualquier actividad. Esto supone razonar, pensar, fantasear o ensayar. Al tratarse de un sistema de representación de nuestro "yo", creamos un modelo único de nuestra propia experiencia. Este modelo del mundo, que forjamos a través del uso representativo del lenguaje, se basa en nuestra capacidad para percibir, la cual, a su vez, depende directamente de dicho modelo de representación.

— Por otra parte, usamos el lenguaje para comunicarnos. Lo que compartimos es nuestro propio modelo o nuestra particular representación del mundo. Para ello, utilizamos el lenguaje hablado o escrito. Discutimos, conferenciamos, escribimos, cantamos... las posibilidades son infinitas.

 Sembremos las Semillas del Lenguaje

Adquirir herramientas lingüísticas desde muy corta edad nos facilita el buen uso del lenguaje en ambas vertientes. De ahí que sea importantísimo, desde el punto de vista pedagógico, que niños y niñas aprendan un vocabulario lo más extenso posible, que lo comprendan, lo interioricen y lo usen. Nuestro papel como padres, madres y docentes consiste en incitar, animar y estimular todo este proceso.

Uno de los grandes objetivos vitales que tenemos los seres humanos es construir nuestra propia historia de vida, de forma que nos sintamos orgullosos de nuestra trayectoria, nuestros logros, nuestras relaciones y nuestros aprendizajes. Todo ello se edifica y toma forma mentalmente mediante el lenguaje, a través de la palabra.

 La Enorme Influencia de la Palabra

Creo, sinceramente, que a veces no somos conscientes de la profunda importancia de las palabras, de su buen o mal uso. Olvidamos la trascendencia de pensar y procesar ideas antes de elegir las palabras adecuadas que lanzaremos, o la enorme influencia que tienen en otras personas (y viceversa). La buena noticia es que nuestro cerebro posee la suficiente plasticidad como para adecuarse, adaptarse y adquirir nuevas formas de procesamiento del lenguaje. Todo es "trabajable" y mejorable.

Los padres, madres y docentes, dada nuestra decisiva influencia en nuestros educandos, tenemos la obligación de ser plenamente conscientes de esta importancia en la construcción del "yo". Las palabras son herramientas fundamentales; por tanto, pueden servir tanto de ayuda como de freno. El empleo del conocido como lenguaje positivo debería ser obligatorio en todo proceso de enseñanza-aprendizaje, entendiendo que va muchísimo más allá de reforzar simplemente las acciones e ideas de nuestros educandos.

Para ilustrar lo que digo, un ejemplo significativo: el mejor y mayor medicamento para cualquier enfermedad (demostrado) es el efecto placebo. Tanta es su importancia que absolutamente todas las investigaciones y estudios farmacológicos lo usan para comprobar cuán útil es un medicamento.

 Un Llamamiento a la Acción Lingüística

Estimulemos el lenguaje, fomentemos su buen uso, la adquisición de recursos lingüísticos y un vocabulario lo más extenso posible. Si quieres que tus hijos lean, lee tú. Incítalos a escribir y a leer. ¡Que se lo pasen bien leyendo y escribiendo! De ello depende, en gran medida, el éxito en la vida. Éxito profesional, éxito en las relaciones, éxito en la gestión de los contratiempos que se presentarán, éxito en la construcción de un "yo" fuerte, enérgico, resiliente, confiado, seguro, capaz y eficiente.

Un lenguaje rico y bien empleado hará infinitamente más fácil poseer una buena autoestima, ser más educados, cultivar mejores sentimientos, ser más auténticos, más asertivos, más tiernos, más creativos o vivir y sentir con mayor intensidad cualquier expresión de belleza con la que nos topemos.

 Fdo. Diego Bueno

viernes, 20 de junio de 2025

HABLEMOS DE ATARAXIA...¡¡POR FIN!!

 


La vida está llena de altibajos. Altibajos en las circunstancias vitales que nos toca vivir y altibajos en la forma de encararlas. Uno, a estas alturas de partido, puede ya hacer un balance de lo vivido hasta ahora y de cómo ha llevado las distintas situaciones acontecidas.

Este concepto del que me dispongo a hablar sigue siendo interpretado de formas muy distintas y a veces, incluso contrapuestas. Yo me he ido a los orígenes de la palabra en cuestión y luego he trasladado su significado original a la forma de vida de hoy día en una sociedad como la nuestra.

Ataraxia: La Inquebrantable Calma del Alma

En la búsqueda constante de la felicidad y el bienestar, la humanidad ha explorado diversas filosofías y conceptos a lo largo de la historia. Uno de los más fascinantes, a mi humilde entender, es el de la ataraxia. Proveniente del griego antiguo (ταραξία), esta palabra se traduce como "imperturbabilidad" pero también "serenidad". Lejos de ser una mera apatía o indiferencia, la ataraxia representa un estado de calma mental y emocional inquebrantable, que se consigue conscientemente a través de la razón y la comprensión profunda de la realidad, por tanto, no hablamos de ese tipo de personas que son frías, imperturbables, ajenas al dolor que les rodea o, simplemente, insensibles. No es eso.

Orígenes Filosóficos

La ataraxia fue un concepto central para varias escuelas filosóficas helenísticas, especialmente para los epicúreos, los escépticos y los estoicos, aunque cada una la abordaba desde una perspectiva ligeramente diferente:

Epicúreos: Para Epicuro, la ataraxia era el objetivo principal de la vida. Él creía que el dolor físico y la perturbación mental eran los mayores obstáculos para la felicidad. La ataraxia se alcanzaba eliminando los temores irracionales (como el miedo a la muerte o a los dioses) y buscando placeres moderados y sostenibles (como la amistad y la tranquilidad). No se trataba de una búsqueda desenfrenada del placer, sino de la ausencia de dolor y la quietud del alma.

Escépticos (Pirrónicos): Los pirrónicos, liderados por Pirrón de Elis, veían la ataraxia como el resultado natural de la suspensión del juicio (epojé) sobre cuestiones que no pueden ser conocidas con certeza. Al abstenerse de emitir juicios definitivos sobre la naturaleza última de las cosas, uno se liberaba de la ansiedad y la frustración que surgen de la búsqueda infructuosa de la verdad absoluta. Es como decir… “mejor no me meto en nada. ¿Para qué me voy a complicar?”

Estoicos: Aunque los estoicos utilizaban más el término “apatheia” (ausencia de pasiones perturbadoras), su concepto era muy similar a la ataraxia. Para ellos, la tranquilidad se lograba aceptando aquello que no se puede controlar (como los eventos externos) y centrándose en aquello que sí está bajo nuestro control (nuestras actitudes, juicios y acciones). La razón y la virtud eran las herramientas para liberarse de emociones destructivas como el miedo, la ira o el deseo desmedido.

La Ataraxia Hoy en Día

En el mundo actual, marcado por el estrés, la sobrecarga de información y la constante presión social, el concepto de ataraxia cobra una relevancia particular. Como decía, no se trata de volverse insensible o indiferente a los problemas del mundo, sino de desarrollar una resiliencia emocional que permita afrontar las adversidades sin perder la serenidad interior. Es lo que yo siempre he llamado “temple”. Ahora bien, alcanzar la ataraxia implica un proceso de autoconocimiento y disciplina mental, vamos, que hay que trabajarlo y requiere (como casi todo), además de esfuerzo, constancia, ya que hay que cambiar actitudes demasiado interiorizadas y ya sabemos que, por una parte, las actitudes pueden cambiarse y por otra, que es más fácil aprender lo nuevo que desaprender lo asumido.

Principios para Alcanzar la Ataraxia

Podemos, sin duda, identificar una serie de principios de actuación comunes que nos guían hacia esa serena calma interior que significa la ataraxia:

Gestión de Expectativas: Gran parte de nuestra perturbación proviene de expectativas no realistas o de la incapacidad de aceptar que la vida no siempre se ajusta a nuestros planes. La ataraxia nos invita a moderar nuestras expectativas y a encontrar la paz en la aceptación de lo que es, porque, muchas veces, te pongas como te pongas… ¡lo que es, es!

Discriminación de lo Controlable: Aprender a diferenciar entre lo que podemos controlar y lo que no, es fundamental. Preocuparse por lo incontrolable solo genera ansiedad. La ataraxia se cultiva al enfocarnos en nuestras respuestas y acciones internas. Básicamente se trata de que asumamos la responsabilidad de nuestros actos y soltemos la carga emocional de aquello que no está en nuestras manos. Nuestros juicios, nuestras actitudes, nuestras decisiones, nuestras acciones y cómo reaccionamos ante los eventos. Esto es el verdadero dominio de nuestra esfera de influencia. Por el contrario, no podemos controlar el clima, las opiniones de los demás, el pasado, las enfermedades, la muerte, la mayoría de las acciones ajenas. Debemos aprender a resistirnos a la tentación de preocuparnos o luchar contra estas realidades ineludibles. La aceptación no es resignación pasiva, sino una liberación de la carga de lo imposible.

Reducción de Miedos Irracionales: Es aconsejable examinar nuestros miedos más profundos: Al fracaso, al rechazo, a la soledad… y cuestionar su validez y su impacto en nuestra tranquilidad.

Muchos de nuestros tormentos internos provienen de miedos irracionales y deseos desmedidos.

Examinemos nuestros miedos. ¿Son fundados? ¿Qué es lo peor que podría pasar y cómo lo afrontaríamos? Los epicúreos, por ejemplo, argumentaban que el miedo a la muerte era irracional, ya que "cuando existimos, la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente, no existimos nosotros".

Moderemos nuestros deseos. El deseo insaciable de lo que no tenemos, es una fuente constante de insatisfacción. Aprender a estar contento con lo suficiente, y con lo que se tiene, es liberador.

Práctica de la Moderación: Ya sea en el consumo material, en la búsqueda de placeres o en la reactividad emocional, la moderación es una vía hacia la ataraxia. El exceso suele conducir a la dependencia y, en cualquier caso, a la perturbación.

Evitemos el exceso y la dependencia: Los placeres intensos y fugaces a menudo nos conducen a un dolor mayor a largo plazo (resacas, adicciones o frustración cuando no los obtenemos).

Prioricemos la ausencia de dolor: La verdadera felicidad radica más en la ausencia de malestar físico y perturbación mental que en la búsqueda constante de euforia.

Cultivemos placeres naturales y necesarios: La amistad, la conversación significativa, la alimentación sencilla, el descanso, el aprendizaje. Estos son placeres que no acarrean dolor posterior y contribuyen a una calma duradera.

Suspensión del Juicio y Cuestionamiento de las Percepciones

Cuestionemos nuestras suposiciones. A menudo, no son los eventos en sí los que nos perturban, sino la interpretación que hacemos de ellos. "¿Es realmente tan malo como pensamos?" "¿Hay otra forma de ver esto?"

Suspendamos el juicio definitivo. En situaciones donde el conocimiento sea incierto o la verdad sea difusa, deberíamos abstenernos de emitir un juicio rotundo. Esta forma de actuar nos liberará de una gran cantidad de ansiedad. Reconozcamos los límites de nuestro propio conocimiento. Humildad, ante todo.

Tomemos distancia de nuestras emociones. Observemos nuestros pensamientos y emociones sin apegarnos a ellos. Es importante que reconozcamos que son fenómenos pasajeros y no necesariamente verdades absolutas.

Enfoque en el Presente

El pasado ya no existe y el futuro es incierto. La mente que reside constantemente en el arrepentimiento o la preocupación rara vez encuentra la paz.

Vivamos en el aquí y el ahora: Prestemos atención plena a lo que estemos haciendo, a la persona con la que estemos, al momento presente.

Aceptemos la “impermanencia”. Todo cambia. Aferrarse a lo que fue o esperar que algo dure para siempre es una receta para la desilusión. Reconocer la naturaleza transitoria de todo nos va a proporcionar una profunda calma.

Cultivo de la Virtud y la Razón

Actuemos con sabiduría, justicia, coraje y templanza. Alinear nuestras acciones con estos principios nos dará una conciencia tranquila con menos conflictos internos.

Usemos la razón como nuestra guía, como nuestra capacidad para evaluar situaciones, tomar decisiones y gestionar nuestras emociones, en lugar de ser arrastrados por impulsos o pasiones.

La Ataraxia Como Meta Alcanzable

La ataraxia, vista como un ideal al que aspirar y una práctica continua, nos ayuda para minimizar la turbación y maximizar la paz interior.

Adoptar los principios de la ataraxia conduce a una vida más plena y menos ansiosa, donde las circunstancias externas tienen menos poder para dictar nuestro estado emocional. Es una invitación a cultivar una fortaleza interna que nos permita navegar por las vicisitudes de la vida con una calma serena y una mente clara. Se consigue mediante un trabajo constante de introspección y reeducación mental. No es indiferencia, sino una libertad emocional lograda al alinear nuestra mente con la realidad, gestionando nuestras expectativas, controlando nuestras reacciones y viviendo de forma consciente y moderada. Es la búsqueda activa de una serenidad que no depende de las circunstancias externas, sino de nuestra fortaleza y claridad internas.

Fdo. Diego Bueno


HABLEMOS DE POR QUÉ LA CLASE TRABAJADORA VOTA A LA DERECHA. ¡POR FIN!

  Después de leer mucho, analizar las distintas realidades, procesar toda la información que considero fiable en estos temas y tras mis años...